Levántate a una conciencia de gratitud
“Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6)
Hoy día es tan fácil quejarse por el auge de la criminalidad, por los altos costos de la canasta familiar, por la inmigración rampante, por el aumento en el consumo de drogas, por la desintegración de los valores humanos y por la corrupción en todos los niveles de la sociedad.
Y más fácil aun es echarle la culpa de todos estos problemas sociales al gobierno de turno, como si este fuese responsable de todos los males sociales.
Es muy fácil ver la mitad de la copa de agua vacía, el punto negro en una sábana blanca, y lo que a nuestro juicio hace falta en nuestras vidas para ser felices, saludables y prósperos.
Y en general hay muchas cosas por las cuales sentirse infeliz. Puedes sentirte infeliz porque piensas que no tienes tiempo suficiente para disfrutar con tus seres queridos, tiempo para compartir con la familia.
O puedes sentirte infeliz porque no tienes un compañero o compañera con quien puedas compartir tu vida; pero también puedes sentirte infeliz por el compañero o la compañera que tienes a tu lado por las peleas y discusiones que sostienen a diario pensando que nunca se acabarán, porque nunca llegaran a comprenderse o a aceptarse el uno al otro.
En una conversación casual que sostuve con mi padrino estuvimos hablando de la situación personal de un primo lejano. Nuestro primo, Charlie, para aquel tiempo, era un profesional exitoso, empleado de una gran corporación multinacional. Sucedió que se le ofreció una oportunidad de progreso dentro de su compañía pero tenía que mudarse a los Estados Unidos.
Lo consultó con su bella y amada esposa pero ésta no quería mudarse para no dejar a sus padres solos. El tiempo llegó en que él tenía que decidir entre su trabajo o su esposa; y tomó una decisión. Decidió divorciarse de su esposa y trasladarse a los Estados Unidos. Pensó que esa no era la compañera que él quería tener a su lado.
De ahí en adelante fue muy infeliz en su vida personal. Al reflexionar sobre esta situación, mi padrino comentó: “Charlie, es tremendamente infeliz, pero es un buen gallo de pelea.”
Traigo este ejemplo porque muchas veces cuando somos infelices es muy fácil sentarnos en una esquina a llorar y a lamentarnos de nuestra situación y no hacer nada al respecto. O por el contrario a orar y a esperar un milagro de Dios.
Pero la verdad es que para levantarnos de estos estados depresivos tenemos que “echar la pelea”. Cuando te caes al piso lo primero que tienes que hacer es levantarte, sacudirte del polvo y seguir caminando.
Puede que camines con dificultad al principio pero es importante seguir caminando, pues al paso se van arreglando las cosas.
Anoche precisamente estuve conversando con un viejo amigo. Me dijo que el siempre tuvo temor de la enfermedad que le había costado la muerte de su madre y hace 8 años le diagnosticaron la misma enfermedad a él, cáncer en los intestinos.
Le hicieron una intervención quirúrgica en donde le removieron parte de sus intestinos y luego de la cirugía le recetaron 30 tratamientos de quimioterapia. En la vigésimo séptima visita él le dijo al doctor que “sea lo que Dios quiera” y terminó su tratamiento porque no aguantaba más.
Anoche me dijo que le daba gracias a Dios todos los días por un día más de vida. Creo que cuando dijo “sea lo que Dios quiera” le permitió a Dios tratar directamente con su vida y no seguir el tratamiento designado por sus doctores.
Dios decidió prolongar su vida; ocho largos años han pasado desde aquel incidente, jamás ha vuelto a los doctores para esto. Para mi asombro me dice que lee la Palabra Diaria y que dentro de las organizaciones sin fines de lucro a las cuales él le envía ofrendas está Unity.
Todos tenemos que tomar decisiones, algunas serán buenas decisiones y otras no tan buenas. Pero a ti que me escuchas te digo que debes tomar una decisión importante en tu vida y es si vas a seguir lamentándote por los infortunios de tu vida o vas a levantarte a una conciencia de gratitud.
Mi primo tal vez no expresó una actitud de gratitud a Dios y tuvo que lidiar con su decisión. Mi amigo, tomó su decisión de entregarlo todo a Dios y de dar gracias; y hoy ocho años más tarde sigue dando gracias.
Por nada estés angustiado, pídele a Dios en oración y con acción de gracias. Pídele creyendo que lo recibirás.
Tu vida se basa en relaciones, y tus relaciones con los demás dictarán que clase de vida vas a vivir. Si tus relaciones son mediocres, lo más probable es que tu vida sea mediocre. Pero por el contrario, si tus relaciones son de alta calidad vivirás una vida superior.
Ahora bien todo comienza de adentro hacia afuera y el comienzo de toda buena relación comienza contigo mismo. Piensa por un momento que clase de relación tienes contigo mismo, ¿te pasas echándote culpas por tus errores pasados? Si te estás culpando a ti mismo por lo que hiciste tu enfoque está en el error y no en la verdad.
Es importante que aprendas que por nada debes estar angustiado, y que Dios está para ayudarte, pero a ti te toca dar el paso para levantarte ya sea en oración o en acción.
Cuando te levantas a una conciencia de gratitud reconoces quién realmente eres. Procura que cada vez que des gracias salga desde el centro de tu amor, que es del corazón.
Procura sentir el fluir de la energía de gratitud impregnando todo lo que tengas a tu alrededor. ¿Puedes visualizar esta dinámica espiritual? Si no lo has hecho nunca, inténtalo, comienza en este momento a visualizar el movimiento de adentro hacia afuera de la energía dinámica de la gratitud a medida que das gracias.
Jesús conocía la importancia de tener una conciencia de gratitud; y lo demostró en varias ocasiones antes de hacer Sus demostraciones y cuando estuvo reunido con Sus discípulos.
Jesús es el modelo a seguir, vino para señalarnos el camino y ciertamente nos mostró la importancia de tener una actitud de gratitud. Nos mostró como una actitud de gratitud nos permite abrir el camino a grandes demostraciones en nuestras vidas.
Si estás deseando mayor, salud, prosperidad o felicidad sea lo que estés deseando comienza a dar gracias por lo que tienes. Entrégale tu presente condición a Dios y comienza a dar gracias. Eso fue precisamente lo que hizo que mi amigo sobreviviera al cáncer.
Si tu autoestima está baja comienza a dar gracias a Dios por lo que realmente eres, un hijo de Dios hecho a Su imagen y semejanza. Comienza a reconocer que dentro de ti mora un reino espiritual y tuyo es el derecho de reclamarlo y poseerlo. Entonces comienza a dar gracias.
Observen que cuando estábamos cantando la canción Gracias a la vida de Violeta Parra me tomé la libertad de hacerle unos pequeños cambios a la letra.
En primer lugar pienso que es imposible darle gracias a la vida sin dar gracias al autor de la vida. Y todo lo que nos da la vida en su origen es espiritual y proviene de Dios.
Por esto tenemos que reconocer que la vida en cada uno de nosotros se manifiesta por el Cristo que vive en cada uno de nosotros. Por eso debemos declarar que: “Cristo en mí es vida, riquezas y gloria y la Luz que alumbra mi conciencia propia.”
Lo mejor que puedes hacer por ti mismo es cantarle a la vida y que tu canto sea un himno de alabanza y acción de gracias.
Nadie está exento de los retos y los desafíos que la vida nos ofrece de tiempo en tiempo y de la misma manera nadie debe estar exento de dar gracias por las bendiciones que la vida nos regala todos los días.
Cierto es que algunas de estas bendiciones pueden venir disfrazadas, pero por el hecho de que vengan disfrazadas no dejan de ser bendiciones.
Lamentablemente la autora de Gracias a la vida a la edad de 49 años deprimida y sola terminó su vida con un disparo en la sien. Ella tuvo una vida de grandes éxitos viajando y llevando su música y su arte por países como Finlandia, La Unión Soviética, Alemania, Italia y Francia. Se dice también que tuvo amores tormentosos.
El desenlace de su vida es evidencia de que su enfoque estuvo en lo humano, y desafortunadamente no pudo reconocer que lo humano en ella era el cascarón que cubría la plenitud de la Divinidad que habitaba corporalmente en ella. Su decisión fue terminar su vida en lugar de afirmar su vida mediante una actitud de gratitud hacia la vida.
Recuerden esto que les voy a decir: una verdadera conciencia de gratitud hacia la vida es una conciencia de fe en la vida. Y la fe salva.
Por esto les digo una vez más: Levántate a una conciencia de gratitud y por nada estéis angustiado, que tus peticiones sean conocidas delante de Dios en oración, alabanza y acción de gracias, hoy mañana y siempre.
¡Dios te bendice!