top of page

Fluir o influir

“Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre… cuando oyó hablar de Jesús se acercó por detrás entre la multitud y tocó su manto… Inmediatamente la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de su azote... Luego Jesús conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, preguntó: —¿Quién ha tocado mis vestidos? ” (Marcos 5:24-31)


Evidentemente este relato pone de manifiesto el poder sanador que mora dentro de nosotros dispuesto a fluir y hacer su trabajo sanador siempre dispuesto respondiendo y en conformidad al llamado de nuestra fe.

En este caso es evidente que este poder sanador brota o fluye del interior de Jesús para influir y hacer el trabajo sanador en el cuerpo de la mujer.


Jesús le dijo: “—Hija tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad.” (Marcos 5:34)

En el Evangelio de Juan encontramos las siguientes palabras: ”El que en mí cree… de su interior [fluirán] ríos de agua viva.” (Juan 7:38 parafraseado)


La palabra fluir es sinónimo de la palabra brotar. La palabra fluir “dicho de una idea o de una palabra significa: brotar con facilidad de la mente o de la boca. (DRAE) Y la palabra influir se compone del prefijo in que significa hacia el interior, y en el interior; y del verbo fluere que significa deslizarse, fluir, manar.


De modo que de nuestra mente y de nuestra boca fluyen todo tipo de cosas. Unas buenas y otras malas. Unas inspiradas por el Espíritu de Dios que mora y vive en nosotros y otras inspiradas por el ego, o sea la consciencia de materialidad.

Hoy nos enfocaremos en el fluir que responde al llamado de nuestra fe para influir y hacer un trabajo sanador y regenerador.

Jesús se encontraba realizando una serie de sanaciones y su Conciencia Crística estaba enfocada en la perfección y en el fluir de la vida. Esto se comprueba cuando dejando atrás a la mujer del flujo de sangre llega a la casa de Jairo, un alto dignatario y resucitó a la hija de Jairo.


La boca del hombre es un factor importante en el fluir de la vida. De hecho es por medio de la palabra que sale de nuestra boca que influimos en nuestro entorno. Jesús nos enseña acerca de esto cuando encontrando a la hija de Jairo dada por muerta “tomó la mano de la niña y le dijo: … “Niña, a ti te digo, levántate. Inmediatamente la niña se levantó y andaba.” (Marcos 5:41-42) La palabra de Jesús hizo un trabajo resucitador Su poder sanador que brotó de Su interior influyó en la hija de Jairo inspirado por su fe y por la fe de Jairo. Cuando hablamos influimos porque la palabra va impregnando y transmitiendo su carácter original a todo aquello con lo que entra en contacto. Si la palabra es agresiva infunde agresión, si es compasiva, compasión; si es constructiva, edifica, y si es palabra de vida, vivifica.


Pero también influimos con nuestras acciones esto es, con el ejemplo. Y todos y cada uno de nosotros hemos estado en contacto con personas que han influido positivamente en nosotros. Por ejemplo, mi padre influyo en mí y de él aprendí mucho acerca de la integridad personal. Mi padrino con su ejemplo me inspiró a trabajar por el logro de grandes proyectos y metas. De un simple catedrático universitario se convirtió en un empresario de la educación y fundó lo que hoy se conoce como la Universidad Carlos Albizu Miranda, con un campus en San Juan, Puerto Rico y otro en Doral, Miami, Florida.


Durante mi ejercicio profesional tuve un jefe que sobresalió sobre todos los demás. De él aprendí la importancia de trabajar unidos como un gran equipo para alcanzar grandes metas y objetivos. Y de ese grupo fluyeron grandes ideas para mantener la competitividad de la compañía..


Todos ellos influyeron positivamente en mí. Y tú también estás en posición de influir positivamente en los demás.

Ahora bien, siempre que se trate de influir, procura que su fuente primaria provenga de Dios. Cada uno de nosotros es un agente influyente, y tenemos que cuidar lo que fluye a través de nosotros.


Procura que solo fluya el amor de Dios en y a través de ti. Y si al escuchar estas palabras viene a tu mente alguien al que no has perdonado, muévete, actúa ve y reconcíliate con él y libérate.


Ayer en la mañana en nuestro programa Cristianismo Positivo, Progresivo y Práctico leí una historia que relatan los esposos Jafolla en su libro La Búsqueda.


A continuación el relato:

Karen solo tenía 14 años cuando su madre murió. En menos de un año su padre conoció a Juanita y se casó con ella.

Desde el principio la relación entre la madrastra (Juanita) y la hija (Karen) fue un desastre. Por mucho que Juanita tratara sus enseñanzas eran inútiles. Karen era abiertamente hostil con su madrastra y aprovechaba toda oportunidad para sabotear el matrimonio. Ella menospreciaba a Juanita en la casa y en público. Le gritaba por asuntos sin importancia, y “accidentalmente” rompía alguna de las posesiones que Juanita apreciaba más. No importaba lo mucho que Juanita hiciera para mejorar la situación, ésta empeoraba. En el transcurso de 1 año la conducta de Karen fue tan mala que Juanita estuvo dispuesta a abandonar su matrimonio.


Cuando su paciencia llegó al límite Juanita buscó orientación espiritual. Le dijeron… [que] ella no podía con Karen y tendría que entregar la situación a Dios. Por alguna razón esas palabras causaron una honda impresión en ella. Intuitivamente, sabía que eran verdad y pudo dejar ir la situación completamente. Estas son sus propias palabras:

“Después que tomé la decisión de dejar ir, sentí inmediatamente una tremenda liberación. Había entregado finalmente el problema que estaba consumiendo toda mi vida, y sentí una felicidad trascendental. No sabía lo que iba a pasar con… toda esta situación. Todo lo que sabía era que yo iba a salir bien.


Karen llegó a casa unas horas después y debió haberse sorprendido al ver lo contenta que yo estaba. Pero esto no la detuvo para continuar donde lo habíamos dejado aquella mañana. Me gritó y maldijo por haber ido a su dormitorio para tomar sus sábanas. Estaba furiosa. Mas, por primera vez, pude ver la niñita herida en ella. Me hizo recordar un animal herido. Su mundo se había derrumbado. Su madre había muerto solo unos años antes, y se había visto forzada a compartir su papito con otra persona. Por primera vez comprendí su dolor.


De pronto sentí tanto amor por ella que me vi obligada a abrazarla, y lo hice. Ella se quedó tiesa, pero no importaba. No podía soltarla. Empezó a gemir calladamente, tratando de disimular, pero luego el dique rompió. Ella me agarró y lloró… lloró… y lloró. Ambas lloramos. Cuando dejó de llorar, nos sentamos y hablamos por cinco horas.


Ahora Karen y yo estamos haciendo todo lo posible por establecer una relación muy especial. [Pero], todavía tenemos momentos difíciles, pero hay amor y respeto… sin la amargura y el resentimiento de antes….” (La Búsqueda p.170-172)

Hasta que no fluyó el amor de Dios a través de Juanita, Juanita no pudo influir en Karen. Por medio del amor divino Juanita influyó positivamente en Karen. Pero no pudo influir hasta que no cambio su fluir. Posiblemente hasta este momento pudo haber tenido una actitud argumentativa buscando tener la razón. Y lo que antes fluía a través de ella eran los deseos de su propio ego, buscando algún tipo de control en la situación.


Por esto es importante que reconozcas cada día tu naturaleza espiritual, tu unidad con Dios. Procura disminuir tu egoísmo y tu visión materialista de la vida. Aplaca tu instinto de querer controlarlo todo y aviva tu generosidad hacia los demás.

Y comienza a influir desde el centro de tu amor en todo aquello con lo que entras en contacto. Y a medida que fluyes, influyes y “avivas el fuego del don [o el amor] de Dios que hay y vive en ti.” (2Timoteo 1:6)


En las Escrituras aparecen una palabras con un mensaje de vida eterna y sapiencial:

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su ley medita de día y de noche.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da fruto en su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará. (Salmo 1:1-3)


De modo que si fluyes con la vida siguiendo el consejo de Dios amparándote y actuando conforme a Su ley, influirás positivamente en todo lo que te rodea y todo lo que hagas dará fruto a su debido tiempo y prosperará.


En cuanto a la pregunta: ¿Fluir o Influir? Desde un punto de vista espiritual nos corresponde hacer tanto lo uno como lo otro. Ambas condiciones tienen que darse para que circule la vida y la actividad sanadora y prosperadora de Dios.


Pues así como cada día comienza con un amanecer que fluye hacia un atardecer, la corriente de la vida fluye e influye en toda la creación.


Dios es vida, y en el fluir de la vida, Dios mantiene Su ley de gracia obrando, bendiciendo, multiplicando, regenerando y restaurando todo aquello con lo que entra en contacto.


Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. Amén.

Destacados
Recientes
bottom of page