El Espíritu de la Navidad
“… [porque] el que se une al Señor un espíritu es con él.”(1 Corintios 6:17)
Aunque todos sabemos que significa la palabra espíritu pienso que es importante buscar una definición que se ajuste al mensaje que deseo darles esta mañana de hoy. Y consultando el diccionario encontré entre las muchas definiciones la siguiente: carácter íntimo, esencia o sustancia de algo.
Y precisamente de esto deseo hablarles, del carácter íntimo, de la esencia de esta época del año que llamamos la Navidad en donde conmemoramos el nacimiento de Jesucristo. Y dentro de esta esencia hablarles sobre las cualidades que debemos expresar durante esta época del año. Pienso que son siete cualidades: la caridad, la generosidad, la sobriedad, la receptividad y obediencia, la intimidad con Dios, el amor y el gozo.
Para mi este es un tiempo para expresar caridad. Este es un tiempo para buscar satisfacer alguna necesidad legítima de alguien. Hay muchas personas que necesitan nuestra ayuda, y este es un tiempo perfecto para ayudar a otros bajo el consejo y la dirección de Dios. No necesariamente tiene que ser una ayuda material, pues normalmente éstas son de corta duración y la necesidad es recurrente. Procura que tu ayuda sea para levantar su consciencia, o ofrecer un consejo provechoso, o una lección que encierre una verdad universal, que los ayude a descubrir y a expresar su esplendor aprisionado.
Busca inspirar y levantar su espíritu, ayúdalos a reconocer su divina descendencia de Dios. En tu tiempo de meditación y reflexión identifica dónde puedes volcar tu caridad. También pienso que este es un tiempo para la generosidad. Un tiempo para saber y practicar la omnipresencia de Dios como sustancia presente en todas partes para ser apropiada y utilizada para beneficio de los demás.
A medida que practicas la generosidad durante esta época llegas al convencimiento de que no te puedes empobrecerte al dar, sino que cuando lo haces desde una consciencia de la omnipresente sustancia de Dios mas bien aumentas tu provisión porque te abres como el canal de Dios para que fluya a través de ti todo el bien de Dios; tanto materialmente como espiritualmente.
La Navidad es un tiempo para la sobriedad; tenemos que superar la tentación de ir entrar y permanecer en el mesón; esto es, evitar comer y beber excesivamente y llenarnos de pensamientos de deseos por los placeres mundanos.
Es tiempo de salir de ese ‘mesón’ y de entrar en el pesebre que es nuestro cuerpo animal para expresar la nueva vida del Cristo morador en cada uno de nosotros. Es un tiempo de levantamiento de nuestra consciencia para expresar nuestra naturaleza espiritual.
Las Escrituras relatan que: “… un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Permanece allá hasta que yo te diga... Entonces él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.” (Mateo 12:13,14)
Esta cita bíblica es un llamado a la receptividad y obediencia a Dios. En este tiempo particularmente debemos estar receptivos y obedientes a la instrucción y la guía de Dios. Así como José estuvo receptivo y dispuesto a obedecer inmediatamente el llamado y la instrucción de Dios, tú y yo tenemos que estar también dispuestos de manera inmediata. Es muy fácil darle largas al asunto, permanecer en nuestra zona de confort y después vociferar lo mal que nos está yendo en la vida. Pero nunca vociferamos cuántas veces hemos ignorado el llamado de Dios.
Casi siempre el llamado de Dios a seguirlo se ve como mayor trabajo, como que requiere un esfuerzo adicional de nuestra parte. Podríamos pensar que no tenemos la energía que se requiere para llevar a cabo la encomienda.
Pero Dios nunca nos da una encomienda que no podamos realizar. Depende entonces 100% de nosotros de “despertarnos” y levantarnos y tomar acción de manera inmediata. Este es un tiempo ideal para generar cambios positivos en nuestra consciencia. Este es un tiempo para la intimidad con Dios, esto es, para estrechar e interiorizar más nuestra relación con Dios. Independientemente de que sepamos que Dios es una Presencia divina Dios no deja de ser un misterio para cada uno de nosotros.
Y en este tiempo unidos en amor podemos alcanzar “pleno entendimiento a fin de conocer el misterio de Dios, el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Colosenses 2:4,5)
Y no debes desestimar la importancia de estrechar tu relación con Dios porque aunque todos somos hijos de Dios, esta intimidad te separará de la masa, o de la multitud, para que por obra y gracia del Espíritu Santo puedas hacer la obra que Dios ha dispuesto para ti. Te levantarás con una visión más elevada y comenzarás a ver el bien en todo y en todos. Este es un tiempo para el amor. Un tiempo para amar a los demás, un tiempo para demostrar aprecio y valorar nuestros familiares y amistades. Aprovecha este tiempo para llamar a alguien con el cual has estado desconectado por un tiempo y decirle que lo valoras como persona y que aprecias su amistad.
Ocúpate en descubrir nuevas maneras de expresar amor. Te sorprenderás de lo que vas a descubrir. Y finalmente, este es un tiempo para el gozo. Sí, un tiempo para disfrutar del recuerdo de aquel que vino al mundo a darnos una lección de vida eterna. El Maestro de maestros, Jesucristo, que vive nos solo en nuestros corazones sino en todo el espacio de este planeta eternamente,
“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección;” para que en este tiempo practiques la caridad, la generosidad, la sobriedad, la receptividad y obediencia, la intimidad con Dios, el amor y el gozo. “Porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2 Pedro 1:10-11)
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces.
¡Amén!