Sabiduría es la realización de la vida eterna
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar.” (Juan 10:17-18)
Lectura de Juan 20:1-18
Hoy, queridos amigos, estamos celebrando un acontecimiento que cambio la consciencia de la raza, la resurrección de Jesús.
Jesús había profetizado que él iba a vivir de nuevo: “—Destruid este templo y en tres días lo levantaré.” (Juan 2:19)
La resurrección de Jesús nos demuestra que ciertamente hay vida después de la muerte y mucho más. La resurrección de Jesús nos muestra que podemos alcanzar la resurrección así como Él lo hizo. Jesús nos enseña que las cosas que Él hace también nosotros podemos hacerlas. Pero todo proceso de desenvolvimiento espiritual tiene que ajustarse a los requisitos establecidos por la Ley Divina.
Y, ¿qué significa esto? En palabras sencillas esto significa que tenemos que ganarnos el derecho a la resurrección. Yo opino que llegará el momento en que todos podamos resucitar, pues todos los que seguimos el camino señalado por el Cristo de nuestro ser terminaremos o culminaremos en la resurrección que es de la única manera que volvemos al Padre, enteros, esto es, en cuerpo, mente y espíritu. Y pienso que mientras no logremos la resurrección estaremos viviendo en una consciencia de separación y esta consciencia tiene que ser crucificada para poder verdaderamente vencer la muerte levantándonos para morar junto al Padre.
Y el primer paso para esto lo dio Jesús en la cruz cuando dijo: “Padre, perdónalos que nos saben lo que hacen.” (Lucas 23:34)
Este es el primer gran paso en nuestra liberación de las ataduras a la consciencia carnal.
Y el segundo es, estando receptivo y obediente a la voluntad de Dios tenemos que disponernos a llevarla a cabo. Esto no significa que tengamos que morir en una cruz como lo hizo Jesús, que dicho sea de paso era un método sumamente cruel de ejecución.
Significa que tenemos que estar dispuestos a soltar toda atadura a lo material para seguir a Cristo. Tenemos que crucificar todo lo material en nuestra consciencia para enfocarnos en el desenvolvimiento del plan que Dios ha dispuesto para nosotros. Nada, absolutamente nada puede tener más importancia que esto en nuestras vidas.
Claro está, no vivimos como ermitaños en una isla desierta, vivimos en una sociedad y con nuestras familias. Es importante cumplir con nuestros deberes familiares y proveer adecuadamente a aquellos que dependen de nosotros sin que esto interfiera con los planes de Dios para cada uno de nosotros.
Así hizo Jesús desde la cruz “cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quién él amaba, que estaba presente, le dijo a su madre: “—Mujer he ahí tu hijo.” Después dijo al discípulo: “—He ahí tu madre.” (Juan 19:26-27)
Esto podrá parecernos algo muy grande de alcanzar y tienes razón, pero las grandes conquistas comienzan siempre dando un primer paso y manteniendo el enfoque todo el tiempo.
Y así minuto a minuto, hora a hora y día a día vamos haciendo la obra, los minutos pasan y las horas también; los días y los meses aún más rápidos y cuando mires atrás verás el fruto del trabajo que Dios ha hecho por medio de ti; y en un abrir y cerrar de ojos así como “ladrón en la noche” vendrá el día del Señor cuando por medio del poder de la resurrección del Cristo nos levantemos en cuerpo, alma y espíritu a la vida eterna.
Esta resurrección no es del futuro, “pero que ahora ha sido manifestada por … nuestro salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad” (2 Timoteo 1:10) “… pues por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.” (1 Corintios15:21).
No es un requisito la muerte física, pues escrito está, “No todos moriremos, pero todos seremos transformados.” (1 Corintios 15:51)
¡Dios les Bendice!