La Oración: Fuente de Fortaleza
“Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.”(Mateo 21:22)
¿Qué sería de la humanidad si no existiese la oración? ¿Y qué será de aquel ser humano que no haya reconocido la plenitud de la divinidad que vive corporalmente en él?
Puedes haber tenido una buena educación académica, puedes haber adquirido grandes conocimientos técnicos, puedes haber alcanzado poder y grandes riquezas, y haber disfrutado de todos los placeres que le vida nos ofrece; pero al final sin un conocimiento de la presencia de Dios, todo esto es vanidad.
Hay quienes buscan satisfacción en las cosas materiales; ¿y quién de nosotros en algún momento de su existencia no ha buscado satisfacción en lo material y en los placeres?
“Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente lo hace que entienda”(Job 32:8)
Esto es un discernimiento profundo acerca de la verdadera naturaleza del hombre y su asociación con Dios.
Sabemos, porque escrito está, que Jesús se retiraba e iba “al monte a orar.” Literalmente esto significa que se apartaba y acudía a un lugar alto para estar en íntima asociación o comunión con Dios.
Todos sabemos que orar significa hablar con Dios. Yo diría que cuando hablamos con alguien entramos en una relación o asociación con esa persona.
Pero muchos de nosotros hablamos y no escuchamos porque estamos tan centrados en nosotros mismos, en nuestros propios criterios que no ponemos atención a las ideas y planteamientos de la otra persona y por esta razón surgen problemas en nuestras relaciones con los demás.
Así mismo ocurre cuando oramos, pedimos, con una idea preconcebida de la forma y manera que ese bien ha de llegar a nuestras vidas y no permitimos que llegue de ninguna otra manera cerrando así todas las posibilidades y avenidas mediante las cuales Dios puede proveernos del bien que buscamos. Muchas veces pedimos y no sabemos qué es lo que realmente necesitamos. Cuando te encuentres en oración y pidas algo siempre pregunta ¿para qué? Por ejemplo: muchas personas van a oración para pedirle a Dios que se saquen el premio mayor de la lotería. Debemos pedir para la satisfacción de nuestras necesidades. Tú no tienes necesidad de sacarte el premio mayor de la lotería.
Antes de pedir debes entender cuáles son tus verdaderas necesidades. Sé honesto contigo mismo y no pretendas ignorar lo que está pasando dentro de ti. Si estás confundido y no sabes qué hacer pide guía divina, o sabiduría.
Si necesitas un vehículo de transportación pide por el transporte perfecto para ti. Si necesitas comida pídele a Dios que te provea el alimento perfecto. Pero no pidas sacarte el premio mayor de la lotería porque en espíritu y en verdad tú no necesitas sacarte el premio mayor. Lo que necesitas es establecer una relación enriquecedora con Dios para que Su Espíritu Divino sea Fuente Inagotable de Provisión en ti y a través de ti. Lamentablemente tenemos que aprender a pedir, porque muchas veces pedimos lo que no necesitamos.
Ahora bien, existe, hay, y siempre habrá una necesidad espiritual en el ser humano. Esta necesidad es una mayor consciencia de la presencia de Dios en nuestras vidas y una más íntima asociación con Dios y la oración es el vehículo mediante el cual logramos esto. Jesús fue testigo y ejemplo de la necesidad de apartarnos y subir al monte a orar. Si esto fue necesario para Jesús no es menos cierto que es necesario para ti y para mí. El corredor que gana el primer lugar en una carrera de 400 metros puede permanecer en tercero o cuarto lugar la mayor parte de la carrera. Pero es ese segundo aire el que lo coloca en primer lugar justo antes de llegar a la meta. En los momentos en que nuestras fuerzas palidecen ante los desafíos de la vida, la oración nos ofrece ese “segundo aire” que necesitamos para vencer.
Pablo estuvo en la cárcel experimentando una situación difícil física y económicamente. Aunque por medio de la fortaleza física Pablo no podía remediar su situación personal él sabía que por medio de la fortaleza espiritual él podía trascender la limitación. Esto lo llevó a exclamar: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13)
Tú y yo podemos y debemos hacer lo mismo cuando estamos pasando por situaciones difíciles en nuestras vidas. Cuando sabemos que por nuestros propios esfuerzos no vamos a lograr cambiar las cosas, podemos y debemos acudir y la oración y pedir fortaleza espiritual para trascender la limitación.
Es en este sentido cuando nos referimos a la Oración como Fuente de Fortaleza. Sabemos que lo que es imposible para el hombre abre las puertas para que Dios pueda hacer el trabajo a través de nosotros.
Pero podrías protestar de que tus oraciones no son contestadas, o que es difícil apartarte e ir a tu interior para entrar en una comunicación con Dios; o qué no sabes qué hacer para orar efectivamente. Y aunque esto sea cierto, tal vez no hayas aprendido a orar correctamente.
Las Escrituras nos dicen que uno de los discípulos se acercó a Jesús y le pidió que le enseñara a orar así como Juan le había enseñado a sus discípulos. Y así como el discípulo le pidió a Jesús que le enseñara a orar tú le debes pedir a Dios que te guíe en la oración y que te muestre como orar eficazmente.
¿Cómo tú debes orar a Dios?, solo Dios lo sabe y te lo revelará. Tu parte es comenzar separando un tiempo para ir en oración diariamente.
No obstante, te puedo dar algunas sugerencias y condiciones necesarias que debes observar al momento de ir a oración.
Primero: debes reconocer a Dios como Padre. En este reconocimiento debe haber sinceridad y honestidad. Estos sentimientos tienen que estar presentes en ti en este reconocimiento. Segundo: debes reconocer tu unidad con Dios. En este reconocimiento de unidad recordamos las palabras de Jesús orando a Dios por unidad. Él dijo: “Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” (Juan 17:22) Tercero: debes hacer tu oración internamente, “al abrigo del Altísimo” (Salmo 91). Esto es, este proceso es interno y el ámbito en donde ocurre esta actividad es en tu interior.
Cuarto: debes cerrar la puerta para todos los pensamientos e intereses del mundo externo. Esto requiere que eches a un lado todo pensamiento de ganancia externa y estés atento a la voz y a la voluntad de Dios.
Esta cuarta condición es un punto crítico en nuestra oración. Tienes que estar dispuesto a escuchar y a renunciar a todo tipo de interés preconcebido. En nuestra relación con Dios como Padre los primeros tres pasos nos conducen por un proceso de cambio lento y reversible. Lento en el sentido que requiere mucha práctica y disciplina crear el hábito de la oración y de elevar nuestro estado de conciencia. Pero es también reversible en el sentido de que sino seguimos con esta práctico podemos volver al anterior estado de consciencia. Este cuarto paso nos lleva a un punto de inflexión en cuanto a nuestra relación con nuestro Padre Dios se refiere. Permítanme explicarles qué significa todo esto.
Por ejemplo, cuando somos niños nuestros padres terrenales son lo máximo y generalmente hacemos lo que ellos nos pidan. Pero a medida que vamos creciendo y ejerciendo nuestra propia voluntad vamos actuando por cuenta propia sin tomar en consideración necesariamente el concejo sabio o la voluntad de nuestros padres.
Este cuarto paso requiere que aceptemos la voluntad de Dios sin cuestionamientos nos guste o no porque hemos conocido la Verdad de que la voluntad de Dios es el bien absoluto para cada uno de nosotros.
La quinta condición es creer que has recibido. “Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” (Marcos 11:24)Debes creer que recibirás no necesariamente lo que has pedido sino lo que Dios tiene para ti, que siempre es igual o mejor de lo que has pedido.
Sexto: debes buscar primero el reino de Dios y desearlo sobre todas las cosas. Jesús enseño este principio espiritual y lo practicó todo el tiempo. ¿Estas poniendo en práctica este principio en tu vida diaria? Séptimo y último: Debemos soltar mentalmente todo tipo de pensamiento de falta de perdón. El perdón es liberación y nos ayuda a purificar nuestra alma.
En la liberación del pasado encontramos nuevas fuerzas para levantarnos y como el águila volar a nuevas alturas espirituales.
Tú que me escuchas ahí sentado, si quieres mejorar tu estado de salud, comienza a orar. Si quieres recobrar tus fuerzas y adquirir mayor fortaleza espiritual, comienza a orar por fortaleza. Si eres cobarde y quieres ser valiente, comienza a orar por valentía y fe. Si quieres adquirir mayor paciencia, ora sin cesar. Si quieres adquirir sabiduría, pídesela a Dios en oración. Si deseas amar incondicionalmente, comienza a perdonar cuando estés orando.
Y si quieres alcanzar un próximo nivel en tu desenvolvimiento espiritual que tu oración sea” “Padre, que no se haga mi voluntad sino la tuya.”
Bienaventurado eres si oyendo la Palabra de Dios la obedeces.
Dios te bendice. Amén.