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La gratitud es una gran actitud


“Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo comieron también.” (Hechos 27:35-36)


Para la década de los años 90 trabajaba para una multinacional como Gerente de Planta en la Zona Franca de las Américas. Allí teníamos una operación de manufactura electrónica, una especie de planta satélite con la planta matriz en Manchester, New Hampshire.


Conocí a Jesse, el Gerente de Planta de Manchester, mi contraparte, pues ambos nos reportábamos al Director de Operaciones. Jesse tenía algo muy especial. Tenía un carácter muy afable. Claro está, había momentos donde se notaba enojado, pero siempre muy controlado.

Eran momentos difíciles porque la compañía estaba moviendo líneas de producción de su planta para la operación que teníamos aquí, en el país.


Tuvimos muchas discusiones porque yo quería traer más producción al país mientras que él estaba protegiendo lo que tenía allá en Manchester. Ese fue un tiempo de grandes cambios, de ajustes y de reorganización en la división de Operaciones o sea manufactura. Nuestro jefe común murió, vino un nuevo reemplazo. Los cambios continuaron.


Me enteré que él puso su renuncia. Y luego de un tiempo y una reestructuración en las operaciones de Dominicana decidieron cerrar mi plaza y quedé cesante. Comencé a buscar empleo y tenía que buscar buenas referencias. Le escribí un correo a Jesse y le pregunté si después de todo lo que habíamos pasado él seguía siendo mi amigo y podía dar una buena recomendación de mí si lo llamaran para preguntarle.


Como ya no manteníamos una comunicación constante como antes, pienso que él sencillamente pudo haber ignorado el correo y nunca más contestarme. Pues ya no había razón de mantenernos en contacto. Para mi asombro, recibí una respuesta muy rápida diciéndome que él era mi amigo, y que daría una buena recomendación de mí.


Si no mal recuerdo creo que lo llamé y sostuvimos una conversación muy animada. Y mientras conversábamos le pregunté cómo pasaba sus días ahora que se había retirado. Su contestación me impacto: “Comienzo cada día alegre y dando gracias a Dios por el regalo de un nuevo día.”

Desde entonces no he sabido más de Jesse, pero no hay duda que su gratitud es una gran actitud.


Una y otra vez, encuentro el gran poder que encierra una verdadera actitud de gratitud.

Sin embargo, todavía hay muchas personas que al primer asomo de nubarrones se ponen rabiosos y frenéticos. Comienzan a exudar todo tipo de negatividad intoxicando todo el ambiente que les rodea.


“La actitud es el estado de la mente en relación con algún asunto o situación; es la posición mental que sostenemos. (LPR p. 3) Para Jesse su renuncia no fue el final de su vida; fue el comienzo de una nueva vida donde reconoció los verdaderos regalos de Dios.


Pero tomemos el ejemplo del Maestro Jesús; cuando decidió llevar a cabo la última cena, Él sabía que sus horas estaban contadas. Y mientras comían dio gracias, tanto cuando partió el pan como cuando tomó la copa de vino para que todos tomaran de ella.


Jesús no vio su muerte como el final de Su vida, porque si lo hubiese visto así, no creo que humanamente tuviese motivos para dar gracias. Jesús dio gracias porque vio que Su misión se cumplía plenamente. Jesús dio gracias por el legado que dejaba. Y a ti que me escuchas, te pregunto ¿cuál es tu posición mental en cuanto a la vida que estás llevando?


En vez de estar quejándote por tu situación actual comienza a dar gracias por lo que tienes. Porque la actitud de tu mente determina en gran medida la naturaleza del medioambiente que te está rodeando en este momento de tu vida. De modo que si no te gusta la vida que estás llevando evalúa el tipo de pensamientos que estás sosteniendo y decide cambiar tu posición mental ante la vida.


Por ejemplo, si estás sin trabajo comienza a dar gracias diariamente por las oportunidades que Dios te brinda, abre tu mente a nuevas posibilidades de empleo, en áreas que tal vez nunca antes habías pensado en las cuales podrías desempeñarte. Y recuerda que diariamente estamos en medio de una confluencia de posibilidades, nuevas posibilidades.


Si te sientes solo, comienza a dar gracias porque tienes la oportunidad y el tiempo de meditar, ir al silencio y escuchar la voz callada y suave del Padre instruyéndote y guiándote a tu mayor bien.

Y tal vez sea la gran oportunidad de comenzar a amar conscientemente a Dios a medida que practicas la acción de gracias por las bendiciones que recibes de Él.


Una actitud de gratitud es una gran actitud porque atrae bien a tu vida. No te quejes de la calidad de tu vida. Aumenta tu calidad de vida con una actitud de gratitud hacia la vida en general y hacia Dios en particular. Y lo demás vendrá por añadidura. Aprende a vivir día a día, dando gracias y alabando a Dios. ¡Es hora de alabar a Dios! Deja de preocuparte por lo que el futuro podría traerte. Vive la vida día a día un día a la vez. Debes saber que Dios no desampara a nadie si nos mantenemos enfocados en Su Presencia, Su poder y Su divina actividad.


Dios utilizará Sus infinitos canales para proveerte y sustentarte conforme a tu fe. Porque sabido es que Dios no puede hacer más por ti que lo que puede hacer a través de ti y de tu receptividad a Su omnipresente bien. Hablemos un poco más acerca de nuestras actitudes. Paul Meyer & Randy Slechta en su libro Los 5 Pilares del Liderazgo nos dicen que nuestros valores determinan a qué le prestamos atención y determinan nuestros hábitos de pensamiento.


Y nuestras actitudes son hábitos de pensamiento que a través de la repetición y de la visualización se han cristalizado en la mente de la persona. Y estos hábitos de pensamiento pueden ser erróneos. De modo que si queremos cambiar nuestras actitudes tenemos que cambiar nuestros valores. Pongamos un ejemplo sencillo. Piensa en tu suegra. ¿Hay algo que valores de ella? Si la valoras lo más probable es que tengas una actitud positiva hacia ella.

Piensa acerca de ti mismo. ¿Te valoras, o te rechazas? La contestación determina la actitud que tienes acerca de ti mismo.


¿Crees que realmente y efectivamente Dios está a tu lado todo momento proveyendo y sosteniéndote? La contestación a esta pregunta dictará tu actitud hacia Dios y también hacia ti mismo porque en Espíritu y en Verdad tú eres una extensión de lo que Dios es. De modo que cuida tus pensamientos en torno a Dios y a ti mismo.


Y lo mejor que puedes hacer es comenzar a dar gracias, porque la acción de gracias es la chispa que te permite cambiar tus valores. Porque cuando empiezas a dar gracias por algo por lo cual antes no dabas gracias comienzas a valorar algo que antes no valorabas. Y cuando comienzas a hacer esto estás cambiando tus actitudes y formando nuevas actitudes.


Entonces la acción de gracias se convierte en una gran actitud capaz de moldear nuevas actitudes. El Maestro Jesucristo es un modelo a seguir, Su actitud ante la vida y ante Dios cambió el mundo y ciertamente lo cambió a él también.


Tú también puedes cambiarte cambiando de actitud y dando gracias.

Y no te sorprendas que cuando comiences a dar gracias de todo corazón empiecen a fluir por medio de ti grandes ideas; sí son las grandes ideas que Dios desea desenvolver a través de ti.

Con una actitud de verdadera gratitud, mantente tranquilo y permite que el fluir de la sabiduría infinita te colme de ricas bendiciones con una abundancia de nuevas ideas que te sorprenderán.

A medida que te renuevas “toma el pan y da gracias a Dios”, pues este pan es el pan de vida, la Palabra de Dios.


La gratitud es una gran actitud y tu actitud es la medida de tu altitud en Dios.


Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.


Amén.




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