Sanando por la Gracia de Dios
“«Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad… traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador.» (Éxodo 15:26)
Hoy día la inmensa mayoría reconoce que existe una conexión entre los pensamientos y creencias que sostenemos en nuestra mente y la condición de salud que manifiesta nuestro cuerpo.
También sabemos que el cuerpo tiene la capacidad de sanar de manera natural. Por ejemplo, si nos damos una cortada superficial en la piel, nadie dudaría de su capacidad para sanar la cortadura.
Hace muchos años me salió en la mano derecha un quiste sinovial; una protuberancia en la parte posterior de la muñeca. Surgió de la manera más natural que ustedes puedan imaginar.
Para esa época asistía anualmente a la Villa de Unity para tomar cursos de desarrollo personal. Allí conocí a una joven costarricense que también tomaba cursos y en una conversación casual que tuvimos ella miró mi mano derecha y vio el quiste que sobresalía. Me dijo: “eso te lo ganaste por inflexible.” Me quedé callado y algo en mi corazón me dijo que ella tenía razón.
Posteriormente decidí someterme a una cirugía, que dicho sea de paso, resultó ser muy exitosa. Pero durante mi período de recuperación la piel en esa sección de mi mano derecha adquirió prácticamente todos los colores del arcoíris.
En una reunión administrativa las personas notaron la condición de mi mano y el arcoíris de colores sobre la piel y una mujer se me acercó tal vez notando mi preocupación, y me dijo: “todo eso se te va a quitar.”
Hoy día cuando miro mi mano derecha puedo notar que no solo se me quitaron los moretones de colores que tenía sino que también hasta parte de la cicatriz que dejó la cirugía se ha ido borrando. A mí me parece todo esto asombroso.
Nosotros como estudiantes de la Verdad sabemos muy bien que nuestro cuerpo tiene la capacidad de sanarse y regenerarse, ¿no es así?
Entonces la pregunta es: ¿por qué muchos de nosotros así como yo, conociendo la capacidad regenerativa de nuestro cuerpo recurrimos a la cirugía para remover condiciones que nosotros mismos nos hemos formado?
Pueden haber muchas razones, por sugerencia médica, por miedo o temor a que la condición empeore o para complacer a un ser querido que desea lo mejor para nosotros, en fin hay una variedad de razones.
A nivel del alma, estoy convencido que aquella joven tenía razón, porque lo sentí. Lo que me trae a reconocer nuevamente que existen condiciones en el alma que tenemos que sanar.
Condiciones que afectan nuestro comportamiento, nuestras relaciones y nuestro estado de salud en general.
Pero Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad… [caerá] sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador.
Para mí las palabras de la joven costarricense fueron un llamado de Dios para que escuchara su voz e hiciera lo recto, o sea cambiar mi actitud intransigente y estar más receptivo a Sus mandamientos, a Su instrucción y a Su guía.
Ciertamente hoy soy más flexible de lo que era en aquel entonces pero todavía hay mucho camino por recorrer.
Y todos estamos en el mismo bote, en el sentido de que existen ciertas condiciones en nuestra consciencia y en nuestro comportamiento que requieren mucho tiempo para cambiar.
Es un principio universal que Jehová es nuestro sanador. Escrito está: “Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias.” (Salmo 103:3)
De modo que si esta es la Verdad y si reconocemos y sabemos que Dios vive en nosotros, y que somos una extensión de Dios ¿por qué tenemos aún condiciones que no hemos sanado?
La contestación inmediata es porque hemos estado enfocando nuestra atención en la condición o en la limitación y no en Jehová como Fuente de Sanación.
Y lamentablemente este enfoque se da de manera inconsciente y automática y a menos que retomemos el control de nuestros pensamientos y sentimientos y permitamos que la gracia y la misericordia de Dios hagan su labor sanadora en nuestro cuerpo, nada ocurrirá y continuaremos sintiendo el dolor y la limitación de un cuerpo enfermo.
Claro está, esto no es tarea fácil, requiere periodos frecuentes de meditación y visualización.
Intelectualmente nadie aquí cuestiona que Dios es nuestro sanador, lo sabemos, pero todavía no lo hemos sentido como una Verdad en nuestros órganos.
Pero Dios trabaja a través de nuestra consciencia porque Dios es Mente y una parte de nuestra consciencia es la intelectual y la otra la sentimental. La primera tiene su asiento en el cerebro y la otra en el corazón.
De manera que es aquí donde el 5 principio de nuestro movimiento tiene relevancia. El conocimiento y la comprensión de las leyes de vida, llamadas Verdad no son suficientes. Debemos vivir [y sentir] la Verdad que conocemos.
Una de las cosas que se dijeron en la clase de Un Curso de Milagros el jueves pasado es que debemos practicar la Verdad que conocemos de manera sistemática.
Charles Fillmore dedicaba diariamente un tiempo para trabajar con la salud de su cuerpo, e hizo de esto una práctica cotidiana que llevó a cabo por más de 50 años. El resultado fue que las arrugas desaparecieron, su rostro adquirió un color más vivo, y vivió contento y feliz hasta los 94 años.
Todos sabemos que Jesús fue un sanador. Todos aquí conocemos las múltiples sanaciones que el llevó a cabo durante Su activo ministerio. Él mismo insistió que “El Espíritu del Señor… me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón…” (Lucas 4:18)
La palabra corazón, como se utiliza en la Biblia, representa la mente subconsciente así como la naturaleza emotiva en cada uno de nosotros.
Así como una bacteria maligna entra en nuestro cuerpo ya sea por boca o la nariz o por la comida o de cualquier otra manera, si encuentra las condiciones propicias, ésta se reproduce causando infecciones y malestares en el cuerpo.
De igual manera si un pensamiento o una creencia errónea entra en nuestra mente subconsciente y encuentra un ambiente apropiado, no solo se reproduce, sino que se cristaliza provocando todo tipo de quebranto.
“Los quebrantados de corazón” son todos aquellos que están experimentando dolores y sufrimientos del alma por causa de alguna creencia errónea que los ha separado en consciencia de su unidad con Dios, la Fuente de su salud.
Hay muchas enfermedades del alma y todas tienen un elemento común y es el pensamiento de que estamos separados de la Fuente Sanadora. Pero Jehová fue muy claro con nosotros cuando le dijo al pueblo de Israel: “Yo soy Jehová, tu sanador.”
Y esto se refiere al poder que tiene Dios tanto para la curación de las enfermedades físicas como al perdón de los pecados y a la salvación [del ser humano]. (Éxodo 15:26 )
La verdad es que por la gracia y la misericordia de Dios somos sanados. Pero la gracia y el amor de Dios deben fluir en un ambiente propicio donde haya armonía y paz.
El domingo pasado hicimos unas afirmaciones que nos ayudaron a reconocer que podemos progresar en la vida por la gracia de Dios.
Hoy vamos a hacer unas afirmaciones que nos ayudarán a sanar por la gracia de Dios.
Podemos afirmar:
a. Hoy soy sanado por la gracia de Dios.
b. Hoy mi ser crístico hace su milagro de sanación en mí.
c. La corriente de vida sanadora de Dios fluye en y a través de mi cuerpo.
Meditemos…
“Aunque muchos han dicho incurable es mi quebranto, yo voy a Ti para sanar los quebrantos de mi corazón;
y Tu bálsamo de sanidad me cubre en este momento,
Tú eres Jehová mi Sanador y harás venir sanidad sobre mí,
Sanarás mis heridas porque siempre estás en mí y yo en Ti.
Clamo a Ti y Tú me responderás,
y me enseñarás cosas grandes y ocultas que no conozco.
Tú me darás sanidad y medicina;
me curarás y me revelarás abundancia de paz y de Verdad.
Me librarás de mi cautiverio, me purificarás y me perfeccionarás.
Porque soy perdonado de mis errores, porque yo soy Tu gozo y sobre mí has derramado Tu gloria.
La recibo, recibo tu Bien, recibo Tu sanidad.”
(Meditación parafraseada de la canción Me sanaste con tu Bien de Marcos Barrientos)
Dios les bendice porque sabiendo estas cosas las hacen.
Amén.