Soy libre y sin límites
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de la esclavitud.” (Gálatas 5:1)
El tema de la libertad es profundo y en esta cita bíblica encontramos que Pablo nos habla de “la libertad con que Cristo nos hizo libres.”
Hablemos del significado, de lo que Pablo llama “la libertad con que Cristo nos hizo libres.”
Sabemos y escrito está que el pueblo hebreo estuvo en cautiverio por más de cuatro siglos sirviendo a los egipcios.
Y luego de su liberación anduvo en el desierto por 40 años hasta que Josué invadió Canaán y logró entrar y conquistar la tierra prometida, entonces se forman las doce tribus de Israel y surgen unos administradores de la justicia que “de modo ocasional guiaron a las tribus israelitas en su lucha por permanecer en los territorios conquistados.”
Estos administradores tenían el nombre de jueces y el último de ellos fue Samuel.
Luego el pueblo pidió un rey y Dios se lo concedió y comenzó el periodo de la monarquía destacándose el primer monarca ungido, Saúl, David y Salomón. Este fue un periodo donde el reino estuvo unido.
Luego se dividió entre Judá e Israel, y vino la caída de Jerusalén, la destrucción del tiempo y la deportación masiva a Babilonia.
Luego de varios años con el edicto de Ciro se le pone fin al exilio y comienza la repatriación de los exiliados y reconstrucción del templo de Jerusalén, el periodo de la restauración.
Y a medida que los acontecimientos históricos siguen evolucionando los judíos empiezan a alejarse cada vez más del espíritu de la ley para hacer culto a la letra de la misma.
Y como el culto a “la letra mata” eventualmente surgió una gran separación entre la humanidad y Dios y la raza empezó a agonizar. Y si no lo sabes es tiempo ya que sepas que la muerte en sí no libera a nadie de hecho lo mantiene en cautiverio.
Solo la vida eterna es liberación total. Y para lograr esto se necesita purificación total.
Para aquellos que creen en la rencarnación, les puedo decir que la muerte y la encarnación nos encadenan a un sin número de nacimientos y muertes. Solo la resurrección y la vida eterna nos libera de ese círculo vicioso.
Para los que no creen en la rencarnación les puedo decir que en la muerte no hay futuro. Pues lamentablemente en la muerte el cuerpo se desintegra perdiendo así su capacidad de expresión quedando dos terceras partes de nuestro ser. Y para gozar de plena libertad tenemos que unificar las tras fases de nuestro ser para que haya una expresión total de la vida del ser.
Volviendo a la historia del pueblo hebreo, Egipto, espiritualmente hablando, representa un estado de conciencia “de servidumbre mental a los pensamientos relacionados con los sentidos; conciencia material. Tiene que ver con el sentido físico de la vida, con el organismo corpóreo.” (LPR)
Cuando nos sujetamos solo a la conciencia material perdemos de perspectiva nuestra verdadera naturaleza que es espiritual limitándonos así a una sola fase de nuestro ser.
Y esta limitación produce separación y eventualmente esta separación produce desintegración y muerte. Para ustedes esto significa simple y llanamente que tenemos que mantener nuestro enfoque diariamente en el espíritu que mora en nosotros.
Y ese espíritu que mora en nosotros, es el Cristo morador, y tenemos que liberar ese Cristo con pensamientos de libertad y vida. No limitar el poder del Cristo en nosotros a ningún tipo de creencia o paradigma limitante.
Escucha bien lo que te voy a decir, todo lo que pienses acerca de ti, todo lo que te digas a ti mismo, se lo estás diciendo al Cristo que mora en ti. Y el Cristo que mora en ti, esa plenitud de la divinidad que vive corporalmente dentro de ti, responde obedientemente a tus pensamientos predominantes, a tus creencias habituales y a los paradigmas que has mantenido por años.
Y mientras esto sea así mantendrás a tu Cristo en cautiverio, limitado, y solo te podrás referir a Él como tu esplendor aprisionado. Aprisionado por ti. Para ser libres y sin límites tenemos que alcanzar la meta y la meta es alcanzar la vida eterna. Y las buenas nuevas es que el camino se encuentra dentro de ti, el camino es Cristo. Cristo es el camino a la libertad, porque es el único camino al Padre, y como hemos dicho anteriormente, donde está el Espíritu de Dios hay libertad.
Podrías refutar esto argumentando que si el Espíritu de Dios es omnipresente, y está en todas partes, entonces ¿cómo es posible que haya tanta privación de libertad en este mundo?
No es por causa del Espíritu de Dios es por causa de desconocimiento de la Ley de la Libertad. Para lograr plena libertad tiene que haber una plena expresión del Cristo morador en cada uno de nosotros.
Y esto se logra crucificando todo vestigio de humanidad que quede en nosotros. Me refiero, eliminando o disolviendo el egoísmo, la vanidad, el orgullo, la prepotencia, la lujuria, la idolatría, las enemistades, los pleitos, los celos, las contiendas, divisiones, envidias, homicidios, borracheras, y cosas de esta naturaleza. (Gálatas 5:19 parafraseado)
Mientras estemos en este estado de consciencia, esto es, dando paso a expresión de todo impulso egocentrista, estaremos limitados por la carne. Estas son las obras de la carne según el apóstol Pablo. Y el desenlace de todo esto es muerte.
Mi sugerencia es que no pierdas de vista esto que acabo de mencionar ni tampoco lo olvides. Comienza a dar pasos concretos para eliminar de tu vida todas estas cosas que son de la carne, y que poco a poco vayas abriendo el camino para que ese esplendor aprisionado se convierta en un centro radiante de luz que fluya ampliamente a través de ti. Y te aseguro que a medida que vayas dando paso a mayor luz sentirás una libertad indescriptible junto a una alegría inefable.
Cristo es la luz del mundo, y “todas las cosas por medio del él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho,…y el mundo fue hecho por medio de él.” (Juan 1: 3,10)
Ese Creador se ofreció a sí mismo para liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado, como cincel para abrir la brecha para salvarnos del error, como opción para alcanzar la meta y como la alternativa para alcanzar la libertad sin límites.
Lo menos que podemos hacer por nuestro propio bienestar espiritual es darle gracias por esa labor redentora que Él realizó en beneficio de toda la humanidad y en particular por cada uno de nosotros.
Es por Cristo y a través de Cristo que alcanzamos libertad permanente. Y no quiero que te desencajes pensando que esto es un concepto muy alto para ti. La salvación y el disfrute de la libertad sin límites está al alcance de todos y ciertamente al alcance de ti. “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de la esclavitud.”
Y quiero reducir este logro a una práctica cotidiana que puedas emplear diariamente en tu vida.
Para comenzar el camino de la libertad sin límites comienza como como comenzamos en todo lo que concierne a nuestro desenvolvimiento espiritual.
Primero una afirmación: El Cristo que mora en mi me libera de todo tipo de ataduras, soy libre y sin límites.
Segundo, reconoce que el Cristo que mora en ti está a cargo y va delante de ti va dirigiendo tu vida. Piensa diariamente en Cristo, visualízalo dirigiendo tu vida todos los días. Tercero, nuevamente te recuerdo que debes ir soltando todas esas cosas que son de la carne, que ya mencionamos anteriormente.
Cuarto, con el uso del poder de tu voluntad alinea tus pensamientos, sentimientos, tus palabras y tus acciones con la norma de Cristo.
Y quinto, y último, mantente en el camino dando gracias a Dios todos los días.
Te puedo asegurar que si practicas esto diariamente te irás transformando de gloria en gloria hasta que venzas el postrer enemigo en donde podrás decir: soy libre y sin límites.
Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.
Amén.