Gracias Dios por las lecciones aprendidas
“Porque todo lo que Dios creo es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias.” (1 Timoteo 4:4)
Cada vez que reflexiono sobre mi relación con Dios encuentro que la vida es una escuela, llena de lecciones que tenemos que aprender. Algunas las aprendemos por experiencia propia y otras por medio del conocimiento de la Verdad.
Las enseñanzas de Jesús son lecciones universales y eternas, y más que lecciones son principios de justa acción que nos ayudan a alinear nuestras relaciones con las demás personas y especialmente con nuestra relación con Dios.
Una de las grandes lecciones que he aprendido en este movimiento espiritual llamado Cristianismo Práctico es que tengo que aprender a amarme a mí mismo para poder amar a los demás. El mandamiento que nos dejó Jesús fue: Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.
Cuando supe acerca de este gran mandamiento por primera vez no vi la importancia de amarme a mí mismo para poder amar a los demás. Pensé que era más importante amar a los demás que a mí mismo.
Pero he aprendido que toda reforma verdadera y permanente comienza de adentro hacia afuera y por esta razón es importante comenzar conmigo mismo primero.
Hoy sé que cuando me amo a mí mismo estoy amando a la Plenitud de la divinidad que vive corporalmente dentro de mí, Dios individualizado en mí. Y a Él lo reconozco como la parte esencial de lo que soy, como Fuente de amor inagotable que irradia su poder desde adentro hacia afuera.
He aprendido que cuando permito que ese poder salga sin restricción alguna de mi parte éste hace un trabajo sanador, irradiando armonía y paz en todos aquellos con quien hago contacto. Pero para que esto ocurra tengo que comenzar amándome por lo que soy real y verdaderamente. Esta es una gran lección y por eso doy gracias a Dios.
En su libro Prosperidad, Charles Fillmore nos dice que: “El hogar es el corazón de la nación. El corazón es el centro del amor. El amor es el poder de atracción más grande del mundo… De modo que el corazón del hombre o el hogar que es el corazón de la nación deben ser iluminados con el amor de Dios, y entonces se convierte en un magneto atrayendo a sí mismo todo bien de todas partes.”
Recientemente se llevaron a cabo las elecciones en los Estados Unidos y los resultados llenaron de asombro al planeta entero. Nadie pensó que el candidato republicano fuera a ganar. Todos saben que fue una de las campañas electorales más bajas e insultantes que ha habido en la historia política de los Estados Unidos de América.
Sin embargo, un par de días después en la mañana le comenté a mi esposa acerca de los resultados, recuerdo que le dije que el gobierno de los Estados Unidos se había olvidado de su propia gente por estar enfocado en resolver los problemas de otros países, y del mundo, descuidando su propia economía y el bienestar general de su gente.
Y que el candidato republicano les hizo saber al pueblo que si él era elegido Presidente iba a hacer de América una nación rica nuevamente. Y que para él lo primero era la gente. Yo pienso que cuando él dijo estas palabras todos los que le escuchaban pensaron lo mismo. Como quien dice: “por fin tenemos un candidato que se ocupará de nosotros primero.” Claro está, por sus frutos los conoceréis. Esperemos y veamos los resultados.
El punto es el siguiente: si quieres ayudar a los demás tienes que comenzar ayudándote a ti mismo. Si quieres amar a los demás tienes que amarte a ti mismo. Esa es una gran lección y por esto doy gracias a Dios. Otra lección que aprendí fue la siguiente: cuando encuentres que tu vida está desencajada busca reconocer la Presencia de Dios y Su rol en tu vida.
Hay ocasiones que nos sentimos que estamos en un lugar donde no pertenecemos. Puede ser que estamos trabajando para una empresa con la cual no nos identificamos. O podría ser que estamos viviendo en un país extraño por las razones equivocadas, sin amigos ni familiares, estamos solos y no estamos viviendo nuestra vida a plenitud y mucho menos disfrutándola cada día. O podría ser que estamos forzando una relación, o sea buscando encajar en una relación por motivos erróneos.
Cuando esto ocurre busca reconocer la Presencia de Dios en tu vida, y abre tu mente y dale una oportunidad para que Dios dirija tu vida. Piénsalo bien, si por tus propios esfuerzos no has podido encajar, permite y deja que Dios te encaje. Después de todo, Dios es Sabiduría Infinita y sabe más de ti de lo que tú te crees. Él sabe qué es lo mejor para ti. Ahora la clave del asunto es soltar el control de tu vida y entregárselo a Dios. Estar receptivo a Su instrucción y a Su guía y obedecerlo ciegamente. Esto es verdadera fe en Dios.
La mayoría de nosotros conocemos la historia de Abraham. Esta llega a su punto más dramático cuando Dios ordena a Abraham a que sacrifique a su único hijo Isaac.
Abraham sin mostrar ningún tipo de resistencia se dispone a cumplir esa orden divina; y por haberse mantenido fiel a Dios en la prueba suprema, justo antes de matar a su hijo, “el ángel de Jehová… le dijo: —No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, pues ya sé que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste a tu hijo, tu único hijo.” (Génesis 22:12)
Las Escrituras dicen que el ángel de Jehová llamó a Abraham por segunda vez y le dijo: —Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de tus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz. (Génesis 22:16-18)
¿Quién de nosotros estaría dispuesto a tener la fe de Abraham y sacrificar su único hijo? ¿Quién estaría dispuesto a dar su vida en obediencia a la voluntad de Dios? A éste último Dios, lo levantó y lo puso al frente de toda la raza humana, lo hizo Rey de reyes con un Reino inconmovible que no tiene fin.
De modo que toma estas lecciones aprende a soltar y a confiar y tener fe en Dios para que transformes tu vida y encajes de una vez por todas. La lección es que encajamos verdaderamente cuando permitimos que Dios cumpla Sus propósitos divinos a través de nosotros. Esta es una gran lección y por esto doy gracias a Dios.
Otra lección que aprendí a temprana edad fue la siguiente: cuando sufres un desengaño en tus relaciones busca a quién has engañado en el pasado. La lección fue clara, rectifica tu comportamiento, sé honesto y no trates de engañar a nadie, ni tratar de sacar ventaja de nadie a expensas del bienestar de la otra persona. Esto es Ley Divina, y cuando violamos la ley sufrimos las consecuencias de tal violación, consecuencias que pueden ser devastadoras en nuestras vidas. En otras palabras, toda persona con la que tratamos se merece respeto y consideración.
Otra gran lección fue: Cuando vences el miedo al sufrimiento grandes bendiciones llegan a tu vida. Esta lección me enseñó a ser honesto conmigo mismo y honesto en el trato a las demás personas. Aunque esto signifique estar expuesto al sufrimiento que trae consigo una traición. ¿No es así?
Otra gran lección aprendida es: El fracaso es Dios abriendo puertas a un bien mayor. Cuando fracasas en un proyecto o una empresa es Dios diciéndote: “eso no es para ti, tengo algo mucho mejor que será de mayor beneficio para ti.” Cuando opté por abrirme a la guía e instrucción de Dios grandes bendiciones vinieron a mi vida.
Una última lección que deseo compartir con ustedes es la siguiente: Tu verdadera profesión o tu verdadera vocación salen del anhelo de tu corazón. Una de las actividades que más disfruto es el arte de la enseñanza. Me gusta mucho tomar ideas complicadas y explicarlas de manera sencilla. Un ejemplo de esto es lo que estoy haciendo actualmente en el programa de radio que ofrecemos todos los sábados.
En este momento estamos estudiando el libro Cómo dejar que Dios te ayude, escrito por M. Fillmore. Ese es un libro bastante complicado, pero disfruto mucho desmenuzarlo y dar ejemplos de los principios que ella presenta en su libro. También disfruto mucho buscar maneras de decir lo mismo utilizando palabras más sencillas.
Esta es una actividad que me da mucho placer y mucho gozo de llevar a cabo. Cuando llevo a cabo esto me siento que estoy en sintonía con el plan de Dios para mí. Y por esto doy gracias.
El apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo escribió: “Porque todo lo que Dios creo es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias.” (1 Timoteo 4:4)
Y es así, el plan de Dios se sigue desenvolviendo en mi vida a la manera de Dios y es bueno. De la misma manera se desenvolverá en ti si se lo permites.
Pues la sabiduría divina nos muestra que este plan no es para desecharse, que debemos tomarlo con acción de gracias porque todo lo que Dios crea es bueno.
Y damos gracias porque sabiendo estas cosas las hacemos. Meditemos….