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¿Cómo Vencer el Miedo a la Muerte?

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay.”(Juan 14:2)

Desde pequeños se nos enseña que llegará un momento donde vamos a morir. Pensamos generalmente que nuestros padres se irán primero y luego nosotros y después nuestros hijos.

Los medios de comunicación nos recuerdan continuamente esta irrealidad por medio de las noticias, con videos y también con películas que se pasan en el cine y en la televisión en donde en el desarrollo de la trama nos presentan personas que son asesinadas o mueren.

Visualizamos a la muerte como un espectro presente en todas partes esperando a la próxima víctima y ciertamente podemos decir que muchos le temen a este fantasma.

El cuco, el supuesto diablo y el fantasma de la muerte tienen mucho en común porque desde niño se nos enseña a temerle y por eso la gran mayoría de las personas le temen. La mayor similitud entre cada uno de ellos radica en que todos son una mentira que es alimentada continuamente por la sociedad. Son producto de una falta de visión sobre la Verdad acerca de la creación y de la vida.

Si la muerte fuera la Verdad Jesús nunca le hubiera dicho a Sus discípulos: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay.” Pero Él no se quedó ahí, añadió: “si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros…para donde yo esté, vosotros también estéis.” (Juan 14:2,3)

Jesús testifica acerca de la irrealidad de la muerte porque lo cierto es que aunque la muerte parezca real no es la Verdad. Así como una pesadilla se siente real y te estremece cuando la estás viviendo la muerte parece real pero no lo es.

Es solo la disolución y desintegración eventual de una tercera parte de lo que eres, pero quedan dos terceras partes con vida eterna.

La creencia tradicional nos dice que si no nos arrepentimos iremos al infierno un lugar donde hay un fuego eterno. Pero yo me pongo a pensar ¿cómo es posible que nosotros hayamos creado un Dios tan malo y vengativo que no tenga misericordia enviándonos a nosotros al fuego eterno? Esto solo puede ocurrírsele a una mente perversa. Yo le llamo a este Dios el Dios del ego el Dios, el Dios del Antiguo Testamento.

Pero Jesús rectificó toda esta creencia cuando se refirió a Dios como un Padre amoroso. Y escrito esta: “El que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8)

Pero el arrepentimiento no es otra cosa que un cambio en nuestra consciencia,” un cambio de mente y corazón en donde reconocemos que el hacer las cosas a la manera del Espíritu (o la manera de Dios) es la manera correcta, es la manera de la bondad. Cuando nos arrepentimos, cambiamos nuestro comportamiento, rompemos con el pensamiento mortal, o pensamiento de la raza y ascendemos a un plano de pensamiento espiritual, el reino de Dios (LPR p.18)

Ciertamente cuando hay arrepentimiento muchas veces hay sufrimiento, pero si nos arrepentimos correctamente y permitimos que la guía del Espíritu vaya delante de nosotros seguirá un proceso purificador y cuando se completa esto llegamos a ser sanos e íntegros.

De modo que para lograr sanidad e integridad tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados o errores y cambiar nuestro comportamiento para ser obedientes a la guía del Espíritu de Dios que mora en nuestro interior.

Con sanidad e integridad vencemos la muerte. Pablo habla sobre esto cuando dice: “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” (1 Corintios 15:26)

Ahora bien, la mayoría de las personas tienen miedo a lo desconocido, piensan que con la muerte viene el final de todo. Todavía no han entendido las palabras de Jesús ni las promesas que Él nos hizo a cada uno de nosotros acerca de la vida eterna.

Y muchos de los que han leído acerca de estas promesas no creen en las palabras de Jesús porque le tienen miedo a la muerte.

No te voy a negar que cuando vemos que se acerca el fin de nuestra existencia en este plano de las formas nuestra humanidad se estremezca. No solo temblamos sino que nuestro ánimo puede experimentar una sacudida nerviosa. Yo diría que es natural o normal que nuestra parte humana nos diga: “mira, esta forma de expresión va a terminar.”

Pero una gran mayoría de personas piensan que este es el final de todo y que todo se acaba con la muerte física. Otros piensan que el alma y el espíritu continúan su trayectoria buscando otros modos de expresión.

Y aunque puedas perder una parte de tu ser hay dos terceras partes que quedarán con vida. Pongamos esto en su correcta perspectiva una vez más: lo que tú ves en ti es una tercera parte de lo que eres. Cuando miras a alguien solo vez una tercera parte de lo que es. La mayor parte del ser permanece invisible ante nuestros ojos.

De modo que lo que es real o lo verdadero es lo que no se ve. Por esta razón Pablo dijo: lo que se ve fue hecho de lo que no se ve. Tu cuerpo fue hecho de lo que no se ve que es tu espíritu y tu alma.

Cuando comenzamos a comprender estas realidades o verdades espirituales comenzamos a entender este proceso que llamamos muerte.

De manera que aquí tenemos un primer paso para vencer el miedo a la muerte. Tenemos que entender qué es la muerte. La muerte es simplemente la ausencia de vida en el cuerpo. De modo que dos terceras partes de lo que somos se mantienen con vida.

Pero te preguntarás: Si Dios nos ha creado con vida eterna, al punto que nuestra alma y nuestro espíritu no mueren ¿por qué nuestro cuerpo muere?

Nuestro cuerpo muere como consecuencia del pecado o el error. Pablo nos da la contestación: “La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna.” (Romanos 6:23)

Cuando comprendemos estas palabras sabemos que siempre tendremos una oportunidad de rectificar nuestros errores como resultado de la infinita misericordia de Dios.

El segundo paso para vencer el miedo a la muerte es mantenernos firmes en el pensamiento de que Dios no destruirá lo que Él mismo ha creado. Y Su máxima creación es el hombre, el hombre espiritual que tiene vida eterna. La muerte vino por causa la desobediencia del hombre a la Ley Divina.

Tercero: Una manera práctica de enfrentar el miedo a la muerte es desechando el pensamiento de que todo va a terminar; y en cambio aprovechar la idea de que vamos a entrar en un proceso de transición a otra manera de expresión que Dios determinará. Pero no es suficiente solo sostener este pensamiento, debemos acompañarlo con fe en la seguridad de que Dios obrará siempre en nuestro beneficio y nos ayudará así como un Padre que siempre dispuesto a ayudar a Su hijo amado.

Debemos mantenernos firmes y fijos en el pensamiento de que Dios nos ayudará a lo largo de nuestra trayectoria espiritual.

Cuarto: Debemos preparar nuestra consciencia para que trascienda este plano de las formas. Esto significa que debemos hacer planes para cuando estemos en “el más allá”, para cuando estemos más allá del horizonte visible.

Una manera de hacer esto es concentrándote en esa área de la mente que trata con el servicio al prójimo, y comiences a visualizar formas y maneras en que tú puedas servir a otros desde la dimensión espiritual donde te encuentres.

Jesús dijo: “Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso dije moriréis en vuestros pecados [errores]…” (Juan 8:23,24)

Jesús dijo: “«Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y pongo mi vida por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil…” (Juan 10:14-16)

Estas palabras de Jesús testifican claramente que hay otros mundos y otros planos de expresión. Si esto no fuese así Él nunca hubiese dicho: —“en la casa de mi Padre muchas moradas hay.” De manera que esta comprensión nos ayuda a entender que la muerte no es el final de todo, sino una transición que puede ser dirigida por Dios cuando armonizamos y espiritualizamos nuestra consciencia.

Pero ese trabajo de armonizar y espiritualizar nuestra consciencia tiene que comenzar aquí y ahora.

Y este es el quinto paso para vencer el miedo a la muerte. Tenemos que espiritualizar y armonizar nuestra consciencia con la consciencia de Cristo. Y en la consciencia de Cristo la muerte no existe. Se ve como la transición de una morada a otra en una casa donde hay muchas moradas. Sencillamente salimos de una habitación y cerramos la puerta, entonces abrimos la puerta en la próxima habitación y entramos en ella.

Así de sencillo como lo son todas las cosas de Dios en cuanto a nosotros respecta. Aunque parezca sencillo no es fácil, pues, requiere nuestra dedicación y la transformación de nuestra consciencia, y ese trabajo tenemos que hacerlo tú y yo.

Por supuesto, Jesús nuestro Ayudador, nuestro Maestro y nuestro Señor estará siempre dispuesto a ayudarnos en nuestra trayectoria espiritual. Pues escrito está: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.” Amén. (Hebreos 13:8)

Meditemos…

Dios te bendice porque sabiendo estas cosas las haces.

Amén


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