Perdona para que seas perdonado
“…porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan.”(Salmo 86:5)
El tema del perdón es uno muy hablado entre los líderes espirituales. Siempre escuchamos cosas como “perdona para que seas perdonado”. O como dice el Padrenuestro, persona nuestras deudas u ofensas, así como perdonamos nuestros deudores o a los que nos ofenden.
Ciertamente hay distintas versiones del Padrenuestro pero en esencia se trata de lo mismo, la idea es perdonar para ser perdonado. Y perdonar es dar, y la ley es dad y se os dará. Todos hemos cometido errores en el pasado. Tal vez tratamos injustamente a otras personas. O hicimos cosas bochornosas de las cuales estamos arrepentidos.
Y por estas razones nos hemos sentido culpables y continuamos culpándonos a nosotros mismos por los errores que cometimos en el pasado. La dinámica interior de esto es que frecuentemente revivimos la escena del hecho y volvemos a experimentar o a sentirnos abochornados y culpables de los hechos. Si has pasado por esta experiencia, o si estás pasando por esta experiencia no estás solo. Por ahí a miles o talvez millones de personas pasando por esta misma experiencia.
Y la idea que quiero que consideres para tu propio bienestar espiritual es que no basta con arrepentirte. Tienes que ir o dar un paso más allá, tienes que perdonarte y el perdonarte a ti mismo es un proceso que puede tomar tiempo. Porque mientras estés repitiendo mentalmente la escena donde actuaste incorrectamente que producen en ti bochorno o vergüenza de tus actuaciones todavía te sigues culpando y mientras esté en este estado de consciencia no habrá perdón.
Te sentirás incómodo contigo mismo, y aunque sientas arrepentimiento seguirás culpándote a ti mismo. Conozco una persona que en un momento de su vida cometió muchos errores producto de su rebeldía. Se arrepintió de todos ellos pero no se perdonó, y como consecuencia se castigó a sí misma cometiendo actos que iban en detrimento de su propia persona y de su autoestima.
¿Entonces por qué es importante perdonar? Yo diría que en primera instancia, es importante porque cuando te perdonas puedes soltar y dejar ir el motivo de tu auto-condenación.
Y cuando dejas de condenarte a ti mismo entonces permites que el amor de Dios fluya a través de ti unificándote y permitiendo que te aceptes como eres. Ahora bien, cuando digo que te aceptes como eres, lo digo no para que lo uses como justificación de tus errores presentes o futuros. Porque hay personas que tratan injustamente a otras y dicen “yo soy así y no voy a cambiar.” ¡No! Lo digo, para que cuando te aceptes como eres, te mires en el espejo de la Verdad, y reconozcas que en ti hay oportunidades de progreso cuando comienzas a amarte más a ti mismo y a valorarte como ser humano y como hijo de Dios. Porque, ¿cuántas personas hay por ahí con una baja auto-estima por errores cometidos y/o situaciones por las cuales están pasando?
Lamentablemente los errores del pasado tienen repercusiones en nuestro presente. Por eso Jesús dijo: “vete y no peques más.” (Juan 8:11) Con esto quiso decirnos que soltáramos de una vez por todas la condición que producía el error, para no seguir cosechando el fruto de esas malas acciones. Y, ¿cuál es el fruto de nuestras malas acciones? Escasez, enfermedad, fracaso, separación, etc.
Pero si lo humano en ti no es capaz de perdonarte a ti mismo, invoca entonces lo divino en ti, que encierra a Dios y toda su plenitud, y cuando liberes ese esplendor aprisionado sabrás que hay poder para perdonar tus pecados. Entonces podrás decir como el salmista: “…porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan.”
Todos ustedes saben que en nuestro Centro de Cristianismo Práctico buscamos que transformes tu vida practicando todos los días el Cristianismo, esto es, las enseñanzas del Maestro Jesucristo.
Y todos ustedes saben que en la oración que une a toda la comunidad cristiana mundialmente, el perdón es un tema que está incluido en dicha oración. Jesús le dio una importancia capital al perdón y nos invita a que practicáramos el perdón diariamente; porque diariamente encontramos personas que por alguna razón nos tratan mal y creamos resentimiento contra ellas.
Y comenzamos nuevamente a guardar esos rencores en lo profundo de nuestros corazones y nos olvidamos muy rápidamente de la necesidad de perdonar diariamente.
Pero es sumamente importante que entiendas que tu progreso espiritual se detiene hasta que comiences a practicar verdaderamente el perdón. Y esta práctica tiene que ser diariamente, así como le pedimos a Dios que nos dé el pan de cada día.
Hay quienes se pasan la vida lamentándose diciendo: “mira como me pagaron después de todo lo que hice por ellos”. A esas personas Jesús le dejó una gran lección cuando desde la cruz dijo: “Perdónalos porque no saben lo que hacen.” Y si tú te sientes así comienza a decir estas mismas palabras que usó Jesús: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen.” Entonces, perdónalos tú y pide a Dios que los perdone a ellos. No porque Dios no los haya perdonado, sino para que Dios sepa que tú ya los has perdonado.
Comienza a afirmar estas palabras hasta que sientas que salen del tuétano de tus huesos. Esta afirmación te ayudará a mejorar condiciones de artritis, problemas con las coyunturas y limitaciones producto de la falta de perdón, en tu cuerpo y en tu alma. Afirma: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Entonces, por tu propio bienestar personal y espiritual comienza a perdonar. Pienso que el único que sale beneficiando de todo esto eres tú mismo. Te sentirás mejor, disfrutarás de mayor vitalidad, y entusiasmo por la vida. Pero sobre todo, continuarás tu progreso espiritual y nada te detendrá.
De una manera u otra todos queremos disfrutar del bien de Dios. En las paradojas de la vida descubrimos que somos en espíritu y en Verdad seres eternos pero como seres humanos viviendo una vida pasajera y cambiante. Y como lo único permanente en esta vida es el cambio tenemos que comenzar cambiando nosotros mismos. Y una manera práctica de ir cambiando y mejorando nuestra condición humana es mediante la práctica diaria del perdón.
Seamos prácticos y comencemos a perdonar. Esta vida es una escuela y tenemos muchas oportunidades de aprender lecciones acerca de la Verdad y debemos por todos los medios aprovechar esas oportunidades que la vida nos ofrece. Tuve una vez un jefe que decía junto a su esposa que “la vida es muy corta” y Calderón de la Barca escribió que “la vida es una ilusión”. Los sentidos nos engañan porque a veces sentimos que los minutos parecen horas y otras veces sentimos que las horas parecen minutos. El tiempo pasa volando.
Hablando por mí mismo, mi esposa y yo vamos a cumplir próximamente 30 años de casados y todo parece que fue ayer. La vida ciertamente es corta porque el tiempo pasa más rápido de lo que pensamos. Por eso es importante que recuerdes diariamente practicar el perdón para que cuando te llegue verdaderamente tu momento de transición puedas apreciar verdaderamente cuánto has progresado espiritualmente. En el libro La Búsqueda encontramos las siguientes palabras: “En el verdadero perdón, no hay nada que perdonar porque esto significa que vemos a todos como hijos de Dios.”
Y si todos somos hijos de Dios hermanos somos todos. Perdona para que seas perdonado; dad y se os dará, trata a otros como te gustaría que te traten a ti. Reconcíliate rápidamente con tu adversario no sea que caigas en la cárcel de tu propia auto-condenación.
Querido amigo o amiga que me escuchas, piensa en esto que te voy a decir: si estás viviendo en este planeta como ciertamente lo estamos todos los aquí presentes es porque tienes algo que perdonar.
Cuando ya no tengas nada que perdonar, no habrá motivos para permanecer o volver más a este mundo. Resucitarás del polvo de la tierra o de tus propias cenizas y serás como el ave fénix, emprenderás vuelo nuevamente con nueva vida, esta vez con vida eterna.
Entonces podrás afirmar con autoridad y poder “Yo soy la resurrección y la vida” porque he perdonado. Y podrías estar pensando en este momento que todo esto una utopía, un proyecto o una doctrina tan optimista que en cuanto a tu vida presente se refiere es irrealizable e inalcanzable.
Pero yo te digo que de ti depende que esto sea una realidad, porque si es cierto que por ti mismo nada puedes no es menos cierto que todo lo puedes en Cristo que te fortalece; pues Dios suplirá todo lo que necesites conforme a sus riquezas y a tu fe.
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. ¡Amén!