El Poder Espiritual de la Gratitud
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu.” (1 Tesalonicenses 5:18,19)
Así como existe una trinidad en la naturaleza de Dios y siendo Dios Creador de todas las cosas viviendo dentro de ellas, podemos encontrar una trinidad en toda Su creación y toda vida.
Siendo esto así, encontramos, tal y como describió Millicent en su mensaje el pasado domingo, que también la gratitud es una trinidad porque tiene cuerpo, alma y espíritu.
Podríamos decir que la parte mecánica de la gratitud es el cuerpo. Por ejemplo, cuando damos gracias de una manera automática sin el sentimiento por alguna cortesía recibida; o como cuando nos preguntan: “¿Cómo estás?”, y respondemos, “bien, gracias.”
Sin embargo, el diccionario define gratitud como: “Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho…, y a corresponder a él de alguna manera.” Esta es una definición del alma de la gratitud, porque es ahí donde moran los pensamientos y sentimientos.
Todos hemos sentido una gran emoción cuando hemos recibido un bien inesperado. Por ejemplo, vas a comenzar tus estudios universitarios y tus padres te sorprenden regalándote un carro.
Pero hay más y es el espíritu de la gratitud, que más que una cortesía, o una emoción es de naturaleza espiritual, es lo que Millicent llamó gratitud trascendental.
Cuando realmente reconocemos el Bien de Dios y el bien que es Dios en todas las cosas comenzamos a transitar por el camino de la gratitud trascendental.
Millicent comentaba que muchos de nosotros, estudiantes de la Verdad lo primero que hacemos al levantarnos es dar gracias a Dios; pero ojo, lo podemos hacer mecánicamente o lo podemos hacer sentimental o emocionalmente, pero para que prevalezca su poder y su efecto lo debemos hacer trascendentalmente naciendo de las profundidades de nuestro centro espiritual o desde nuestro Cristo morador.
La palabra trascendental significa: “Que se comunica o extiende a otras cosas.” Va más allá de donde estamos físicamente afectando todo aquello con lo que entra en contacto.
Decimos que una cualidad que define la naturaleza de Dios es Omnipotencia, o sea es todo poder en todas partes, en dondequiera. Pero Dios es Espíritu, y por consiguiente en el Espíritu encontramos todo poder y por esta razón la gratitud que nace del espíritu es todopoderosa.
Podrías estar pensando: “Bueno, he conocido lo que es dar gracias mecánica o automáticamente y también emocional o sentimentalmente. Pero, ¿cómo hago para expresar gratitud espiritualmente?
Jesús dijo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz.” (Mateo 6:22)
Esto es, la gratitud toma su poder de la esencia espiritual en la luz del Cristo inmanente en cada uno de nosotros. Y porque Cristo en cada uno de nosotros es luz, Jesús pudo proclamar que nosotros “somos la luz del mundo.”
Con el ojo de la visión interna reconocemos la omnipresencia del bien de Dios en todo y en todos. Esta es la lámpara del cuerpo, y a través del prisma de la consciencia, transformamos la luz en un sentimiento de gratitud que con emoción expresamos a nuestro entorno por medio de la palabra de Verdad con integridad y coherencia.
Cuando la gratitud contiene estos tres elementos: espíritu, alma y cuerpo, se desata un poder espiritual que no tiene límites, es más poderoso que el poder que se desata de una bomba atómica o de una bomba nuclear.
Jesús conocía el poder de la gratitud, y Pablo también. En momentos importantes, antes de hacer Sus demostraciones Jesús dio gracias; por ejemplo cuando aumento la substancia logrando así alimentar a la multitud, cuando realizó la última cena y cuando resucitó a Lázaro.
Y yo te pregunto: ¿puede una bomba atómica o nuclear ser capaz de aumentar la substancia o restaurar la vida?
Encontramos que Pablo a través de sus cartas dio gracias a Dios en múltiples ocasiones. Por ejemplo, en su carta a los colosenses encontramos la siguiente exhortación: “Perseverad en la oración velando en ella con acción de gracias.” (Colosenses 4:2)
Nuevamente, espíritu, alma y cuerpo tienen que estar unánimemente unidos para poder generar este poder avasallador de la gratitud.
Una manera práctica y sencilla de desarrollar el poder espiritual de la gratitud es primero ver el bien y el favor de Dios en nuestras vidas y asuntos cotidianos y segundo decir la palabra de acción de gracias, con un verdadero sentimiento y aprecio por el bien y la bendiciones de Dios.
Ahora bien, hablemos de la alabanza. Como bien decía Millicent a Dios no le interesa que tú lo alabes para que tenga la disposición de hacerte un favor. Un Dios así sería un Dios egocéntrico hecho a nuestra propia imagen y semejanza.
Debemos alabar a Dios para acercarnos más a Él en consciencia, para abrirnos cada vez más al fluir de Su vida y Su plenitud en nosotros.
“Alabamos al Señor cuando anticipamos algo [con alegre expectación] cuando declaramos que solo el bien es verdadero [y omnipresente] y al declarar que toda bendición es nuestra ahora.” (LPR p. 8 parafraseado)
Todos los domingos hacemos la afirmación de nuestro centro y comenzamos con las palabras “Damos gracias a Dios por nuestro Centro”.
Yo les pido que cada vez que hagamos la afirmación de acción de gracias por nuestro centro ejercitemos el poder de la gratitud trascendental en espíritu, alma y cuerpo visualizando el fluir y la actividad del Espíritu Santo desde nuestro centro hacia nuestro entorno, bendiciendo, vigorizando, fortaleciendo, toda nuestra comunidad espiritual.
Y si te tomas el tiempo para practicar toda la gratitud diariamente por medio de afirmaciones habrás dado un paso significativo para expresar el poder de la gratitud en tu vida y tus asuntos.
Algunas de las afirmaciones que puedes usar son las siguientes:
Para prosperidad: Doy gracias por un fluir incesante de provisión para satisfacer todas mis necesidades. Visualiza y siente el fluir…
Por salud: Reconozco y doy gracias por la vida sanadora de Dios que me sostiene renovando y regenerando mi cuerpo tempo aquí y ahora. Visualiza y siente el fluir de la vida…
Por armonía y paz mental: Mis pensamientos se aquietan, no hay nada que temer, Dios está a cargo y Su bien se manifiesta en este y en todo momento, gracias Dios.
Lamentablemente todavía existen muchas personas que se pasan la vida criticando y condenando las acciones de otras personas. Esto lo vemos en todos los órdenes de la vida, en la política, en la educación, en el trabajo, etc. Personas que todavía no han podido ver el lado bueno de la vida.
Pero cuando empiezas a cultivar el poder espiritual de la gratitud comienzas a generarse un cambio en tu vida.
Ahora bien, ya que hemos entendido la importancia de dar gracias ¿Qué cambios o beneficios obtenemos cuando damos las gracias?
La crítica y la condenación dejan de ser el enfoque de tu consciencia, tu vida se convierte en más armoniosa volviéndose hacia las cosas por las cuales puedes dar gracias.
Podrás sentirte más feliz, la ilusión del que el dinero es un factor determinante en tu felicidad dejará de existir.
Te sentirás más capacitado para establecer relaciones de amistad con otras personas porque verás lo bueno en cada una de ellas. Recuerdas… si tu ojo es bueno…
Cuando puedes sentirte agradecido de la vida también te sentirás con deseos de ser más generoso con las personas.
Y al dar gracias a la vida en cualquier obra que hagamos permitimos que la actividad del Espíritu Santo se derrame, pero esa actividad no termina ahí, sino que como una corriente de bien sigue ensanchándose siempre influyendo en la vida de otras personas a quienes usted tal vez no conozca.
Dando gracias a la vida cada día te sentirás cada vez más cerca de Dios. Tal es el poder espiritual de la gratitud.
De modo que “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
Meditemos…
Amén.