Secretos de una Vida de Armonía y Paz
“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.” (2 Corintios 13:11)
Zacarías habló de Jesús cuando profetizó diciendo: “«Bendito el Señor Dios de Israel, que ha venido a redimir a su pueblo, y nos levantará un poderoso Salvador… para dar luz a los que habitan en tinieblas y… para encaminar nuestros pies por caminos de paz».” (Lucas 1:68, 69, 79)
La misión de Jesús fue venir a ayudarnos a obtener la salvación. Pero la salvación la obtenemos cambiando nuestra conducta y ajustando nuestro vivir con la Ley Divina.
Y te preguntarás: ¿Qué tiene que ver esto con la armonía y paz? Tiene mucho que ver, porque la armonía y la paz son factores fundamentales en el logro de la salvación.
Nosotros a diferencia de la mayoría de las distintas sectas religiosas cristianas creemos que el sacrificio de Jesús en la cruz por sí solo no es salvación para ti ni para mí.
Para mí es vencimiento de todas las fuerzas negativas del ego, un vencimiento de tal naturaleza que no solo hizo a Jesús el “gran sumo sacerdote que traspasó los cielos” (Hebreos 4:14) y que por medio su sangre nos abrió un “camino nuevo y vivo… para entrar en el Lugar santísimo” (Hebreos 10:19,20) sino que también lo hizo digno y merecedor de ocupar el cargo de mediador del nuevo pacto y así guiarnos por el camino de la armonía y paz en nuestro proceso de salvación.
Jesús es nuestro Mediador, nuestro Ayudador, y Señalador del camino de la salvación.
Jesús nos guiará y caminará con nosotros y cuando estemos cansados nos hará descansar. “Venid a mí los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28)
Pero una vez descanses tienes que continuar caminando con tus propios pies cumpliendo con todos los requisitos en mente, en tu conducta, en tu cuerpo, y tus relaciones con los demás. Este cumplimiento te hace discípulo de Jesús a tiempo completo que a su vez requiere compromiso y lealtad total a Cristo.
De modo que uno de los secretos de una vida de armonía y paz es que te conduce por el camino de la salvación.
Ahora bien, podrías preguntarte ¿en qué consiste mi salvación? O sea, ¿de que tengo que salvarme? La contestación clásica es liberarte del pecado. Y para nosotros el pecado no es otra cosa que nuestra incapacidad de alcanzar la medida de perfección por causa de errores cometidos.
Por ejemplo, cuando juzgamos según las apariencias y no con recto juicio, cometemos un error de juicio, o un pecado porque podemos levantar falso testimonio o difamar a alguien de manera injusta. Como bien dice el refrán: las apariencias engañan.
Cuando violamos las leyes de Dios hay incumplimiento y resulta en un pecado y éste trae consigo su propio castigo o consecuencia.
Las consecuencias del pecado son: pobreza, enfermedad, todo tipo de situaciones discordantes y muerte. Nos liberamos de estos males, cuando obramos conforme a la ley Divina en armonía y paz.
Este es el segundo secreto: al trabajar en armonía y paz con las leyes de Dios nos liberamos de las consecuencias que acarrean las violaciones a la Ley Divina.
Josué, el gran conquistador de la Tierra Prometida, en sus últimas palabras al pueblo les exhortó a “temer a Jehová y a servirle con integridad y verdad” (Josué 24:14), echando a un lado todo tipo de idolatría a dioses de otras tierras.
Termina su discurso exhortando al pueblo a que decidieran por ellos mismos a quien iban a servir, si a Jehová o a los dioses paganos, pero que él y toda su familia iban a servir a Jehová. (Josué 24:15)
Un hogar que expresa un profundo respeto a Dios y que le sirve “con integridad y verdad” es un hogar que permanece unido en oración, acción, armonía y paz.
Cuando tú y tu casa le sirven a Dios con integridad y honestidad aseguras una vida de armonía y paz y a su vez te da la valentía para conquistar y vencer los retos que enfrentas en tu vida.
Jehová “Considera al íntegro y mira al justo, porque hay un final dichoso para el hombre de paz.” (Salmos 37: 37)
Hay una generosidad que se pone de manifiesto en aquellos que sirven a Dios con honradez e integridad. Cuando Jesús envió a los doce a predicar el evangelio y la venida del reino de Dios, Les dio instrucciones específicas de cómo conducirse en sus labores evangelizadoras.
Les dijo que cada vez que llegaran a un pueblo nuevo buscaran alojamiento mientras permanecieran allí, y que “en cualquier casa donde entréis, primeramente decid: “Paz sea a esta casa.” Si hay allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él.; y si no, se volverá a vosotros.” (Lucas 10:5,6)
Es interesante observar el papel que desempeñó la paz en ese proyecto evangelizador que Jesús le encomendó a Sus discípulos. Primeramente observamos que la paz les acompaña y en dondequiera que hay paz existe una relación de armonía entre las personas. En las casas donde no haya paz la paz de los discípulos se devolverá a ellos, esto es, no llevará a cabo su acción tranquilizadora y sosegadora.
En el Sermón del Monte encontramos las siguientes palabras del Maestro Jesús: “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.”
El secreto para vivir una vida de armonía y paz es conducirse como un verdadero hijo de Dios.
Un hijo de Dios es todo aquel que reconoce en mente, pensamiento, palabras y acciones que Dios como su Padre, es la Fuente de armonía y paz y, Fuente de su inspiración y guía en todos sus asuntos cotidianos.
Un hijo de Dios acude constantemente a su Padre Dios por sabiduría en la toma de decisiones importantes en su vida y está receptivo a Su sabio consejo. Honra a su Padre como Su digno representante dondequiera que va y dondequiera que está.
El verdadero hijo de Dios es aquel que se conduce de una manera pacífica y armoniosa en el gran escenario de su propia vida.
El secreto para vivir una vida de armonía y paz consiste en estar vigilantes para controlar esos impulsos momentáneos de impaciencia, e intolerancia que conduce a la desesperación y al estrés afectando nuestro organismo y nuestro sistema inmunológico.
El secreto para vivir una vida de armonía y paz consiste en practicar diariamente la presencia de Dios y vivir una vida de oración. Orar por otros es esencial si queremos vivir una vida de oración.
Ayer en nuestro programa Cristianismo positivo, progresivo y práctico conversábamos acerca del poder sanador de la alegría.
Y decíamos que cuando diariamente hacemos una oración por sabiduría y guía divina en el manejo de nuestros asuntos, nos dará paz y armonía a nuestra mente y cuerpo.
Hablábamos también del cantar; y decíamos que si te decides a orar, alabar y cantar podrás desligarte rápidamente de la prisión del dolor o sufrimiento.
Cantar promueve la salud porque acelera la circulación, y una buena circulación es indicativo de buena salud.”
De modo que el secreto de una vida de armonía y paz es vivir una vida de oración, cantando, alabando y dando gracias a Dios.
Les puedo decir que estos secretos que he compartido con ustedes son mis propios secretos, procurando vivir cada día con gozo y entusiasmo por la vida. Si por alguna razón veo que se acerca una situación de reto en mi vida, confío en que podré enfrentarla con armonía y paz depositando toda mi confianza en Dios.
A veces me han señalado que en nuestros servicios devocionales cantamos demasiadas canciones, pero pienso que cuando cantamos canciones con palabras de Verdad ponemos en movimiento fuerzas espirituales que producen armonía y paz en nuestro interno ser y en nuestro entorno.
De manera que les exhorto a que comiencen hoy a vivir una vida de armonía y paz compartiendo estos secretos con sus familiares, y seres queridos.
Dios les bendice porque sabiendo estas cosas las hacen.
Meditemos…
Amén.