Perdón y amor, el uno para el otro
“— ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad... Entonces respondió Jehová: si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.” (Génesis 18:26)
Esta cita bíblica es una porción de una conversación que tuvo Abraham con Jehová Dios. El tema era la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra.
“La historia relata que el pecado de Sodoma y Gomorra se identifica habitualmente con la práctica de la homosexualidad. Sin embargo, los profetas lo asocian con toda clase de desórdenes de carácter social, que pueden ser la injusticia, el adulterio, la mentira, la incitación al mal, el orgullo, la vida fácil, y la despreocupación por los pobres.” (Génesis 18:20 nota i)
Y bajo estas circunstancias, Abraham le está preguntando a Jehová que si va a destruir a toda una ciudad incluyendo a los buenos por causa de que la mayoría son pecadores.
Ahora te pido que pienses en ti mismo como un complejo de ciudades clasificadas y habitadas por cierto tipo de pensamientos predominantes en cada una de ellas.
Espiritualmente hablando Sodoma representa un pensamiento o hábito oculto y oscuro en nosotros. Gomorra representa un estado de consciencia que es adverso a la Ley Espiritual. Sodoma representa la forma más baja del deseo de sensación en el centro procreador [del hombre].
Muchos de nosotros nos esforzamos por mantener ocultos algunos de nuestros pensamientos sensuales y hábitos secretos y los hemos consentido, y nuestros antepasados [también] hicieron lo mismo [extendiéndose esto] más allá del recuerdo humano, y no podemos dejar de pensar que en medio de todo esto no haya un bien. (MBD p. 624)
“Estas ciudades malvadas se encuentran dentro del ser humano y antes que se pueda realizar y expresar plenamente el Cristo en cada uno de nosotros, debe consentir en purificar totalmente los pecados que Sodoma y Gomorra representan en [nuestra] consciencia. Esta purificación es con fuego, y debe ser completa.” MBD p.624
Pero, y aquí viene nuevamente la pregunta: ¿debemos también destruir lo bueno que haya en medio de estas ciudades? Y Abraham estuvo cerca de esto cuando preguntó: “— ¿Destruirás también al justo con el impío?” (Génesis 18:23)
En esta historia solo Lot, su esposa y sus dos hijas logran escapar por la misericordia de Jehová aunque su esposa se convirtió en una estatua de sal por mirar atrás a espaldas de Lot.
Lo mismo podríamos decir de una persona: ¿vas a condenarla por todo lo malo que ha hecho, y no vas a ver lo bueno que hay en ella? Hay veces que condenamos a una persona por algún acto erróneo que realizó, ignorando todo lo bueno que ha hecho y existe dentro de ella. Este comportamiento es típico de personas que se pasan criticando a otros, buscan ver la paja en el ojo ajeno pero ignoran la viga que hay en ellos.
Igualmente ocurre en personas que viven auto condenándose, y echándose culpas y avergonzándose de sí mismos por errores cometidos en el pasado. Errores que no hemos sido capaces de perdonarnos. Solo ven la oscuridad y no la luz del Cristo morador en ellos.
De igual manera condenamos a otras personas cuando nos hieren o nos maltratan. Nos llenamos de rencor y de venganza y estas son las murallas que nos mantienen en cautiverio. Y por estas razones este tema, el perdón, es tan importante en nuestro crecimiento en consciencia y nuestro desenvolvimiento espiritual. Ante la pregunta de Abraham Jehová tuvo misericordia y sacó a Lot y a su familia, antes de consumir en fuego toda la ciudad.
Debemos llevar todo esto a nuestra propia experiencia de vida y a nuestra propia consciencia, y buscar su significado para nuestro mayor y mejor bien.
Yo opino que la falta de perdón nos mantienen en un estado como el de Sodoma y Gomorra; en donde nos solo vivimos una vida desordenada si no que nos atacamos a nosotros mismos, violando nuestros principios espirituales, abusando también de nuestro cuerpo exponiéndolo a las experiencias más bajas de naturaleza animal, cometiendo todo tipo de adulterio mental y físico; comportándonos de una manera prepotente y orgullosa sin la menor preocupación por nuestro propio bienestar espiritual y mucho menos por el bienestar de los demás.
Y todo esto tiene que ser purificado y limpiado y solo se puede lograr esto permitiendo al fuego de Dios quemar todas las impurezas que hay dentro de cada uno de nosotros. Y este proceso purificador puede llevarse a cabo dentro de nosotros cuando estamos dispuestos a perdonar que es la llave que da paso al proceso purificador y sanador.
Y, ¿qué es el fuego de Dios? El fuego de Dios es “la palabra de Dios en acción [que] consume las impurezas negativas de la consciencia y revela al Cristo. (LPR p. 99)
Y así cuando nuestra consciencia se purifica el amor encuentra un camino ancho de expresión. Por eso decimos que el perdón y el amor van de la mano.
No solo se complementan el uno con el otro sino que, ambos contribuyen a darle forma y expresión al cuerpo de Cristo que mora en cada uno de nosotros.
Observa que en las escrituras encontramos estas palabras: “… según la misericordia de Jehová para con Lot; lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.” (Génesis19:16)
El fuego de Dios desintegra las capas de negatividad y error en la consciencia y a la vez que purifica, fortalece y afirma la verdad en cada uno de nosotros.
Y esto se hace y se consigue por medio de la palabra de Dios. Y todos sabemos que la Palabra se hizo carne y fue revelada a través de Jesucristo y Sus enseñanzas. Tú que estás escuchando estas palabras, te invito a que te hagas un examen de consciencia y busques muy dentro de ti esos hábitos ocultos de los cuales sientes vergüenza de ti mismo, y comienza a hablarles la Palabra.
Háblale la Palabra, y hazlo en voz alta si tienes que hacerlo y comienza a hacer en ti el trabajo de las edades. Comienza a desintegrar esa consciencia de la raza que es parte de lo que has adoptado por ósmosis cultural o racial. Cada vez que te recuerdes de una experiencia negativa en tu vida, perdónala. Suéltala y envuélvela en amor.
Esto último es fácil de decir pero difícil de llevar a cabo. Pero como dice el refrán querer es poder, y si eres sincero contigo mismo y verdaderamente te importa tu progreso espiritual, entonces tienes que tener la disposición de comenzar con este proceso purificador.
Y qué de aquellos que viven con su pareja y seres queridos, no solo tienen que perdonar sino que también tienen que pedir perdón por errores cometidos.
No seas tan orgulloso y prepotente; pues se necesita ser valiente para humillarse y humildemente pedir perdón. Y cuando podemos hacer esto fluye a través de nosotros una energía liberadora, permitiendo así disolver cargas de culpabilidad que llevamos en nuestra consciencia.
Comienza a practicar el perdón ahí mismo donde estás. No tienes que ir a ningún lugar. Ve a oración y cierra la puerta y en el silencio de tu ser escucha la voz de Dios.
Tu Dios te dirá que hacer y cuando hacerlo. Luego entonces, echa a un lado tu orgullo humano y entrégate por completo a la voluntad de Dios y haz lo que Dios te indique.
Y verás cuan agradable y perfecta es Su divina voluntad. Así como la oración debe ser parte de nuestra vida, el perdón también lo debe ser. Practícalo diariamente, y ama todos los días.
Pues el amor y el perdón son dos caras de una misma moneda. Y por consiguiente no puedes tener uno sin el otro.
Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.
¡Amén!