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El Nacimiento de una Nueva Era

“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.”(Lucas 1:31-33))


El pasado 25 de diciembre celebramos el nacimiento del niño Jesús, un evento que ocurrió hace más de 2,000 años y que sigue teniendo relevancia en la actualidad. Para muchos, esto es una fecha más para recordar o un día de fiesta más para celebrar. Pero ciertamente este suceso representa mucho más que eso y pocos han captado el significado real de este gran acontecimiento.


Este evento representa el nacimiento de la era de Cristo. Y ¿qué es la era del Cristo? ¿Qué importancia tiene? Y ¿qué representa en nuestras vidas? Algunos estudiantes de la Verdad conocen un poco acerca de la era del Cristo porque todavía quedan muchas cosas por descubrir. Sabemos que Cristo es el hombre divino y mora en cada persona como su perfección potencial. (LPR p. 52)


Esta idea y gran verdad se propagó y fue uno de los objetivos del ministerio de Jesús en la Tierra. Pablo captó la esencia de esta idea cuando predicó que “en él vivimos nos movemos y somos.”


Pero en el centro de nuestro ser mora la consciencia y el cuerpo de Cristo y aunque muchos estudiantes de la Verdad conocen esto, pocos, tal vez muy pocos han dado paso al nacimiento de Cristo, del Cristo morador, el Cristo que mora en cada uno de nosotros. Sabemos que el nacimiento de Jesús divide la historia de la humanidad en dos períodos y literalmente la era de Cristo es designada desde el momento de su nacimiento. Pero las enseñanzas del Maestro Jesús contienen en sí mismas una trinidad, y hay una parte espiritual, y mística a la que pocos han tenido acceso, pero que continúa desenvolviéndose con el paso de los años.


Espiritualmente o místicamente hablando, la era de Cristo es aquí y ahora y tiene que ver con la evolución y desarrollo de tu consciencia crística. El nacimiento de Cristo es el [despertar], y el comienzo del desenvolvimiento de un conjunto de facultades superiores en los niveles internos de la consciencia. Dichas facultades cuando son desarrolladas completamente, salvan al hombre de la ignorancia, la enfermedad y la muerte. (LPR p.53)


Los estudiantes de la Verdad y de Unity conocen estas facultades superiores o centros y han estudiado su localización en las distintas partes de cuerpo humano. Para beneficio de aquellos que no las conocen las mencionaremos brevemente: la fe, la comprensión, la voluntad, el amor, la sabiduría, la imaginación, el entusiasmo, la fortaleza, el poder , el orden, la renunciación y la vida.


Son muy pocos los estudiantes que se ha dado a la tarea de desarrollar en ellos estas facultades espirituales y por ende desde este punto de vista, Cristo duerme como el feto en el vientre de la madre que todavía no lo ha dado a luz. Una manera práctica de comenzar a dar a luz el Cristo morador en cada uno de nosotros es liberando las energías espirituales escondidas debajo de las células, átomos y moléculas.


Charles Fillmore, promotor del Cristianismo Práctico nos dice que podemos lograr “dar a luz” el Cristo en nosotros “por medio del poder avivador de la palabra de Verdad.” (LPR p.53)


Esto te parecerá como una historia de ciencia ficción de Julio Verne pero Charles Fillmore, como maestro del cristianismo práctico relata la siguiente experiencia:


“… doy la Verdad según la he captado de experiencias espirituales, las que encontré que corroboraron las Escrituras hebreas de manera maravillosa….


La fase más importante de mi experiencia … fue la apertura de mi naturaleza espiritual. Adquirí la habilidad de ir gradualmente al silencio, y de esa fuente recibí revelaciones y sensaciones físicas inesperadas…. Luego lo mental y lo espiritual se desarrollaron en sensaciones en las extremidades nerviosas. La Presencia me informó que yo estaba comenzando la regeneración del cuerpo según fue enseñada por Jesucristo. Ni la fisiología ni la psicología ofrecen una nomenclatura que la describa. La primera sensación fue en la frente, sentí en ella un hormigueo cuando declaraba vida. Entonces descubrí que podía producir esa misma sensación en la planta de los pies y otras extremidades nerviosas concentrando mi atención es esos sitios y afirmando vida silenciosamente.


Pasé varias horas todos los días en este proceso y encontré que estaba liberando fuerzas electrónicas encerradas en los nervios. He hecho esto por casi cincuenta años hasta [este momento] y tengo lo que puede llamarse un cuerpo eléctrico que está reemplazando gradualmente el cuerpo físico. Es aun más que eléctrico, y cuando ciertas emociones espirituales le son impartidas, brilla, por decirlo así, y se mezcla con una atmósfera omnipresente y etérea que está sumamente cargada de energía vital. Mi organismo físico está siendo transformado célula por célula, y la conclusión será un cuerpo nuevo teniendo enteramente toda la perfección de la juventud además de la vida etérea.


Esto, el Espíritu me dice, es la transformación de mente y cuerpo prometida por Jesús. Pablo se refirió a esto cuando dijo: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra [mente],” (Romanos 12:2) pero él no lo logró. Ahora al fin de esta edad, las condiciones espirituales y mentales de la raza están maduras para la entrada en esta nueva vida de todos los seguidores de Jesús en la regeneración. Es por medio de esta transformación y nuevo arreglo de los átomos del organismo que el cuerpo de Cristo es formado en la consciencia del [ser humano].” (LHU p. 171-172)


Y aunque seguimos recordando lo que sucedió en Belén hace más de 2000 años el verdadero nacimiento del Cristo en ti todavía espera su día en donde pueda salir a la luz de tu mente consciente como una realidad orgánica en ti.


Y hoy es una gran oportunidad de comenzar el proceso y entrar en las labores del parto espiritual, un proceso que durará el resto de nuestras vidas si no decidimos abortarlo antes pero que ciertamente nos llevará al próximo nivel de nuestro desenvolvimiento espiritual.


No importa lo difícil que parezca comenzar, un viaje de 80 leguas comienza con el primer paso.

Un viaje hacia tu propia regeneración comienza de la misma forma. Recuerda si deseas alcanzar la salvación tarde o temprano tendrás que recorrer todo el camino, entonces, ¿por qué no comenzar ahora?


De ti depende.


Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.


¡Amén!

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