Primero hierba, luego espiga
“Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. …la semilla brota y crece sin que él sepa cómo, porque de por sí lleva fruto la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.”(Marcos 4:26-28)
1. Dicen la Escrituras que Jesús inició su ministerio predicando el evangelio del reino de Dios. “Decía: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!» (Marcos 1:15)
2. El ser humano es una criatura extraña. Posee inmensos talentos y capacidades para crear y llevar a cabo grandes proyectos, tales como las pirámides de Egipto, el Faro de Alejandría, los jardines colgantes de Babilonia y otros.
3. Creó y construyó la imprenta y con eso trajo la revolución industrial. Desarrolló la electricidad para proveer luz a cada hogar, y en el año 1969 llegó a la Luna y este logro le dio una mayor comprensión sobre el espacio sideral y del universo. Los avances de la ciencia y la tecnología siguen acelerando su paso. La comunicación es más rápida y la tecnología permite realizar múltiples tareas a la misma vez.
4. Por ejemplo, es sorprendente ver todas las funciones que se pueden llevar a cabo con un celular “inteligente”.
5. Tal parece como si el tiempo transcurriera más rápidamente de lo normal. El mundo sigue cambiando cada vez más rápidamente, el tiempo parece acortarse y el espacio parece achicarse de una manera sorprendente.
6. Sin embargo, mucho antes de que estos avances sucedieran los atenienses habían construido un altar “al dios no conocido” al que ellos adoraban sin conocerlo. Y entonces, yo me pregunto: ¿Por qué Dios sigue siendo un misterio para la mayoría de nosotros? ¿Por qué todavía sigue siendo para muchos el Dios no conocido?
7. Y también encontramos un proverbio antiguo que dice: “conócete a ti mismo.” Y yo vuelvo y me pregunto: ¿Por qué será que este llamado ha prevalecido tanto tiempo? El tiempo pasa y este llamado parece ser eterno, incambiable con el paso del tiempo. ¡Es el llamado de las edades!
8. Y realmente lo es, porque si hay algo que ha permanecido incambiable por los siglos es el desconocimiento que tiene el ser humano de su propia identidad y de su mundo interior.
9. Jesús habló y anunció la llegada del reino de Dios, hace más de dos mil años. Pero para una gran mayoría este reino parece ser una ilusión y como dijera Calderón de la Barca, “una sombra una ficción.”
10. Todavía el ser humano no ha logrado entender el alcance de su propia consciencia ni el inmenso espacio interior que ésta encierra.
11. No quiero profundizar demasiado, solo quiero que comiencen a comprender la extensión y la dimensión desconocida, el universo interior, por decirlo así, que yace en las profundidades de cada uno de nosotros.
12. Ese es el universo desconocido al que Jesús llamó el reino de los cielos. Yo le llamo “el reino no manifestado”.
13. Y estando Pilato delante de Jesús le preguntó: “—¿Eres tú el rey de los judíos?” Y Jesús respondió: “—Mi reino no es de este mundo.” (Juan 18:36)
14. Y si Jesús habló estas palabras es porque hay otros mundos. Y ciertamente el reino de los cielos es uno de ellos que Él localizó dentro de nosotros.
15. La mayoría de nosotros somos como la semilla que cae junto al camino, en el pedregal o entre los espinos. Si observas, todas carecen de profundidad y arraigo. Muchos “viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.” (Mateo 13:13) Y así nos pasa a cada uno de nosotros.
16. Las Escrituras guardan la Palabra de Dios. Jesucristo fue el Sembrador de la Verdad, Su semilla, cayó en todas partes. Se nos ha repartido a todos por igual.
17. Pero a ti te toca oír, escudriñar y entender la Palabra para que seas la “buena tierra”, el terreno fértil, en donde la semilla de la Verdad brote y crezca con paciencia siendo “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga” para que dé fruto ciento por uno.
18. Porque todos hemos venido para dar fruto, y es nuestra responsabilidad dar fruto bueno, agradable y perfecto.
19. Ahora bien, el Maestro dijo que el reino de los cielos es como un tesoro escondido. Claro, un tesoro escondido dentro de nosotros.
20. Y así como el minero va cavando lentamente para encontrar el metal precioso, nosotros tenemos que cavar con paciencia en nuestro interior
para encontrar las riquezas del reino. Y entonces tomar esas riquezas para enriquecer a otros. Porque esa es la ley: Dad y se os dará, medida buena, remecida y rebosante; porque al que tiene se le dará más y al que no tiene (por no cavar con paciencia) hasta lo que tiene se le quitará.
21. Todos tenemos las riquezas del reino pero pocos tienen la paciencia para cavar, extraer y apropiarse lo que Dios nos ha dado libre y tan abundantemente. No hemos reconocido que las verdaderas riquezas son espirituales.
22. Con paciencia el agricultor siembra la semilla y espera. Y, “Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. …la semilla brota y crece sin que él sepa cómo, porque de por sí lleva fruto la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.”
23. “Y cuando el fruto está maduro, enseguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.” (Marcos 4:29) O sea, que después que el grano está lleno en la espiga hay que esperar un poco más para que esté maduro, para que entonces sea de provecho para todos.
24. Entonces la lección es que tengamos paciencia y démosle tiempo a que nuestra consciencia madure en la Verdad y nuestras ideas y acciones sean de provecho para los demás.
25. En nuestra parte externa, cada uno de nosotros es como una semilla seca; lista para sembrarse en el suelo fértil. Pero dentro de la semilla está el potencial de crecimiento. Una vez que la semilla se sumerge en el ambiente del terreno, el potencial de crecimiento se pone en marcha y empieza su proceso de transformación.
26. Pero a ti y a mí nos toca dar el primer picazo, tal como se hace cada vez que se comienza un proyecto de gran envergadura. Y ese primer picazo marca el inicio de un gran proceso que comienza a desenvolverse así como la semilla que cae en terreno fértil y crece echando su raíz para afirmarse en el suelo y luego hierba, espiga y después grano lleno en la espiga para dar mucho fruto.
27. Busca qué es lo que tiene que crecer en ti y acércate a Dios, busca Su luz así como la planta busca la luz del sol. Pero no te impacientes tratando de estirarte a la luz. Deja con paciencia que la luz haga su trabajo en ti y te levante. Espera pacientemente…
28. Todos tenemos la tarea de desarrollarnos espiritualmente y lo sabemos. Si decides seguir el camino que el Cristo te señala entonces debes comprender “que por ti mismo nada puedes, que es Cristo en ti quien
hace la obra”.
29. Entonces pacientemente espera que Su luz vaya alumbrando tu camino y vaya transformándote de gloria en gloria “conforme a las riquezas del reino” según Su luz y poder vayan haciendo Su labor en ti.
30. Esto no es un proceso de un día para el otro o de algo que ocurre de la noche a la mañana. Es un nuevo renacer. Tienes que agotar pacientemente un tiempo de espera para que el Espíritu de Dios haga Su obra en ti.
31. Primero, reconoces que en ti se encuentra la semilla de tu propia divinidad. Luego te lanzas y te sumerges en el terreno fértil que es tu espacio interior. Y en quietud y confianza esperas que el Cristo haga Su trabajo en ti, de una manera que nunca sabrás con precisión. Echarás raíces arraigándote firmemente a tu propia divinidad y te levantarás.
32. Primero como hierba, sí como hierba fresca, con una nueva consciencia, una nueva manera de pensar y de ver al mundo. Entonces, te conviertes en espiga; y después grano lleno en la espiga, para dar fruto. Y dice el Señor: “y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” (Juan 15:16)
33. Pues todos estamos llamados a dar fruto y “Serás como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hagas, prosperará.” (Salmo 1:3)
34. El llamado es a que des fruto que permanezca.
35. Y “… ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22)
36. Pues de cierto de cierto te digo que si perseveras con paciencia en la Verdad de tu ser, darás buen fruto y por tus frutos te conocerán.
37. Meditemos…
38. Dios te bendice porque sabiendo estas cosas, las haces.
39. ¡Amén!