Consagración es Total Dedicación
“Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará.” (Salmo 37:5)
Tal y como expresé en mi mensaje en el programa mensual, los temas que hemos tratado estos últimos meses siguen una secuencia lógica. En marzo hablamos de vida, en abril de desarrollo y crecimiento y este mes el tema es consagración.
La palabra consagración siempre está envuelta en un velo de santidad y divinidad. Por ejemplo, la consagración del pan y el vino en la iglesia tradicional significan “la conversión del pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo.” (WIKI)
Pero en nuestro movimiento la consagración es algo diferente, es la dedicación de nuestros pensamientos cotidianos a Dios; es entrega completa a Dios por parte nuestra, por medio de nuestro pensar, [hablar (la Verdad) y actuar]. (LPR p. 45)
Aplicando este concepto a nuestro quehacer cotidiano podemos decir que consagración es a lo que tú te has dedicado toda tu vida. En este sentido consagración es total dedicación.
Se dice que nosotros vivimos en dos mundos concurrentemente, en el mundo que nos presenta el quehacer cotidiano y en el mundo del espíritu por causa de nuestra naturaleza espiritual.
Pero la balanza de nuestra vida para la mayoría de las personas siempre está inclinada hacia la materialidad. Y este desequilibrio, queridos amigos, surge muchas veces como resultado de la vida tan apresurada que vivimos que nos lleva al extremo de convertirnos en testigos presenciales de nuestra propia vida pero sin vivirla en toda su dimensión y profundidad. Esto es, vivimos la vida superficialmente.
Y si somos realmente sinceros con nosotros mismos y si realmente deseamos seguir el camino espiritual que nos señala el Cristo debemos hacer ajustes en nuestra vida; comenzando a equilibrar la balanza de la vida poniéndole más atención al desarrollo de nuestra consciencia espiritual.
Nuestro tiempo está tan comprometido con lo externo que apenas nos queda tiempo para descansar y disfrutar de un momento de quietud y paz mental.
Y cuando nuestro corazón anhela esto, y encuentra que el único camino hacia la perfecta paz mental es por medio del desarrollo de nuestra consciencia crística; esto es orando, meditando y entrando en el silencio, el mismo anhelo nos lleva a dedicar sus pensamientos a Dios diariamente.
Dicho esto, y habiendo entendido que consagración es total dedicación, podemos concluir que todos nos consagramos. El músico profesional se consagra a la música. Sus pensamientos están en la armonía de las notas musicales, en la composición y arreglo de las canciones.
El que se dedica a la medicina, su mente está dedicada diariamente a los tratamientos, fármacos, diagnósticos, etc. De manera que en honor a la verdad todos nos hemos consagrado a una profesión u oficio o algún quehacer cotidiano.
Pero lamentablemente muchos de nosotros nos hemos esclavizados consagrándonos a labores que odiamos con el único interés de conseguir un sueldo. No podemos ver más allá de lo que cada día nos trae.
Y para colmo de males, la vida cotidiana presenta urgencias, cosas que deben ser hechas con prontitud para mantener el equilibrio de nuestra existencia. Todos hemos tenido urgencias y sabemos que surgen en el momento menos esperado.
Y estos eventos hacen que nos desviemos temporalmente de nuestro oficio o vocación, pero es importante atender estas situaciones, situaciones que demandan nuestro tiempo y dinero.
Por ejemplo un problema de salud inesperado, una cirugía costosa sin un seguro médico pone una presión financiera en nuestro presupuesto. Yo puedo entender todo esto.
Y yo entiendo que hay necesidades inmediatas, tenemos que buscarnos la comida, tenemos que pagar el agua, la luz, el teléfono, el alquiler de la casa y otras facturas.
Y por estas y otras razones de naturaleza similar, la mayoría de la gente se dedica a hacer mucho dinero porque piensan que todos sus problemas de la índole que sean, se van a resolver con dinero.
Entonces de momento se nos acerca un amigo que conoce nuestra situación y nos aconseja que pongamos una fritanga porque fulano puso una fritanga y ya compró su casa y ahora está en vías de comprar un carro. Y ahí vamos nosotros a poner la fritanga detrás del dinero. Y así continuamos toda la vida detrás del dinero que es como un fuego fatuo, una ilusión o un espejismo.
No estoy diciendo que hacer dinero es malo. El punto es el siguiente: no podemos mantenernos toda la vida en ese nivel de consciencia. Tenemos que salir de la consciencia material y consagrarnos al desarrollo de nuestra consciencia espiritual. Y esto lo vamos a hacer dedicando día a día nuestros pensamientos a Dios.
El enfoque de nuestra consciencia tiene que estar en Dios. Y este es el primer gran paso para enderezar el camino de nuestra vida en la dirección correcta. “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia, Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tu veredas.” (Proverbios 3:6) “Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará.” (Salmo 37:5) Pon tu vida en manos de Dios y Él hará.
Escucha lo que Dios tiene que decirte para liberarte de condiciones limitantes, Dios te mostrará el camino para levantarte de tu presente condición a una vida de mayor bienestar. Pero tienes que consagrar tus pensamientos a Dios.
Sin embargo, muchas personas no le dan mucha mente a esto, y prefieren vivir la vida loca, de disfrute en disfrute y de placer en placer, viviendo el momento.
Si piensas de esta manera, bendecido eres, porque muchos piensan así como tú. Piensan: “soy muy joven, tengo cosas más importantes que atender, y mientras tanto disfrutaré de la vida. Ya cuando sea viejo entonces seré un buen cristiano.”
Y estamos de acuerdo, escrito está: “todo tiene su tiempo y todo tiene su hora.” Y como dice el refrán “a su tiempo se maduran las uvas.” Pero amigo míos yo les digo: “Que el tiempo es ahora y la hora es ahora.” Hoy aquí mismo, en donde estamos es el momento de consagrarnos a Dios.
Pero si por alguna razón no estás de acuerdo: piensa bien a qué te estás consagrando.
Mi sugerencia es que sigas el modelo de Jesús. Si analizamos Su vida vemos que Jesús fue un Maestro. Jesús consagró Su vida a la enseñanza. Sus enseñanzas nos dieron la clave para vivir una vida de orden superior.
Jesús se dedicó a predicar la Palabra de Dios. Reprendió a los fariseos y escribas por su superficialidad, su afán de reconocimiento público, y falta de humildad (orgullo espiritual).
De manera que aquí está la clave: Dedícate a algo que añada valor a tu vida y a la de los demás. No importa el oficio, busca que beneficie a otras personas. Conságrate a algo que tenga que ver con tu propio desarrollo personal y el desarrollo de otras personas.
Segundo: Dedícate a mantener tu integridad y tus principios todo el tiempo. Yo reconozco que esto no es fácil, y todos hemos fallado en ser fieles a nuestros principios y valores.
Por ejemplo: ¿Qué vas a hacer cuando tu jefe te dice que tienes que hacer algo ilegal para que la compañía pague menos impuestos al fisco? Y sabes que si no lo haces te van a cancelar. Pero Jesús fue y es un modelo que podemos seguir. “A Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios.” (Mateo 22:21)
Sabemos también que en el mundo corporativo, en la música y la cinematografía se solicitan favores sexuales como condición para obtener proyectos de gran envergadura, o para obtener promociones o alcanzar el estrellato.
A medida que reflexionas sobre este punto encontrarás que la integridad demanda fidelidad; y la fidelidad requiere total dedicación a los principios universales de justa acción.
Lo que nos lleva al tercer punto que es: sé consistente y constante en lo que haces. Tu ánimo debe ser firme y perseverante en tus resoluciones y propósitos. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Santiago 1:8) Y yo añado: no llega a ninguna parte.
Cuarto: Conságrate a alguna actividad que de buen fruto. Para ti y para mí lo que se llama “buen fruto” es directamente proporcional al valor que esa actividad le añade a nuestras vidas y a las de los demás. “Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; y recibe el pago que merece la obra de sus manos.” (Proverbios 13:2, 12:14)
Y hablando del pago que merece la obra de tus manos recuerda este principio que hemos enseñado en el curso de la Ciencia de Hacerse Rico, “que el valor utilitario del servicio que ofreces sea mucho mayor que el valor monetario o la paga que recibes por él.”
Esta es la manera de consagrase al bien, Dios se encarga del resto proveyendo sobreabundantemente para satisfacer todas tus necesidades.
Quinto: Reflexiona y conságrate a esa actividad que te llene y te sientas auto-realizado dedicándote a ella con amor y pasión.
Meditemos…