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Bienaventurados los pacificadores


“Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9)


Estas palabras muy conocidas fueron expresadas por Jesús en su famoso Sermón del Monte. Un discurso que no ha tenido paralelo ni antes ni después, único en su clase por su contenido que ha servido de guía infalible para vivir una vida en conformidad con los mandamientos de Dios.


La palabra bienaventurado significa, dichoso, feliz o digno de ser felicitado. De modo que las bienaventuranzas del Sermón del Monte son principios de acción que nos ayudan a vivir una vida feliz, dichosa y en paz. Y como hemos dicho anteriormente, todos y cada uno de nosotros deseamos vivir en paz.


Las naciones desean vivir en paz y paradójicamente se lanzan a la guerra buscando paz; sí paz. Pero desde su propio punto de vista sin considerar otros puntos de vista. Desean buscar la paz por medio de imponer su voluntad y dominio sobre las otras personas y pueblos. Y lamentablemente, de esta manera nunca podremos establecer la paz en este mundo. Siempre habrá antagonismo y posiciones contrarias que diplomáticamente habrá que armonizar.


Y que bueno es que esto sea así si logramos lidiar con este asunto a la manera de Dios. Tenemos que saber que de una forma u otra todos tenemos la razón. Esto no necesariamente significa que tenemos que estar de acuerdo con otra persona. Podemos estar de acuerdo en el desacuerdo.


Ahora bien, la bienaventuranza nos dice que aquellos que sean pacificadores serán llamados hijos de Dios. Y la pregunta es ¿qué es ‘ser llamado un hijo de Dios’?

En verdad todos somos hijos de Dios porque uno solo es nuestro Padre y es Dios. El Hijo es el fruto de la simiente del Padre en cada uno de nosotros. Y ese fruto busca su semejanza para ser la imagen perfecta de Dios. La manera práctica de lograr verdadera semejanza con Dios y por ende convertirnos en un reflejo verdadero de sus imagen es siendo un pacificador.


Fíjate que Jesús logró ser uno con Dios y no hay evidencia de violencia ni agresión hacia nada ni nadie. Y de Ése el profeta Isaías dijo: “Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre “Admirable consejero”, Dios fuerte”, “Padre eterno”, “Príncipe de paz”.” (Isaías 9:6)

Jesús es el Gran Emisario de Paz, el Gran Pacificador que nos enseñó la doctrina de la paz y por ende la coexistencia pacífica entre los hombres. Tanto Jesús como otros que han seguido el alto camino de la paz han tenido que volverse dentro y expresar un dominio de carácter para poder volverse un verdadero pacificador.


El camino de la paz requiere una gran disciplina de carácter; y me vienen a la mente nombres como el Dalai Lama que ganó el premio nobel de la paz en 1989 y “su misión es proteger los derechos básicos y la libertad de los tibetanos alrededor del mundo.” http://mamiverse.com/es/20-pacifistas-famosos-52180/12/


Otro gran famoso pacifista fue Mahatma Ghandi quien logró la independencia indú por medio de la resistencia pacífica y la implementación de tácticas no-violentas.

John Lenon que aparte de ser un Beatle se expresó fuertemente en contra de la guerra de Vietnam y escribió canciones tales como “All you need is love” (Todo lo que se necesita es amor).


Dr. Martin Luther King Jr. fue un pacifista famoso “ministro bautista y un miembro clave del movimiento por los derechos civiles. Predicaba sus creencias por medio de protestas pacíficas y peleaba por los derechos igualitarios para afroamericanos y víctimas de injusticias.” http://mamiverse.com/es/20-pacifistas-famosos-52180/12/


Nelson Mandela “dedicó su vida a luchar por la igualdad, justicia, paz y libertad para todos. A pesar de ser encarcelado y castigado injustamente durante su vida, siguió dedicándose a lograr la democracia y la igualdad. Nunca dudó en su misión y nunca luchó contra el racismo con racismo. Sus esfuerzos anti-apartheid en Sudáfrica cambiaron al mundo y su trabajo servirá siempre como inspiración para los demás.” http://mamiverse.com/es/20-pacifistas-famosos-52180/12/


Todos estos pacifistas y muchos más han luchado por la paz. Pero no se trata de luchar por la paz se trata de ser la personificación de la paz. Y para ser la personificación de la paz tenemos que hacer un trabajo dentro de nosotros mismos.

Las Escrituras nos dan una clave para esto; leemos: “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3)


Esta es la manera de convertirnos en verdaderos pacificadores. Tenemos que mantener nuestro pensamiento en Dios todo el tiempo, tenemos que tener confianza en la protección de Dios así como Jesús confió plenamente en Dios y en su protección.


Y para lograr ser llamados hijos de Dios tú y yo tenemos que lograr el control de nuestras emociones violentas. En nuestras relaciones interpersonales las conversaciones se tornan en discusiones violentas cuando alguien dice algo que consideramos absurdo u ofensivo; y toma unos pocos milisegundos perder la paciencia y que salga de nuestra boca todo tipo de violencia verbal.


Esto nos lleva a considerar trabajar arduamente en el mantenimiento de nuestra paz interior. Y ahí queridos amigos está la clave de todo este asunto. La meta no es necesariamente lograr la paz del mundo; de hecho yo pienso que a juzgar por el actual estado de cosas tardará mucho tiempo en lograr una paz permanente en el mundo.


Pero se puede lograr cuando logremos nuestra paz interior.

Luego entonces, ¿cómo logramos nuestra paz interior? Ya dijimos manteniendo nuestros pensamientos centrados en Dios. También dijimos manteniendo nuestra confianza en la protección de Dios.


Pero también hay otras cosas más que podemos hacer para lograr ser un pacificador. Por ejemplo Pablo nos dice: “Justificados por la fe, tenemos paz en Dios.”(Romanos 5:1)


Entonces la fe nos ayuda a tener paciencia y como dice Pablo la paciencia produce al final esperanza “y la esperanza no nos defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5)


En nuestra parte humana debemos estar vigilantes de que nuestras palabras o acciones no causen contienda. Cualquier palabra dicha con un tono de voz que implique enojo, o terquedad puede causar contienda.


Las discusiones son buenas siempre y cuando se mantengan no-violentas.

Nuevamente mantener una conciencia de paz requiere disciplina y buena voluntad y evitar a toda costa envolverse en actividades que promuevan la violencia o la contienda.


Hoy día cada vez más, vemos juegos de video violentos; y padres que no han cobrado consciencia de la importancia de mantener a sus hijos fuera de este tipo de entretenimiento. Sí, se le llama entretenimiento, pero detrás es pura violencia.


Y así hay muchos eventos que promueven la violencia como la Lucha Libre, el Boxeo, las corridas de toros y otras más. Muchos son fanáticos y sé lo difícil que es para un fanático dejar de disfrutar de estos tipos de eventos. Por eso digo que la paz requiere disciplina, paciencia y esfuerzo y sobre todo mucha fe.


Muchas veces hacemos cosas inofensivas que pensamos que no tendrán mayores repercusiones. Una de estas es el chisme. Hay muchas personas por ahí que se pasan pendiente a todo cuanto se dice y se comenta. Recogen esas conversaciones como una aspiradora y van y las comentan con la persona mencionada con el objeto de crear contienda.


¿Quieren mi consejo? Olvídense de los chismes y si te los traen no le des calor. Yo sé lo gustoso que es enterarse de los chismes, pero no le des calor. En estos casos lo mejor que puedes hacer no es regañar a la persona que te trajo el chisme, sino que la puedes mirar a los ojos y con amor darle una bendición. Cuando le digas “Dios te bendice” puedes estar seguro que la persona habrá captado tu mensaje de no seguir con esto.


Hay una pregunta muy importante que tenemos que hacernos y es la siguiente: ¿Soy yo realmente un pacificador? Sé honesto contigo mismo y respóndela desde el corazón. Lo más probable es que tengas que hacer un trabajo reparador contigo mismo.


Pero hay otra pregunta aún más importante y es la siguiente: ¿realmente anhelo yo ser un pacificador? Tú tienes la respuesta y tuya es la decisión.


Meditemos….


Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.


Amén.




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