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Servicio de Iluminación del Cristo

Allá en el pesebre el verdadero Amor por fin ha llegado. Hoy celebramos la llegada de Aquel que dijo: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12)


“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de la luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación” (Santiago 1:17)


Tú y yo hemos sido llamados a tener valor y seguir a Jesús todo el camino para que este cuerpo que es mortal se vista de inmortalidad y lo corruptible en nosotros se vista de incorrupción.


Y este gran trabajo de las edades comienza avivando nuestras facultades espirituales para que la luz del Cristo brille plenamente en y a través de cada uno de nosotros.


Esto te podrá parecer pura utopía, o sea un proyecto muy difícil de realizar; tal vez lo sea pero de ti depende; pues cuando Jesús nos dijo “Vosotros sois la luz del mundo” pronunció una Verdad universal incuestionable.


Hoy dedicamos este servicio especial para avivar cada una de nuestras facultades espirituales meditando en cada una de ellas.


Estas doce facultades están representadas en el Antiguo Testamento como las doce tribus de Israel y en el Nuevo como los doce discípulos de Jesús. Pero como la ley de Dios ha sido finalmente escrita en nuestros corazones, estas doce facultades representan centros de consciencia en distintas partes de nuestro cuerpo.


Comenzamos pues la Iluminación y avivamiento de los doce poderes del hombre:


Primer Poder: “Enciendo esta vela que representa el amor, localizado detrás del corazón.”


Soy un hijo muy especial de Dios. Me trato con amor y dulzura, sustentando el Cristo en mi interior. Soy realmente un templo del Dios viviente. Al ver a mis amigos y familia, y a las personas que conozco cada día, pienso en ellos como templos de Dios, aunque ellos no estén conscientes de esta verdad. Todos somos expresiones de Dios —expresiones de amor divino. El amor es el poder que despierta mi naturaleza espiritual. El amor es el sustento del Espíritu, el cual es necesario para el crecimiento de la conciencia del Cristo morador.Siento el poder del amor divino en mí y expreso el amor del Cristo en mí.


Afirmemos: Cristo en mí es amor. Expreso el amor de Cristo dondequiera que estoy.


Meditemos…


Segundo Poder: “Enciendo esta vela que representa la fe localizada en el centro del cerebro, en la glándula pineal.”


Confío en el plan perfecto de Dios para mí. Tengo fe de que mi vida será una de paz y felicidad según pongo a Dios primero en todo. Con fe comienzo una nueva vida, tomo decisiones cabales y establezco nuevos objetivos. Con fe avanzo y hago las cosas que siento que necesito hacer. Con fe espero milagros mientras permanezco afianzado en las leyes perfectas de Dios. Me mantengo firme en mi fe en Dios y en Su bondad para mí.


Afirmemos: Tengo fe en el Cristo divino y viviente que mora en mí.


Meditemos…


Tercer Poder: “Enciendo esta vela que representa la fortaleza, localizada en los lomos.”


Elimino de mi mente todo pensamiento sobre las cargas de este mundo, las responsabilidades todas las aparente obligaciones y tareas de mi vida. Llevo todas mis cargas a Cristo. Estoy centrado en el poder y la presencia de Dios en mí, y cada día crezco y soy más fuerte.


Afirmemos: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.


Meditemos…


Cuarto Poder: “Enciendo esta vela que representa la sabiduría o discernimiento, localizada en el plexo solar.


Selecciono y tomo decisiones con sabiduría y buen juicio. Utilizo mi intuición para tomar decisiones prudentes en relación a mi alimentación, mis relaciones interpersonales, y en todas las fases de mi vida.


Afirmemos: El Cristo que mora en mí es poder y sabiduría de Dios.


Meditemos…


Quinto Poder: “Enciendo esta vela que representa el Poder localizado en la raíz de la lengua.”


Como hijo de Dios, soy uno con una fuente divina de poder ilimitado que puedo acceder para cumplir mis sueños más profundos. Gracias a este poder dado por Dios, puedo lograr grandes cosas. ¡Qué maravilloso es saber que puedo vivir una vida sin limitaciones! Cada día acudo a Dios y despierto más plenamente a la fuente infinita de poder en mi interior. Al dar expresión a este poder, afecto positivamente mi vida y las vidas de aquellos a mi alrededor. Al canalizar este poder divino mediante acciones amorosas y compasivas, ayudo a inspirar y elevar al mundo. Estoy abierto a la expresión plena del poder de Dios en mí.


Afirmemos: “Por medio del poder de la Palabra; proclamo la Verdad; que es Espíritu y vida. Por medio de mis palabras creo mi mundo.


Meditemos…


Sexto Poder: Enciendo esta vela que representa la imaginación localizada entre los ojos.”


Uso mi imaginación sabiamente, viendo el bien que todavía no es visible. Veo posibilidades de bien por todas partes. Formo imágenes de mí mismo haciendo las cosas que he anhelado hacer. Me veo como la persona que quiero ser. Gracias al poder de mi imaginación, puedo traer el bien que visualizo a mi realidad. Busco y espero una bendición para mí y para mi vida, incluso cuando enfrento un desafío. Veo el bien en todas las personas e imagino que el mundo es un lugar de abundancia, plenitud y paz. Con gratitud, uso el poder de la imaginación para vivir una vida plena y próspera.


Afirmemos: A través del ojo de la visión interna, contemplo al Cristo que mora en ti. Visualizo que mi bien está ocurriendo en cada área de mi vida


Meditemos…


Séptimo Poder: “Enciendo esta vela que presenta la comprensión, localizada en el lóbulo frontal del cerebro.”


En lo secreto me has hecho comprender sabiduría. —Salmo 51:6 Hoy acudo a Dios por comprensión espiritual. Sé que con la guía divina, puedo distinguir lo que es bueno y verdadero en cada situación. Con el don del discernimiento viene la comprensión espiritual. Al estar más en sintonía con esta idea, puedo discernir con claridad cuándo he de hablar y cuándo he de permanecer en silencio. Soy guiado a la acción correcta en cada situación ante mí.


Afirmemos: Comprendo que Cristo en mí, es mi gloria. Mi comprensión de la verdad profundiza y dirige mi vida.


Meditemos…


Octavo Poder: “Enciendo esta vela que representa la voluntad, localizada en centro del lóbulo frontal del cerebro.”


Confío en que la voluntad de Dios es para mí siempre buena, “agradable y perfecta.” Dejo ir y permito que Dios me guíe hacia mi mayor bien. Puede que haya momentos en los que me sienta tentado a seguir mi propio camino. Tal vez olvide que la voluntad de Dios siempre es la mejor. Pero hoy establezco la intención de hacer la voluntad divina en mi vida y asuntos.

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Afirmemos: Me entrego en mente, cuerpo y asuntos a la voluntad del Cristo en mí.


Meditemos…


Noveno Poder: “Enciendo esta vela que representa el orden, localizado en el ombligo.”


“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.”—Eclesiastés 3:1

El orden divino es la primera ley del universo. Aunque no siempre pueda apreciarlo, el orden divino existe en todo momento —en mi vida y en el mundo. Hoy tomo tiempo para contemplar esta ley infalible de Dios y la mantengo en mente mientras pongo mi vida en perspectiva. Al confiar en el orden divino, sé que los eventos en mi vida tienen lugar de la forma correcta y en el tiempo perfecto. Ejercito la paciencia según anticipo las bendiciones que vienen a mí ahora

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Afirmemos: La mente de mi Cristo morador ordena mis pensamientos, palabras y acciones. Vivo una vida ordenada y balanceada.


Meditemos…


Décimo Poder: Enciendo esta vela que representa el entusiasmo, localizado en la nuca.


Expreso fervor y entusiasmo al saludar a mis vecinos, al asumir nuevas tareas y al orar. Con un espíritu lleno de energía, soy positivo y alegre — puedo hacer que incluso las tareas más cotidianas se vuelvan actividades emocionantes e interesantes. El poder del entusiasmo abre el camino para las bendiciones más maravillosas, ya que es la actividad pura del Espíritu en acción. Le doy la bienvenida a cada día con fervor y entusiasmo, y mi vida rebosa de bendiciones.


Afirmemos: El Cristo divino y viviente que mora en mí arde de entusiasmo por la vida. Acepto mi bien con entusiasmo y continuo hacia adelante para lograr mi propósito divino.


Meditemos…


Undécimo Poder: “Enciendo esta vela que representa la renunciación, localizada en la región abdominal.”


Desde este momento en adelante determinaré apartar de mi vida todo tipo de pensamiento destructivo. Dejo ir todo lo que pueda privarme de mi bienestar y de expresar mi verdadera naturaleza espiritual. Suelto y dejo ir, todo tipo de pensamientos, sentimientos, palabras y acciones que me impidan expresar el espíritu de Cristo que mora en mí.


Afirmemos: Suelto y dejo ir todo lo que impida expresar al Cristo que vive en mí.


Meditemos…


Duodécimo Poder: “Enciendo esta vela que representa la vida, localizada en los órganos generativos.”


“El Espíritu da vida.”—2 Corintios 3:6 En este día me maravillo por el poder de la vida en mí. Cada día pensaré en la verdadera fuente de la fuerza vital que fluye por medio de mí. Dios es la fuente de la vida, y esta vida me renueva célula por célula. La energía espiritual que tengo gracias a esta fuente inagotable en mí, es mi verdadera fuerza de vida. Es lo que me da sentido y significado. Me conduce a la libertad y a la felicidad, al conocimiento y al crecimiento. Doy gracias por la vida — ¡buena, libre, gozosa, creciente y eterna!


Afirmemos: Cristo en mí es vida eterna.


Meditemos…


Y ahora que hemos avivado nuestras doce facultades espirituales queridos amigos encendamos la luz del Cristo en cada uno de nosotros.


Simbólicamente encendemos la vela que tenemos para que esa luz que representa el Cristo en nosotros resplandezca y tome el control de nuestras vidas.

Distingue el cuerpo de Cristo en ti diciendo —“presente.” Yo soy el regalo de esta Navidad para ti.

A medida que nos convertimos en esa luz seguimos adelante todo el camino hasta unificarnos plenamente con Dios.

Silencio….. y ahora apagamos esta luz de la vela y mantenemos nuestra luz interior prendida conscientemente de ahora en adelante hasta que alcancemos nuestra eternidad. ¡Amén!


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