Riquezas Materiales y Espirituales
“Mi Dios, pues, os suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”(Filipenses 4:19)
Cuando el tema de un mensaje contiene las palabras riquezas o prosperidad muchas personas muestran un interés muy particular, porque desean de alguna forma u otra enriquecerse.
En la mayoría de los casos buscan enriquecerse materialmente y no tanto espiritualmente. La conciencia de la raza está continuamente retroalimentando en la sociedad los beneficios inmediatos de las riquezas materiales.
Por ejemplo, si eres rico puedes tener un yate e irte de paseo por todo el Caribe visitando las islas y lugares de interés turístico en cada una de ellas.
O puedes irte en un crucero por el Mediterráneo y disfrutar de los lugares exóticos que se encuentran en esa parte del mundo. O puedes irte de viaje en grupo a Tierra Santa y estar un mes y tomar cientos de fotografías y videos y caminar por los lugares que Jesús camino en Jerusalén y en territorios aledaños.
La sociedad y la raza en general te motivan a tener mucho dinero porque con dinero se pueden conseguir cosas o o resolver todo tipo de problemas.
Con dinero puedes salir de la pobreza y del barrio en donde vives rodeado de tanta criminalidad y mudarte o comprar una casa o un apartamento en un mejor sector donde haya más seguridad y tranquilidad para ti y tu familia.
Con dinero puedes ingresar a un buen hospital, y pagar una fortuna para tratar alguna dolencia o condición en tu cuerpo o un problema de salud de algún familiar cercano.
Con dinero puedes tal vez sobornar a algún legislador para que se apruebe una ley que pueda beneficiar tu empresa y darte así una ventaja competitiva. Con dinero puedes resolver tus problemas económicos pudiendo así eliminar la ansiedad, la angustia o intranquilidad que pueda producirte la falta de dinero.
Todo esto y mucho más se puede lograr con dinero. El dinero para muchos es poder. Y por eso una gran cantidad de personas viven dedicando toda su vida a hacer dinero y más dinero. Algunos optan por vivir vidas frugales; esto es vidas cortas y escasas en el comer y en el beber y en el uso general de las cosas materiales; pensando que si lo gastan desenfrenadamente un día les faltará.
Entonces comienza a desarrollarse en ellos una actitud escatimante y avara en torno a la vida en general y a las riquezas materiales en particular. Esto es, acortando o disminuyendo todo lo más posible lo que se ha de dar o hacer por algo o por alguien. Otros, al ver las cuentas bancarias repletas de dinero comienzan a vivir vidas extravagantes y a derrochar el dinero.
Tanto los unos como los otros terminan viviendo vidas vacías e infelices deseando siempre tener más y más dinero; no saben que el dinero nunca satisfará el anhelo de sus almas.
Al final todo esto se convierte en una obsesión por poseer la mayor cantidad de dinero posible.
Y este tipo de conducta se parece mucho a la persona que busca establecer una relación amorosa con otra con el solo propósito de poseerla. Este tipo de relación o amor posesivo y acaparador termina siendo un fracaso y trae mucha infelicidad e incertidumbre. Así también ocurre con la acumulación de dinero; porque “el amor [posesivo y acaparador] al dinero es la raíz de todos los males.” (1 Timoteo 6:10 parafraseado)
Tal vez el apóstol Pablo estaba pensando en esto cuando dijo: “A los ricos de este mundo manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas” (1 Timoteo 6:17) La mejor forma de tratar con el dinero es usando nuestra sabiduría y buen juicio en el manejo del mismo. El apóstol Santiago dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5)
Esto nos lleva a la inevitable conclusión de que si realmente queremos tener éxito y enriquecernos tanto materialmente como espiritualmente debemos y tenemos que contar con Dios tanto en el manejo de las riquezas materiales como en la obtención de riquezas espirituales. La sabiduría divina se encargará de colocar el dinero en el lugar que le corresponde en nuestras vidas. Sin necesidad de hacerlo un ídolo o un dios haremos un uso prudente del mismo dándole a “Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios.” (Mateo 22:21)
Y es importante que entendamos este principio en su justa perspectiva. Cuando decimos “dad a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios”, estamos poniendo a Dios primero en el manejo de nuestro dinero. Él dictará qué hacer y cómo manejar nuestro dinero. Y debemos tener la confianza y la fe en usar el dinero tal y como Dios lo indique sin que ninguna normativa humana se interponga en este proceso.
¡Claro! Cuando decimos “dad a Cesar lo que es de Cesar” reconocemos que existen normas y procedimientos en lo humano en cuanto al manejo y uso adecuado del dinero. Pero si recibes a través de tu intuición una instrucción directa de Dios debes seguirla al pie de la letra, pues “dad a Dios lo que es de Dios;” porque “la sabiduría de este mundo es insensatez ante Dios.” (1 Corintios 3:19)
Y muchas veces nos parecerá insensato la instrucción y el mandato de Dios. ¿Por qué? Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, [porque las cosas espirituales] se han de discernir espiritualmente. (1 Corintios 2:14)
Y aunque Pablo nos aconseja a no poner nuestra esperanza en las riquezas materiales que son inciertas por otro lado nos exhorta a que pongamos nuestra esperanza “…en el Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.” (1 Timoteo 6:17)
Y aquí radica el fundamento de las riquezas espirituales. Entonces Pablo añade la manera de cómo generar riquezas espirituales cuando dice: “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos. De este modo atesorarán para sí buen fundamento para el futuro, y alcanzarán la vida eterna.” (1 Timoteo 6:18, 19)
Vamos a ampliar en esta recomendación de Pablo. ¿Cuál es el fundamento de las riquezas espirituales? Hacer el bien, ayudar a los demás y la generosidad. Dar sin medida a los demás.
Porque el que da alegremente recibe abundantemente. Esa es la ley que Jehová Dios ha establecido como norma de justa acción en toda Su creación.
Si todavía no has comprendido la Verdad que encierra este principio, si todavía el egoísmo y la avaricia dominan tu vida, entonces todavía no has aprendido a vivir la vida en toda su dimensión.
Este planeta nos ofrece la oportunidad de enriquecernos espiritualmente. Pero tuya es la decisión de dar el paso. Tuya es la decisión de comenzar a trabajar y a expresar más generosidad especialmente con buenas obras. Tuya es la decisión de expresar más amor y tuya es la decisión de ser luz dondequiera que vayas y con quienquiera que estés.
Si verdaderamente deseas sobreabundar en las riquezas espirituales debes dar un giro a tu vida y comenzar a vivir y ver la vida desde una perspectiva totalmente diferente.
Hay condiciones en lo humano que no pueden llenarse con cosas materiales. Hay personas que sienten un vacío en su interior y buscan desenfrenadamente llenar ese vacío buscando todo tipo de satisfacción personal y fracasan miserablemente.
Porque solo Dios puede satisfacer plenamente las necesidades del alma humana. Y en la medida en que reconocemos y aceptamos esta gran Verdad y permitimos que Dios sea Dios en nuestras vidas, en la medida en que nos decidimos a servirle a Él todos los días somos enriquecidos en maneras y formas en donde no existe explicación humana.
¿Quieres ser rico espiritual y materialmente? Comienza a hacer las cosas a la manera de Dios. Puedes lograrlo pero tienes que ajustarte a una norma de vida superior, fundamentalmente espiritual.
Ve a tu centro, ora sin cesar, y persevera; pídele a Dios que te guíe y te enseñe el camino. Dios quiere que llegues y des la talla. Dios quiere que tengas éxito pero no lo puedes hacer solo tienes que trabajar junto con Dios, afirmando“…mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo.” (Juan 5:17)
Ese tiene que ser tu norte solo así atesorarás para ti un buen fundamento para que alcances el éxito y la vida eterna que se te ha prometido. Porque Dios suplirá todo lo que te falta para que seas rico espiritual y materialmente. Esto es un viaje y solo Dios te hará llegar.
Dios te bendice rica y abundantemente si sabiendo estas cosas las haces.
¡Amén!