El trono del amor divino
“Después me mostró un río limpio, de agua de vida, resplandeciente como el cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero.” (Apocalipsis 22:1)
1. Hace dos semanas yo comencé mi mensaje diciendo: “El tema del amor es uno muy profundo y tiene muchas vertientes. La persona común que no ha despertado espiritualmente conoce muy poco de la verdadera naturaleza del amor.”
2. La semana pasada nuestra amada Nereida nos habló del amor ilimitado y eterno de Dios. Y nos ilustró cómo el Rey David le cantaba y alababa a Jehová con gran gozo expresando su amor a Dios.
3. Y muchas veces cuando escucho hablar acerca del inmenso amor de Dios hacia la humanidad visualizo a Dios como un sol central emanando infinitas radiaciones de amor a cada uno de nosotros.
4. Sin embargo, cuando era niño, Lo visualizaba sentado en Su trono haciendo una lista de las cosas malas que hacía; ciertamente en aquella época mi Dios distaba mucho de ser un Dios de amor.
5. Pero a medida que sigo desarrollando mi relación con Él y una comprensión más profunda de la naturaleza de Dios encuentro que definitivamente existe un lugar dentro de mí en donde Dios ha establecido el trono de Su amor.
6. Y si está en mí tiene que estar en todos y cada uno de ustedes. La pregunta es: ¿por qué se nos hace tan difícil llegar a este lugar o sea a la morada del trono del amor divino que está dentro de cada uno de nosotros? O puesto de otra manera, ¿por qué muchas personas pasan toda una vida ignorando esta gran verdad?
7. Y pienso que una de las razones es por causa de los prejuicios. Juzgamos una cosa o una persona antes de tiempo sin tener un conocimiento completo de ellas. (DRAE)
8. Pensamos que las cosas tienen que ser de tal o cual manera y que deben seguir un determinado patrón de conducta o de desenvolvimiento y rechazamos cualquier otra manera de expresión. Lamentablemente este estado de conciencia nos separa del inmenso y eterno amor de Dios.
9. Así ocurrió con el evangelio, las buenas nuevas que trajo Jesús; se pensó que esto era solo para los judíos y sin embargo Pedro se dio cuenta que el evangelio era también para los gentiles y los gentiles somos tú y yo.
10. Fíjate; el amor divino no hace acepción de personas. Te acepta tal y como eres. No tiene prejuicios y todo lo ve bueno.
11. Y estoy consciente que como humanos tomamos posiciones en cuanto a lo que debe o no debe ser el amor. Cada uno de nosotros tiene una manera muy particular de expresar el amor, o de amar y una definición de lo que es el amor divino.
12. Pero ¿puede acaso definirse el amor divino? ¿Puede definirse Dios? Lo único que podemos afirmar con seguridad es que Dios es amor.
13. Todo esfuerzo en definir algo es un intento para establecer sus límites, y una vez establecemos límites entramos nuevamente en la consciencia de separación entre Dios y cada uno de nosotros y entre nosotros mismos.
14. Por ejemplo, miramos en la TV cómo un grupo de musulmanes se arrodillan y ponen la frente en el suelo implorándole a su Dios, y decimos esa gente están locas, mira cómo se postran suplicándole a Dios. En Unity hemos aprendido que no se debe suplicar que se debe de afirmar, decretar. Pero no te das cuenta que detrás de todo esto hay prejuicio y crítica y la crítica es nuevamente separación.
15. Les pregunto: ¿Creen ustedes que a Dios le importe si te arrodillas y suplicas o si te levantas y afirmas y decretas?
16. ¿Puede el amor del Dios decir a este escucho pero a este otro no?
17. Escuchamos a gente diciendo: “—eso solo lo puede hacer Dios.” Pero qué rápidamente se nos olvida que en “El vivimos nos movemos y somos.” Y que las manos de Dios no son otras que las tuyas y las mías; y que todo lo que hace Dios, lo hace a través de Sus infinitos canales de expresión y puedes estar totalmente seguro de que tú y yo somos uno de esos canales que Dios utiliza para expresar Su ilimitado y eterno amor.
18. Otra razón por la que pienso que se nos dificulta llegar al trono del amor divino es por el miedo. Y el miedo de por sí, puede considerarse un pecado. Y no te culpo si en este momento estás pensando algo así como: “este ministro se ha vuelto loco.”
19. Y si has estudiado sicología, especialmente la sicología del miedo, podrás pensar muchas cosas más, como por ejemplo: “este ministro no sabe que el
miedo es un mecanismo de defensa para mantenernos seguros.”
20. Y si estás pensando así no te juzgo, porque la ciencia que eso es así y también el amor de Dios es tan grande que nos ha permitido tener la libertad de pensar como queramos.
21. Pero digo que el miedo es un pecado porque cuando tenemos miedo no estamos reconociendo la omnipresencia y mucho menos la omnipotencia de Dios; porque estamos colocando al miedo en medio de Dios y cada uno de nosotros. El miedo se ha posicionado como un obstáculo para el reconocimiento de Dios como lo que Él realmente es. Le hemos dado más poder al miedo que el poder que Dios tiene en nosotros.
22. Y esto es una violación al primer mandamiento en donde Jehová Dios dice: No tendrás dioses ajenos delante de mí. O sea no tendrás nada que se interponga entre tú Yo, dice Jehová Dios. Dios desea establecer una íntima relación con cada uno de nosotros, igual que la que siempre tiene con Jesucristo.
23. El pecado es esencialmente error, y cuando actuamos erróneamente entonces pecamos. Y desde esta perspectiva el pecado no es una falta moral, es incapacidad para ver la Verdad tal y como es.
24. El miedo produce separación y alejamiento. No podemos llegar al trono del amor de Dios que mora en cada uno de nosotros con una consciencia de temor.
25. Otra razón por la cual se nos dificulta llegar al trono del amor es por causa del egoísmo.
26. La palabra egoísmo viene de ego. Y antes de atacarlo tenemos que reconocer que en nuestra presente condición humana el ego desempeña un rol importante. Porque si es cierto que somos seres espirituales también somos seres personales.
27. Y nuestra persona necesita de un yo personal que la represente. Y esto de por sí no está mal. Lo que no es correcto es endiosar ese yo personal y enorgullecernos de la persona que somos convirtiendo el ego en el centro de lo que somos.
28. Este estado de consciencia se llena de avaricia y vanidad rindiendo culto y adoración excesiva a lo humano a costa de lo divino en cada uno de nosotros. Y el amor visto desde el ego se convierte en narcisismo. Y nuevamente este estado de consciencia nos separa de los demás y por ende de Dios.
29. En palabras sencillas nuestro ego siempre debe tener un papel secundario aunque necesario para expresar la persona que somos.
30. Nuestra divinidad es y siempre debe estar por encima de la personalidad; cada cual desempeñando el rol que le corresponde. Primero es siempre nuestra divinidad, porque es la esencia de lo que somos y segundo, nuestra personalidad. Esa debe ser la justa relación entre una y la otra.
31. Jesús nos enseñó la importancia de la humildad en el desenvolvimiento de nuestro potencial espiritual. Y Juan el Bautista, que representa nuestro intelecto iluminado, se encargó de decirnos que nuestra personalidad debe menguar para que brille nuestra individualidad que es Cristo en nosotros, nuestro ser espiritual. Juan dijo: “Es necesario que él crezca y yo disminuya.” (Juan 3:30)
32. El trono del amor divino está situado en el centro de nuestra individualidad y para expresarlo poderosamente tenemos que hacerlo por medio de nuestra personalidad.
33. Pero la personalidad tiene que entender que está al servicio de nuestro ser espiritual. Y así como Juan representando la intelecto iluminado le sirvió a Jesús, el Cristo, bautizándolo en el Jordán, tu persona deberá servir al Cristo de tu propio ser.
34. Y en el centro del Cristo de tu ser mora el trono del amor divino. Búscalo y lo encontrarás, y sentirás el calor de un sol central emanando infinitas radiaciones de amor y compasión por los demás.
35. De modo que en la medida que menguamos nuestro egoísmo va creciendo nuestra capacidad de expresar el amor divino.
36. ¿Qué hacer para llegar al trono del amor divino? El amor divino es el poder unificador más grande del universo.
37. Quita toda barrera que se interponga entre tú y el trono de amor de Dios en ti. Recuerda que nuestra función como seres humanos es la expresión, esto es, presionar hacia afuera toda nuestra divinidad.
38. Elimina todo tipo de prejuicio de cómo deben ser nuestra relación con Dios y con las demás personas. No hay una sola manera de adorar a Dios, hay muchas maneras de adorarlo.
39. Lo importante es que “que debemos adorarle en espíritu y en verdad.” Y esto para mí significa que demos ser sinceros en nuestra adoración a Dios. No vamos a adorar a Dios para que otros nos vean adorarlo, como hacían
los fariseos, lo adoramos porque lo amamos en espíritu y en verdad. ¡Esto es suficiente! Y en cuanto a la expresión externa de nuestro amor y adoración existen muchas y diversas maneras de hacerlo como seres humanos existen en este planeta.
40. No existe una raza que esté más cerca de Dios, pues el que más se acerca de Dios es aquel que está dispuesto a seguir incondicionalmente la voluntad de Dios y a amar sin condiciones y a aceptarte tal como eres.
41. Deja de rendirle culto al miedo; al final del día el miedo es ausencia de amor.
42. Deja de rendirle culto a tu personalidad y ocúpate más de expresar al Cristo que mora en ti. Aprende a ser humilde así como Jesús fue humilde.
43. Yo pienso que si puedes hacer esto lograrás alcanzar el trono del amor divino que mora en ti. Ahí te sentarás en unidad con Dios expresando toda la plenitud del amor divino en y a través de ti.
44. Y finalmente quiero señalar y dejar claramente establecido que esto que he dicho no es utopía sino una realidad alcanzable.
45. Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.
46. Meditemos… amén.