Alégrate, hay gozo en el espíritu
“… porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu.” (Romanos 14:17)
Estoy seguro que ustedes han visto a personas cargando una Biblia debajo del brazo con caras de tristeza y melancolía. Por lo menos yo los he visto. Y me pregunto por qué están tristes.
A algunos de ustedes les he comentado que me llamaba la atención cuando pasaba frente de una Iglesia por la Ave. 27 de Febrero entre la Ave. Churchill y la Ave. Abraham Lincoln que tenía unas palabras escritas en la entrada que decían: “Pare de sufrir.” Y siempre comentaba que lo más probable era que estaba llena de personas sufrientes.
Y me preguntaba cada vez que pasaba por ese lugar ¿por qué se identificaban con el sufrimiento en lugar de identificarse con el gozo en el Espíritu? Porque pienso que el sufrimiento trae consigo privación, limitación e ignorancia acerca del conocimiento de la Verdad.
Todavía prevalece en la consciencia de la raza la noción de que para ganarse el derecho de entrar en el cielo tenemos que sufrir aquí en la tierra. Y esa noción no es nueva, viene desde la Edad Media en donde la iglesia se encargó de mantener el feudalismo predicando a las masas que era necesario sufrir para ganarse el derecho de entrar en el reino de los cielos. De esta manera se mantuvo a las masas tranquilas, sin revelarse mientras los siervos le servían a la nobleza y al clero. La iglesia tenía mucho poder y lo que decía la iglesia quedaba establecido.
Pero hoy a la luz del Nuevo Pensar sabemos que el reino de los cielos está en nuestro interior, y la entrada a él depende totalmente de cada uno de nosotros y especialmente de nuestro estado de consciencia y nuestro deseo de unificarnos con Dios haciendo Su voluntad.
Puedo decir sin lugar a equivocarme que nuestra comunidad espiritual es alegre por naturaleza. Y eso lo vemos en nuestras canciones, especialmente las que han sido escritas por nosotros mismos.
Cada canción contiene es sí misma la consciencia del que la escribió, un reflejo de su naturaleza espiritual.
Y cada día vemos más y más movimientos de alabanza y adoración a Dios. Por la televisión vemos a multitudes congregados cantando y alabando a Dios. Veo y siento alegría y gozo cuando observo a estas multitudes cantando y alabando. Pero sin embargo, noto que todavía su alegría y gozo está fundamentado en un Cristo, en un Dios fuera de ellos.
Y aunque esto no está mal porque sabemos que Dios está en todas partes, entiendo que tanto la alegría como el gozo son estados de ánimo internos y como tal su campo de acción está dentro de cada uno de nosotros.
Pero existe una gran diferencia entre aquel que se alegra cuando le canta a un Dios externo y el que se alegra cuando reconoce la interna Presencia de Dios en su propio ser.
El primero, tiene su inspiración en una Fuente externa, el segundo en una realidad interna. Y aunque la Fuente es la misma, tanto afuera como adentro, las apariencias externas nublan la verdadera esencia de la Fuente y nos parece que a veces, por decirlo así, el ánimo del mismísimo Dios cambia cuando en realidad no es así.
De esto hablamos en el mensaje de la semana pasada. Pero cuando te digo: Alégrate, hay gozo en el espíritu, me estoy refiriendo a un estado de ánimo interior en ti, rodeado de pensamientos gozosos y alegres por causa del reconocimiento de esa Fuente divina en tu interior y de donde “brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:38)
Esa Fuente que es Cristo “es como manantial de aguas, cuyas aguas nunca se agotan.” (Isaías 58:11) Y aunque escrito está, la escritura de por sí no es suficiente para que tengas un verdadero reconocimiento de la realidad de esto; tienes que vivir tu propia experiencia de esta gran Verdad.
La Escritura dice: “Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz… y en ti amanecerá Cristo y en ti será vista su gloria” (Isaías 60: 1,2 parafraseado)
Y la luz trae consigo alegría y gozo en el espíritu. Hace unos días estuve viendo un documental en National Geografic. Se trataba de una expedición que realizaron un grupo de ingenieros que se dedicaban a instalar paneles solares para producir luz a lugares remotos donde no había posibilidad de conectarse a un sistema de distribución eléctrica.
El documental relata en detalle la travesía de este grupo de ingenieros a la región del Himalaya y cómo tuvieron que acostumbrarse a la altura en donde tenían que respirar más hondo porque la presión del aire era menor y era necesario inhalar más para que el caudal de aire llenara los pulmones. Hubo personas que se marearon pero siguieron adelante.
La mayor parte del viaje fueron transportados por vehículos y camiones hasta que llegaron a un punto donde ya no era posible seguir. Entonces se encontraron con un grupo de voluntarios nativos que les ayudaron descargando los paneles solares que eran muy frágiles y amarrándolos a sus espaldas los cargaron durante la última parte del viaje. Era un largo trayecto que tuvieron que caminar hasta llegar a la comunidad.
Esta comunidad, totalmente aislada, situada en las alturas del Himalaya, tenía más del mil años establecida en el mismo lugar pero nunca había tenido luz eléctrica. La expedición finalmente llegó y comenzaron a trabajar en la instalación de los paneles solares, los controles eléctricos, y los circuitos de luz en toda la comunidad. pasaron muchos días de arduo trabajo, pero finalmente llegó el día en que la instalación del sistema terminó y el proyecto se completó.
Entonces, esperaron hasta el anochecer, todos estaban a la expectativa de lo que iba a ocurrir (tomen en cuenta que estos nativos nunca habían visto luz eléctrica) y cuando todo estuvo totalmente oscuro el líder del grupo activó el conmutador central y se vio de repente toda la comunidad iluminada. Las cámaras captaron ese momento cuando la luz llegó a toda la comunidad. Los rostros de los nativos se veían radiantes y gozosos de tener luz eléctrica por primera vez después de haber estado más de mil años alumbrados con velas y lámparas de kerosene. Todos celebraron bailando y cantando. Y ahora tenían energía eléctrica a un costo menor que antes.
Y ciertamente la luz trae gozo, alegría y celebración. Pero dentro de cada uno de nosotros está la luz de Cristo una luz que tú y yo debemos descubrir, disfrutar y celebrar para que haya verdadero gozo en nuestros corazones y nuestro gozo sea completo.
Cuando descubrimos esa luz en nuestro interior no solo estamos gozosos sino que sabemos y sentimos que nuestro gozo, siempre viene de la Presencia de Dios, de nuestro Ser espiritual, y que depende de nosotros y somos nosotros quienes decidimos si permanecemos en ese gozo o no.
Nuevamente en un asunto de consciencia. Tienes que saber que la felicidad es una opción que tú tienes ya que puedes optar ser feliz o infeliz; es una elección que tú haces.
Lamentablemente, en lo humano hay muchas razones por la cuales puedes sentirte infeliz. Y también muchos mitos acerca de lo que nos hará feliz.
Por ejemplo, alguien dirá: “cuando termine mi carrera universitaria y comience a trabajar seré feliz. O, cuando tenga el empleo de mis sueños seré feliz. O, cuando encuentre un empleo que me pague más dinero, seré feliz. O, cuando encuentre al hombre o la mujer perfecta y me case con él o ella seré feliz. O, cuando tenga mi casa propia seré feliz. O, cuando tenga una casa más grande y más cómoda seré feliz, o cuando tenga un carro seré feliz,” y así por el estilo. Y sabemos que este tipo de mitos nos trae una felicidad que es pasajera.
Pero una vez que reconocemos que nuestro gozo viene del Espíritu, esto no se puede quedar ahí, tenemos que expresarlo en el reino de la acción externa. ¿A qué me refiero? Me refiero que tienes y debes hacer cosas concretas que te ayuden a mantenerte en un estado de gozo y alegría no solo para ti sino para que puedas compartirlo con los demás.
En un artículo que encontré en MSM, se describen ciertas cosas que puedes hacer para sentirte feliz. Una de ellas es realizar actos de generosidad para otras personas. Ayudando a otras personas nos hará sentirnos bien con nosotros mismos.
Otra es, estableciendo relaciones de amistad significativas. Cuando hacemos eso, llenamos una gran necesidad social que como seres humanos tenemos y esto nos hará sentir felices.
De manera que si tienes un buen amigo con quien hace mucho que no hablas coge el teléfono y dale una llamadita. Conversa con él o ella y tal vez de ahí sale la idea de juntarse y compartir de una manera significativa en amistad y en verdad.
O escríbele algo significativo expresándole que realmente valoras su amistad.
Otra cosa que puedes hacer es darle propósito y sentido a tus actividades. La felicidad y el gozo es más bien un viaje que un destino en sí. Es un proceso y no un resultado en particular. A ti te digo que para ser feliz tienes que disfrutar el viaje y el proceso.
Cuando mi hija Aidita jugaba boliche, a veces se ponía muy triste cuando fallaba en sus jugadas. Recuerdo que siempre le decía “disfruta el juego, disfruta el proceso”.
Como puedes ver, todas estas cosas salen y dependen de ti, y son expresadas a través de ti, y yo considero que aquí está la clave de nuestra felicidad y gozo.
Mira a la persona que tienes al lado y dale tu mejor sonrisa y dile: ¡qué bien me siento a tu lado, me siento feliz!
Fíjate que cuando decimos estas cosas hay gozo en nuestro espíritu, hay gozo en nuestro ánimo interior. En realidad si vienes a ver, no se necesita gran cosa para sentir gozo y felicidad. Las pequeñas cosas que hacemos por los demás, nuestras palabras agradables y amorosas dichas con el corazón a nuestros seres queridos y a toda aquella persona con la que hacemos contacto nos ayudan a mantenernos en un estado de gozo y felicidad.
Y nunca te olvides de perder tu sentido del humor, pues esta actitud te ayudará a mantenerte con un espíritu joven disfrutando y celebrando cada vez más la vida.
Meditemos.
Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.
Amén.