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Gratitud, esperanza y fe

“Así que…tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia.” (Hebreos 12:28)


La gratitud es un sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera. (DRAE)


La esperanza es la expectativa de bien en el futuro. Como vemos está sujeta al tiempo. La fe es el conocimiento cierto de que nuestro bien ya es nuestro en este mismo momento. Es de Dios; va más allá del tiempo y del espacio. (LPR p. 84)


Observa que tanto la gratitud, la esperanza y la fe son sentimientos, y se experimentan tanto en el cuerpo como en el alma.


Y hoy vamos a hablar de cómo estos tres sentimientos nos ayudan a progresar en todas las fases de nuestras vidas y a elevar nuestra calidad de vida y nuestro bienestar espiritual.

Una actitud de gratitud nos trae los siguientes beneficios: mejora nuestras relaciones, fortalece nuestra integridad y valores y estimula el amor al prójimo.


Cuando decimos ‘gracias’ de corazón abrimos paso al fluir divino que trae aumento de bien a todo aquello con lo que hace contacto y ciertamente a nosotros también.


Jesús dio gracias antes de realizar sus grandes demostraciones. Por ejemplo, el dio gracias antes de aumentar la sustancia en la alimentación de los cinco mil, dio gracias antes de resucitar a Lázaro y también antes de tomar el pan y beber del vino en la última cena.


Verdaderamente Jesús expresó ese sentimiento de gratitud hacia todas las cosas pero especialmente a Dios. Jesús nos enseñó que una consciencia de gratitud debe ser parte importante en nuestro diario vivir.


Y una manera práctica de desarrollar una actitud de gratitud es separando momentos diariamente para dar gracias a Dios. No necesariamente cuando haya un motivo específico para dar gracias, sino diariamente, para que comiences a darle paso al fluir divino a través de ti.


Y a medida que practiques diariamente la gratitud observa como el caudal del fluir divino aumenta, trayendo todo tipo de bien a tu vida.


Hay un dicho que mi padre utilizaba a menudo que decía: ‘De la esperanza vive el cautivo.’ Cuando tenemos esperanza sencillamente esperamos que algo bueno ocurra en algún momento futuro.


Todos establecemos objetivos y trazamos metas que queremos alcanzar. Siempre vemos este proceso como algo que se va a alcanzar en algún momento futuro. Y la esperanza es lo que nos mantiene moviéndonos en la dirección de nuestros sueños.


Ahora bien, hablemos acerca de nuestro futuro espiritual. Ante la pregunta de Pilato —“¿Eres tú el Rey de los judíos?” Jesús respondió: “—Mi Reino no es de este mundo.” (Juan 18:36)


Jesús se refirió a Sus discípulos como sus amigos. Y les dijo que ellos no lo habían elegido a Él sino que Él los había elegido a ellos, “y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” (Juan 15:16).

Continuó diciendo: “Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque nos son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” (Juan 17:17)


Con estas palabras se empieza a desenvolver el gran misterio que había estado escondido por siglos.


Cuando el apóstol Pablo anunció “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades”, dijo que es: “Cristo en vosotros, esperanza de gloria.” (Colosenses 1;26,27)


Esto confirma nuestra verdadera identidad espiritual. Confirma que como seres espirituales venimos de una sola fuente y que aunque estamos en este mundo no somos de este mundo.

Pero también nos da una clave y es que por medio del Cristo que mora en nosotros podemos esperar en algún momento futuro una fusión de nuestra mente con la mente de Dios.


Y este es el gran reto que tenemos por delante, permitir que nuestra naturaleza espiritual tome el control total de nuestro ser y de nuestras vidas.


Si puedes comenzar a visualizar este proceso habrás comenzado el trabajo de las edades. Comenzarás a desenvolver tu propia majestad (grandeza, superioridad), magnificencia y tu esplendor aprisionado.


Pero como todo proceso tiene su propio orden primero debemos de fortalecer nuestra esperanza y a medida que la esperanza se fortalece, que es confianza, entonces la confianza se convierte en seguridad que es la fe.


Pero detrás de este proceso está la gratitud como principio del proceso de manifestación; esto es, gratitud, esperanza y fe. Y este fue el proceso que siguió Jesús en sus demostraciones. Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Si puedes sentir agradecimiento, podrás comenzar a hacerte consciente y a sentir el fluir divino a través de ti. Lo sentirás y cuando lo sientas te deleitarás del bienestar espiritual que produce en todo tu ser. Es una experiencia fascinante.


“La gratitud da sentido a nuestro pasado, trae paz al presente, y crea una visión para el mañana.” http://lafeenlavidadiaria.blogspot.com/2015/05/ser-agradecido.html


Una de las primeras cosas que hago todos los días es darle gracias a Dios por un nuevo día. Le pido a Dios que el día se desenvuelva siguiendo su perfecto orden divino.


Y cuando te levantas por las mañanas con una actitud de gratitud imprimes en tu mente la esperanza y la fe de que no importa lo que puedas enfrentar el bien se desenvuelve progresivamente en tu experiencia de vida.


Y cuando verdaderamente comprendes esto te mueves del mundo de los efectos al mundo de las causas. Te conviertes en una fuente causal donde fluye todo tipo de bien y bendición a todo tu entorno; y todo comenzó con una actitud de gratitud al levantarte en la mañana.


La siguiente historia demuestra la belleza, el amor y la integridad de un corazón agradecido.

Un hombre que estaba tras el mostrador miraba a la calle distraídamente. Una niñita se acercó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió ver un collar de color azul turquesa.


“Es un regalo para mi hermana. ¿Puede envolverlo bien?” —dijo ella. El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: —“¿Cuánto dinero tienes?” Sin dudar, ella sacó de su bolsillo un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Lo colocó sobre el mostrador y feliz le preguntó al dueño: “¿Eso alcanza?”


Eran apenas unas pocas monedas que ella exhibía orgullosa. Y añadió: “Quiero darle este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Hoy es su cumpleaños y estoy convencida de que estará muy feliz con el collar que es del color de sus ojos.”


El hombre fue a la parte trasera de su tienda, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un lazo muy elaborado con una cinta verde. Retornando al mostrador le dijo a la niña: —“Toma y llévalo con cuidado.” Entonces ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo.


Aún no acababa el día cuando una linda joven de cabellos rubios y profundos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó: —¿Este collar fue comprado aquí? “Sí señora.” ¿Y cuánto costó? ¡Ah..!— dijo el dueño del negocio: “El precio de cualquier mercancía de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.”


La joven continuó: “Pero mi hermana tenía solo unas pocas monedas. Este collar es genuino. ¿Correcto? Ella no pudo haber tenido el dinero para pagarlo.


El hombre tomó el estuche, y con extremo cariño y cuidado lo envolvió nuevamente con el vistoso papel rojo y colocó nuevamente la cinta verde y se lo devolvió a la joven.


Y mirándola fijamente a sus ojos le dijo: “Su hermana pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. Ella dio todo lo que tenía.”


El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por las mejillas de la joven emocionada mientras sus manos tomaban el pequeño regalo.


La verdadera donación es darse por completo, sin restricciones. La gratitud de quien ama no pone límites para los gestos de ternura. Sé siempre agradecido pero nunca esperes reconocimiento de nadie.


La gratitud con amor no solo reanima a quien recibe, sino que reconforta a quien ofrece. La vida mejora cada día que pasa siempre y cuando demuestres una actitud de gratitud. http://mensaje4you.blogspot.com/p/historias-anecdotas-relatos-cuentos.html


Ciertamente esta historia nos ofrece una dimensión más profunda de la gratitud; que es el amor que va envuelto junto a ella. Si una pequeña niña puede expresar tanta gratitud y amor, tú y yo podemos hacer lo mismo.


Amigo y amiga que me escuchas mi trabajo es darles a ustedes el mensaje que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros en este día.


Lo hago con un sentimiento de gratitud por ser el canal escogido por Dios para este oficio, pero lo hago también con esperanza y fe; sabiendo que como dice el refrán “a su tiempo de maduran las uvas.”


Esto es, poco a poco se va desenvolviendo y liberando tu propio esplendor aprisionado para que la gloria de Cristo irradie a través de ti. ¿Crees esto?


Si puedes creer, al que cree todo le es posible.


Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces.


¡Amén!



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