Fluyendo en quietud y confianza
“Porque así dijo Jehová, el Señor, el Santo de Israel: «En la conversión y en el reposo seréis salvos; en la quietud y confianza estará vuestra fortaleza. ¡Bienaventurado todos los que confían en [Jehová] porque él es Dios justo.”(Isaías 15: 30,18)
En el fluir de la vida tomamos muchas decisiones y detrás de cada una de ellas se nos muestra el camino a seguir. Y muchas son las decisiones que tomamos y mucho más los caminos que se nos muestran.
Recientemente mi esposa y yo conversábamos acerca de la trayectoria que hemos vivido en los últimos treinta años de matrimonio.
Personalmente me asombré de la trayectoria de nuestras vidas y especialmente de mi trayectoria personal. Claro está, como compañeros del viaje hay cosas en común pero cada cual ha vivido su propia trayectoria.
Y esto es así en todos los matrimonios y en todas nuestras relaciones. La vida ha fluido de una manera distinta en cada cual. Y esto es así porque el fluir de la vida es función de nuestro estado de consciencia. Por eso decimos que “la vida es consciencia.” ¿Y qué es la consciencia? La consciencia es conjunto de tus creencias, tus pensamientos habituales, tus actitudes, y hábitos de vida. Tu conciencia es la forma particular en que tú ves e interpretas la vida.
Por ejemplo, la persona que cree en el demonio, lo más probable es que vea “los efectos de sus actos en todas partes.” Y en general vemos la vida a través del cristal de nuestras propias creencias. En el devenir de la vida encontramos momentos en que somos altamente vulnerables y débiles. Imagínate cómo te sentirías si recibes una llamada en tu oficina en donde te informan que tu casa se está quemando y que los bomberos aseguran que no pueden hacer nada por salvarla y que será una pérdida total.
¿No es eso motivo para sentirte altamente desamparado y angustiado? Pero dice “Jehová, el Señor, el Santo de Israel: «En la conversión y en el reposo seréis salvos; en la quietud y confianza estará vuestra fortaleza”.
El profeta Isaías no habla de cuál debe ser nuestra postura en el fluir de la vida. Nos está diciendo que ante situaciones como estas, ve al “reposo” (o silencio) y en quietud y confianza [en el Señor] encontrarás fortaleza para vencer y sobreponerte a la condición que se ha presentado en ese momento de tu vida.
El profeta te dice que para salvarte de tu angustia y dolor por la pérdida de tu hogar tienes que ir al reposo (o a tu interior) y “convertirte” esto es, transformar tu consciencia, para que en lugar de ver un desastre veas una oportunidad de reconstruir tu casa siguiendo la guía y la instrucción de Dios.
Los hombres que tienen mayor éxito en la vida son los que están seguros de sí mismos y confían en Dios. Son hombres y mujeres que deciden seguir una trayectoria de vida dedicándose vehementemente a una actividad constructiva y creativa de ayuda al prójimo y proveyéndoles el mejor servicio posible.
Y no importa en la actividad que estés, dedícate a servir a los demás sanamente, justamente y dando siempre lo mejor de ti.
“Bienaventurados los que confían en Jehová porque él es Dios justo.” Confía en Jehová y Él hará. El Dios que predicamos es un Dios inmanente, esto es un Dios que es la esencia misma de lo que somos, que está unido a nosotros de una manera inseparable.
Y Dios fluye en toda Su creación como luz y como amor. Y en esta gran verdad debe descansar nuestra confianza en Dios.
Dios es en cada uno de nosotros como es en toda la Creación. Y como Dios es Omnipresente en un sentido muy real cuando le permitimos fluir lo que verdaderamente fluye en y a través de nosotros es Su luz y Su amor. Ahora bien, para que Su luz y Su amor fluyan en y a través de nosotros tenemos que ser sinceros y honestos con nosotros mismos. Tenemos que ir a nuestro interior y comulgar con Dios. Esto es, tenemos que tener una sola mente y un solo sentir, porque si decimos que amamos a todos y odiamos a nuestro hermano somos mentirosos.
Estamos entrando en una nueva era de la evolución espiritual del ser humano. Impregnado en el aire y ciertamente en la atmósfera se percibe la omniactividad de Dios obrando en todo y en todos. Y esta nueva era en la evolución espiritual de la humanidad está pidiendo que dejemos de ser cristianos y comencemos a ser cristos. Y es importante que entendamos la diferencia entre una cosa y la otra. La mayoría de los estudiantes de la verdad están claros en la diferencia, pero se hace necesario que aclaremos este punto nuevamente.
Llegamos a ser un Cristo cuando en quietud y confianza, sin temor alguno, permitimos que la luz y el amor de Dios fluyan plenamente a través de cada uno de nosotros sin condiciones ni limitaciones. Somos cristianos mientras estamos profesando algún tipo de creencia o dogma religioso. Y nuestra relación con Dios es una relación con un Dios que está allá afuera. Practicamos la letra y no el espíritu; “porque la letra mata, pero el espíritu da vida.” (2Corintios 3:6)
Me atrevo a predecir que se acerca la Era de Cristo. Esto no quiere decir que se acerca la Segunda Venida de Cristo tal y como la mayoría cree, en donde Jesús vendrá desde las nubes bajando a la tierra. Independientemente de que esto ocurra o no tenemos que comprender espiritualmente lo que todo esto significa para cada uno de nosotros. La primera venida es el reconocimiento de que la divinidad, Dios y toda Su plenitud vive en y dentro de nosotros.
La segunda venida es la expresión de esa divinidad tal y como la expresó Jesús. Jesús les “preguntó a sus discípulos, diciendo: —¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”(Mateo 16:13) Literalmente, el Hijo del hombre es un título que Jesús se aplicaba a sí mismo, nos dice la Biblia en una nota al calce. Pero espiritualmente el Hijo del hombre es “aquello en nosotros que discierne la Verdad del error. Cuando logramos esta comprensión estamos en condiciones de liberar nuestra alma del pecado y nuestro cuerpo de la enfermedad, la cual es el efecto del pecado. ” (LPR p.105)
El Hijo del hombre tiene que ser levantado del sueño profundo que duerme en cada uno de nosotros.
A la pregunta de Jesús “Simón Pedro, dijo: —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mateo 16:16)
Y en este sentido, Cristo en nosotros, que es ese núcleo espiritual donde mora en toda la Plenitud, la Presencia y la Perfección que Dios es, tiene que ser levantado y expresado.
¿Y cómo dejamos de ser cristianos para convertirnos en cristos? Esa es una gran pregunta. Y Jesús nos ofrece la respuesta: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14), “deja que tu luz alumbre.” (Mateo 5:16 parafraseado)
Y para que nuestra luz alumbre tenemos que permitir que esa luz fluya a través de cada uno de nosotros en quietud y confianza. Y esta quietud requiere que estemos relajados, y no ansiosos, ni angustiados.
Te ofrezco en este momento algunas sugerencias para que te relajes:
Primeramente dedica tiempo diariamente para ir a tu interior. En ese tiempo de oración busca relajarte volviendo tu atención del problema a la presencia de Dios en ti. Comienza a conocerte a ti mismo para que sepas quién o qué eres realmente.
En el día a día procura mantenerte calmado y no trates de hacer todas las cosas a la vez, establece prioridades y ve realizando una tarea a la vez.
No te impacientes ni te angusties, todo tiene su tiempo y su hora. Lo mejor que hizo Dios fue un día detrás del otro.
No te preocupes por el futuro, ni te estreses por lo que puedas estar pensando que va a ocurrir en el futuro. Lo más probable es que estas cosas ocurran solamente en tu mente. Por consiguiente vive un día a la vez, y permite que cada día traiga su propio quehacer en lo humano.
Procura dejar un tiempo para recrear tu mente y tu cuerpo de maneras sanas ya sea escuchando buena música, ejercitando tu cuerpo o mediante cualquier otra actividad recreativa, creativa y constructiva.
Y como el fluir no solo requiere quietud sino también confianza, entonces para desarrollar esta confianza necesitas trabajar con la fe. Recordando siempre que en la medida en que permits que Dios fluya en y a través de ti permites que Él haga Su obra. Porque “lo que es imposible para el hombre es posible para Dios.”
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. Amén.