El Poder del Amor en el Ministerio
“Padre, aquellos que me has dado… les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.”(Juan 17:24,26)
Hoy, estando aquí con ustedes me siento como el hijo que ha vuelto a casa a compartir las vivencias de la vida con aquellos hermanos que ha permanecido en casa. Y le agradezco la invitación que me hizo Gilberto para venir a compartir un día como hoy con ustedes y a hablarles del Poder del Amor en el Ministerio.
Hay muchas personas por ahí que quisieran estar de pie en una plataforma frente a un podio dirigiéndose ante una congregación, pues esto les satisface su ego personal, se sienten importantes, y a medida que su ministerio crece en número de congregantes piensan que poseen un número cada vez mayor de personas para que pueden controlar para satisfacer sus necesidades personales.
Lamentablemente hay muchos ministros y pastores de este tipo, y se encuentran en todas partes. Muchos de ellos se dedican totalmente a sus labores ministeriales y otros ejercen el ministerio parcialmente por distintas razones pero que la más importante es porque piensan que no pueden vivir solamente del ministerio o de lo que produce la iglesia.
Sin embargo, el fin de todo esfuerzo en esta dirección es satisfacción de su ego personal. Y todo esto es error. El Maestro Jesús dijo claramente a sus discípulos: “…y el que quiera ser primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir…” (Mateo 22:27,28)
Y esta es una dura lección para aquellos que van al Ministerio no para servir sino para servirse, especialmente buscando satisfacciones egoístas. Una de las primeras lecciones que aprendí de Doña Aida[i] fue precisamente el amor al servicio a Dios y al prójimo. Recuerdo que siempre me decía “estamos trabajando para Dios.” Y ciertamente en mi opinión personal pienso que Doña Aida, siguiendo el ejemplo del Maestro Jesús, nos dejó un legado de amor. El que entra en el ministerio tiene que estar claro que la prioridad es el servicio a Dios y al prójimo y que este servicio si no está envuelto en el amor de nada nos sirve; porque sin amor nada somos.
En la medida en que entendemos que nuestra labor ministerial requiere que expresemos el amor no solamente por Dios sino por las personas que tenemos a nuestro cuidado entramos en lo que se conoce como el Ministerio Pastoral. El buen pastor ama a sus ovejas y atiende sus necesidades diligentemente. Jesús dijo: “Yo soy el buen Pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:11) Literalmente Jesús cumplió estas palabras, sin embargo hoy día estas palabras expresan la medida de tu servicio viviente y la entrega total que se requiere.
Jesús nos dio el nuevo mandamiento. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34) Este no es solamente un mandamiento sino también un principio universal de justa acción en nuestras relaciones humanas. Está unido a la Regla de Oro, trata a otros como te gustaría que te trataran a ti. No le hables a otra persona de la manera que no te gustaría que te hablaran a ti.
Y dentro del ministerio, especialmente cuando estamos dirigiendo un rebaño, muchas cosas como esta última pueden ocurrir y ahí la necesidad de que el pastor busque la unidad del rebaño por medio del poder del amor. La integridad de un ser humano está determinada en función de cuan bien esta persona cumple en pensamiento y acción los Mandamientos de Dios incluyendo el nuevo mandamiento que no es otra cosa que el fundamento en donde descansan los 10 Mandamientos de Dios. Y todos y cada uno de ellos nos señalan cómo nosotros debemos relacionamos con Dios, con nosotros mismos y con las otras personas. Y el elemento del amor es un factor importantísimo en toda relación.
Y especialmente en nuestras comunidades espirituales, el amor, debe estar visiblemente activo a medida que las personas se van relacionando unas con las otras. Una de las tareas más importantes del Ministro o el Pastor en el servicio a Dios es precisamente educar a su congregación para que aprendan a amarse incondicionalmente unos a otros y sobre todo a aceptarse tal y como son. El ministro o pastor tiene que educar con el ejemplo. El Maestro Jesús habló educó y fue ejemplo viviente de lo que enseñó.
Ahora bien, de la misma forma que Dios nos ha creado y nos ha dado el libre albedrío Jesús respetó la libertad que tiene todo ser humano de decidir por si mismo el destino de su propia vida. No podemos imponer ni dictar cómo las personas deberán vivir sus propias vidas, ni como habrán de comportarse en su diario vivir. Si Dios nos deja libres para que seamos y hagamos lo que queramos, ¿quién somos nosotros para imponer nuestra propia voluntad sobre ese rebaño que Dios nos ha encomendado?
Lo que sí podemos hacer en nuestros mensajes es recordarles los mandamientos de Dios y los principios de justa acción en el trato con otras personas. Si un miembro de la comunidad tiene un comportamiento ofensivo que afecte el bienestar de la comunidad debe tratarse con amor para ser corregido. Y las Escrituras nos dicen cómo hacerlo: “»Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia tenlo por gentil o publicano.”(Mt. 18:15,17)Esto último, de tenerlo por gentil o publicano, se refiere a aquellas personas en donde no hay remedio alguno a su comportamiento, porque viven continuamente dentro del pecado o en el error.
Paso a paso con amor y buena comunicación se van resolviendo los problemas de relaciones interpersonales, pero tenemos que estar claros como ministros de Dios que somos que el amor divino es impersonal en el sentido de que no mira a quien va a amar, sino que ama a todos por igual. El líder espiritual tiene que entender que el amor es el poder unificador más grande del universo y nos atrae los unos a los otros para que juntos celebremos nuestra unidad con Dios.
Tal y como dice el corito que cantamos: “En amor, amistad y en verdad, estamos todos unidos hasta la eternidad.”
Si bien es cierto que Jesús nos dejó a todos y cada uno de nosotros un legado de amor. Así “como yo os he amado, que también os améis unos a otros,” no es menos cierto que nos dejó instrucciones específicas: “—Id por todo el mundo y predicad el evangelio a todo criatura.” (Marcos 16:15)
¿Te has puesto por un momento a pensar qué significado tienen para ti estas palabras o instrucciones de Jesús en tu vida personal?
Dios espera por ti para que te abras plenamente a seguir Su voluntad para que Él pueda cumplir su propósito divino a través de ti. No tengas miedo a seguir Su voluntad, pues Dios proveerá los recursos para hacer la labor que Él te ha encomendado. Te digo a ti lo que Jehová Dios le dijo a Josué: “Mira que te mando a que te esfuerces y seas valiente” Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5)
¿Qué significan estas palabras? Significan que cuando Dios te manda a hacer una obra tengas plena confianza en Él y no permitas que tu propio razonamiento humano comience a racionalizar si debes o no hacer lo que Dios te mandó a hacer. Dios te manda a que te esfuerces, seas valiente y confíes en Él con todo tu corazón. Si sientes alguna urgencia en tu alma, algún deseo insatisfecho puedes estar seguro que Dios está tocando a tus puertas “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
Todos y cada uno de nosotros tenemos todavía una vida por delante. No permitas que la inercia que pueda producir tu cuerpo te impida hacer la obra que Dios te ha encomendado. Esto es, el cumplimiento de Su plan divino a través de ti, es lo menos que puedes hacer por amor a Él y por amor a tu prójimo.
Si has estado dormido a esta gran verdad es tiempo de que despiertes, te levantes y comiences a caminar en la dirección que Dios te ha señalado. Pero te toca a ti dar el primer paso y reconocer que Dios va delante de ti haciendo tu camino próspero y exitoso. “Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas, y no seas sabio en tu propia opinión. (Pr. 3:6,7)
Esto significa que cuando Dios te habla tú escuchas, obedeces y actúas en quietud y confianza. El tiempo apremia, los segundos, los minutos y las horas pasan con mucha rapidez, Dios te necesita ahora. Comienza a transformar tu conciencia en este momento y decídete a tomar decisiones importantes para servir a Dios con amor, desde el centro de tu amor.
Dios te bendice hoy, mañana y siempre.
¡Amén!
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[i] La Rev. Aida Salcedo de Domínguez (Doña Aida) fue Ministro Directora del Ministerio Unity en Ciudad Universitaria, Santo Domingo República Dominicana. Trabajé junto a ella como Ministro Asistente desde el 2006 al 2010 cuando decidí montar mi propio Ministerio. De ella aprendí a amar el ministerio y a servir a Dios sobre todas las cosas. Estoy eternamente agradecido por el amor y el apoyo que recibí de parte de ella y sus enseñanzas espirituales.
Este mensaje fue ofrecido por el Rev. Roberto Sánchez en el Ministerio Unity en Ciudad Universitaria.