Entusiasmo, la clave para el éxito
“Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”. (Apocalipsis 2:7)
Cuando hablamos acerca de alguien que ha alcanzado el éxito, generalmente hablamos de los obstáculos que tuvo que vencer para lograr alcanzar su meta.
Y cuando estudiamos a las personas que han alcanzado el éxito vemos que se han acogido a una norma de vida. También observamos que estas personas estaban comprometidas con lo que hacían.
Una de las mejores definiciones de éxito que he escuchado es la siguiente: “El éxito es la realización progresiva de una meta noble.” La mayoría de las personas piensan que el éxito se adquiere cuando alcanzamos la meta.
Pero por esta definición encontramos que cualquiera que esté en curso hacia el logro de su meta es exitoso aquí y ahora.
Jesús como Hijo y Emisario de Dios vino a salvar al mundo. El comenzó Su ministerio con las siguientes palabras: «“¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!»” (Mateo 4:17)
Cuando leo estas palabras, puedo sentir el gran entusiasmo que tenía Jesús cuando comenzó con Su ministerio. Jesús nos dejó un plan de salvación, pero ese plan todavía no se ha culminado y sigue en progreso desenvolviéndose cada día más. Sin embargo, por el mero hecho de que su plan no se haya culminado todavía en la familia humana no nos da el derecho a decir que Jesús no tuvo éxito.
Ahora bien, para tener éxito tenemos que tener metas. Y estas metas deben estar bien definidas. Y las buenas nuevas es que somos exitosos en la medida que vamos en el camino de la realización de nuestras metas.
Esta es una buena manera de ver el éxito, esto es acompañándonos todo el camino. Alguien ha dicho: “el viaje es mucho mejor que la llegada”.
Tú que estás sentado ahí escuchando este mensaje tal vez te sientas fracasado, o podrías estar pensando que no has tenido éxito en la vida.
Pues tengo noticias para ti. La mayoría de la gente mide el éxito de una persona en función del dinero que esta persona tiene o ha acumulado. Hoy te voy a hacer una fuerte advertencia, no caigas en ese error, el éxito no se mide de esa manera, es una manera errónea y pecaminosa, y al final del día nos trae más problemas y menos armonía y paz mental.
El éxito se mide en función de nuestro arrepentimiento, esto es, en función de cómo nos vamos ajustando a una nueva norma de vida superior.
Hay una cita que dice: “Nadie se enriquece sin enriquecer a los demás.” Cuando yo pienso en Jesucristo, pienso en los fabulosos obstáculos que tuvo que vencer cuando estuvo aquí en la Tierra en carne y hueso con nosotros. Pero no hay duda alguna que Jesús vino a enriquecer nuestras vidas, y esa meta sigue realizándose hasta el día de hoy.
Toda persona que practica diariamente las enseñanzas de Jesús, habla refiriéndose a su propia vida, de un ‘antes’ y un ‘después’. Por eso pienso que todavía no existe persona alguna que haya superado el éxito que Jesús alcanzó y que continúa alcanzando.
Y si bien es cierto que nadie se enriquece sin enriquecer a los demás no es menos cierto que Jesús se sigue enriqueciendo cada vez más en su servicio viviente a toda la familia humana.
Recientemente tuve una conversación telefónica con mi hija, y me relató su experiencia al dirigir una meditación a un grupo de ancianos. Comenzó pidiendo que hicieran una respiración profunda y luego les dijo que iban a hacer un viaje y que seleccionaran a su guía.
Después que terminó la meditación ella comenzó con su musicoterapia pero observó que varias personas en el grupo comentaban entre sí hasta que escuchó que muchos de ellos habían visto a Jesús guiándolos por el camino.
Este es un ejemplo claro de que Jesús continúa su trabajo de enriquecer nuestras vidas aún desde el plano espiritual en donde se encuentra.
Cristo Jesús también está esperando que tú le des una oportunidad de enriquecer tu vida. Él usó la Ley Divina como su norma de vida; y para que tú puedas tener un verdadero éxito en tu vida debes seguir esta norma de vida.
Y esta norma de vida requiere la aplicación sería de la ley de Dios. Te toca a ti y a mí cumplir con la ley de Dios, de la misma manera que Jesús el Cristo cumplió con la Ley.
Y así como Él venció todo tipo de obstáculos a ti y a mí nos toca vencer grandes obstáculos. Pero nuestro mayor obstáculo no es el enemigo, o el adversario, somos nosotros mismos.
Tenemos que levantarnos por encima de la pereza, la apatía, y la indiferencia con entusiasmo por la vida y dispuestos a hacer la diferencia.
En el curso de Prosperidad que estamos ofreciendo se dijo al principio que se establecieran una meta para alcanzar durante la duración del curso. Esto es una meta a la vez, esto es importante.
Y en este punto es donde la mayoría de la gente sin darse cuenta comenten su error. No se concentran en una meta suficientemente hasta alcanzarla, sino que toman otro rumbo, luego otro camino terminando en una total confusión sin haber logrado nada.
Hace mucho tiempo vivían frente a mi casa una familia cubana. Estos llegaron de Cuba resultado de la emigración que hubo cuando Castro llegó al poder. Ellos vivían alquilados por que no tenían el dinero para comprar una casa. Sin embargo ellos se establecieron una meta. La meta era comprar una Farmacia.
La esposa consiguió trabajar en una farmacia, porque tenía experiencia en esta rama. En Cuba ella había sido farmacéutica, pero para ejercer su profesión en Puerto Rico tenía que irse a la Universidad cursar estudios universitarios de Farmacia y luego pasar la reválida. Esto significaba para ella comenzar de nuevo ya que se requerían cuatro años de estudio.
En este punto ellos pudieron haberse dado por vencido; ya que volver a la universidad a estudiar 4 largos años eran un gran obstáculo no solo de tiempo y esfuerzo sino también económico. Todo lo contrario, la meta se mantenía, y ambos se mantuvieron firmes; ella iba de noche a tomar sus clases en la universidad.
El esposo, Don Ramón continuó trabajando disciplinadamente durante este tiempo. Llegó el tiempo cuando su esposa, Doña Norma, se graduó de farmacia, pero con altos honores. Ella continuaba trabajando en la farmacia que la contrató originalmente. Pero ahora ella les ofrecía un valor añadido, y era el hecho de que ella era farmacéutica porque pudo pasar exitosamente el examen de reválida. Los primeros y mayores obstáculos quedaban atrás. Ahora todo era cuestión de tiempo y dinero.
Yo estaba acostumbrado a ver a Don Ramón salir por las mañanas a su trabajo y a verlo regresar por las tardes. Pero de momento deje de verlo regresar por las tardes. Note que por las mañanas el regresaba y salía de nuevo con los niños y Doña Norma. Me enteré que Don Ramón había tomado un segundo trabajo y trabajaba en las noches también. Cómo lo hacía no me pregunten pero pienso que la fortaleza vino del compromiso y la determinación de lograr su meta.
Yo sabía que ya ellos estaban buscando una farmacia para comprar, y no pasó mucho tiempo cuando los dueños de la farmacia donde ella trabajaba se la ofrecieron en venta porque ya se querían retirar. Ellos se habían preparado para dar este paso y compraron la farmacia.
Don Ramón continuó un tiempo más en sus dos trabajos pero dejó uno de ellos para ayudar a su esposa en la farmacia y eventualmente se dedicó por completo a trabajar en la farmacia.
No pasó mucho tiempo cuando lograron comprar su casa propia en una urbanización mucho más exclusiva y cuando vino el tiempo de costear los estudios universitarios de sus hijos lo hicieron con el fruto de lo que producía la farmacia. Tenían dos hijos, la hija estudió farmacia y el hijo estudió ingeniería.
Su meta fue una meta digna, porque a través de la farmacia ellos pudieron servirle a un número creciente de personas, supliéndoles los medicamentos a sus clientes, que más que clientes eran sus amigos.
Si ellos, inmigrantes cubanos que llegaron a un país desconocido, sin dinero, pudieron lograr su meta, tú que vives en un país que conoces puedes lograr mucho más que eso. Pero tienes que demostrar compromiso, determinación, fe y entusiasmo para lograr tu meta. Suficiente para hablar del poder de una meta a la vez.
Hoy yo te invito a que te establezcas una meta que sea de naturaleza espiritual. Puedes ponerte como meta perdonar a todos aquellos que te han ofendido, o puede ser confiar plenamente en Dios, o lograr tu propia salvación. Estas son grandes metas y los obstáculos no necesariamente están allá afuera, todos están dentro de tu propio ser. Pero hay una gran promesa para todos aquellos que puedan vencer.
Recuerda que el éxito es la realización progresiva de metas nobles, metas honrosas y estimables. De modo que es importante comenzar con una a la vez, recordando que el “viaje es muchas veces mejor que la llegada”; estoy seguro que Don Ramón y Doña Norma estarán de acuerdo con esto.
Y hay una promesa para ti y para mí: “Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”. Y este árbol es la vida abundante, omnipresente y eterna de Dios dentro de ti y de mí.
¡Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces!
¡Amén!